¿Por qué no se castigan, en las elecciones próximas, la falsedad en las urnas?
La indecencia corrompe al político pervirtiendo al pueblo, y los electores somos culpables Estamos a pocos meses de unas nuevas elecciones municipales y por eso quiero proclamar y seguiré haciéndolo: que los ciudadanos seamos engañados una vez, es fácil. ¿Pero dos? ¿Y tres? ¿Y cuatro?... La política no puede coexistir tanto tiempo con la mentira, con la falsedad. Me sorprende que, estando al corriente de la indecencia, sigamos votándoles . “Corrompe al político y pervierte al pueblo”. Afirmar, que tenemos los políticos que nos merecemos, es descorazonador. Poseemos suficientes problemas como para encima asumir podredura en nuestros políticos locales. La colecta de escándalos parece habernos colocado cerca del umbral de lo soportable. Nos desayunamos con nuevos detalles en torno a nuevos chanchullos que nos acompañan desde hace tiempo, y puede darse por seguro que sólo cabe esperar el siguiente fraude. En los pasados comicios locales, el panorama no cambió. Alguna candidata