“Voy a pasear al perro”
A los que no recogen los excrementos de sus perros de la calle. Un individuo, por mí conocido, y de cuyo nombre no quiero ni acordarme. No hace muchos días que paseaba, con nocturnidad y alevosía, con su enorme perro, con la única intención de que el podenco no realizara su ordinaria defecación en “su parcela” y sí lo hiciera en “terreno neutral; “en un alarde de generosidad hacia el vecindario, dejando un desagradable mensaje para todos aquellos paisanos que al día siguiente pasearían por el lugar con la intención de tomar el autobús. Durante la noche de autos, cuando el animal comienza a defecar, el propietario vigila de reojo que no haya testigos y, en cuanto su fiel amigo termina su faena, ambos huyen de la olorosa escena sin recoger los retales y sin importarle lo más mínimo que la materia excrementicia ensucie el aire y manche a niños y viandantes despistados. Un ejemplar canino evacua a diario 600 gramos de excremento en promedio, lo que significa 18 kilos al