Pareció que algo se iniciaba con potencialidad de cambio.
Cuando Podemos y Ciudadanos entraron en la escena. El panorama político quedó dividido en dos partes. De una, los dos partidos que se habían alternado en el poder y lo habían hecho suyo. De otra, dos fuerzas, Ciudadanos y Podemos, que representaban el malestar que había generado la crisis y la corrupción forjando en amplios sectores de la sociedad toda una filosofía de cambio. Las elecciones municipales de 2015 confirmaron que los dos partidos emergentes, cada uno en su espacio, eran capaces de golpear al bipartidismo y amenazar su existencia. PP y PSOE perdieron muchos millones de votos y alcaldías. La posibilidad de un vuelco a medio plazo dejó de ser una hipótesis para convertirse en una realidad. Pero 2016 fue el año del estancamiento de esa perspectiva, y descubrir las razones por las cuales actuaron de la manera en que lo hicieron y que terminó por dar de nuevo el gobierno de la nación a una derecha caduca, liderada por un personaje que hasta los suyos consideran acabado