No me siento representado por ningún partido político

 

Con vergüenza europea por tener una democracia tan pobre.

En la Encuesta Social Europea, los españoles reprobamos a los políticos, calificándolos con 1,9 sobre 10. Y España, en el último Barómetro Global de la Corrupción, obtenemos también la peor puntuación de todas las evaluadas: 4,4  (siendo 5 el máximo de corrupción).

Con estos datos no deberíamos sentirnos orgullosos y lo que es peor los partidos parece que hacen poco para liberarse de una carga que nos enrojece a algunos. Tal vez por ello es el distanciamiento de los partidos políticos de los ciudadanos y su creciente falta de credibilidad. Un problema que ha ido ganando peso en los últimos años. Esta desconexión se ha visto agravada por percepciones generalizadas de corrupción, lo que ha generado una atmósfera de desconfianza e indignación en la sociedad. Esta situación no solo afecta la legitimidad de los partidos políticos, sino que también contribuye a un "divorcio" entre los representantes y los representados, erosionando la base misma de la democracia representativa.

Para abordar este problema, es crucial promover una mayor transparencia en la gestión pública, mejorar los mecanismos de rendición de cuentas y fomentar una cultura política más participativa, donde los ciudadanos se sientan escuchados e involucrados en la toma de decisiones. La regeneración política y el fortalecimiento de la confianza en las instituciones son fundamentales para garantizar una representación más efectiva y genuina de los intereses ciudadanos.

Diversos estudios e informes han puesto de manifiesto la creciente preocupación de la sociedad española respecto a la corrupción y la desconfianza en los partidos políticos. Según el último Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la corrupción es percibida como el segundo mayor problema por los ciudadanos españoles, solo por detrás de temas como el desempleo o la situación económica. Además, los políticos ocupan una preocupante cuarta posición en este ranking, y lo más alarmante es que muestran una clara tendencia al alza.

Por otro lado, el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, una herramienta global que mide la percepción de corrupción en el sector público de distintos países, revela que España ha experimentado uno de los peores retrocesos a nivel mundial en cuanto a percepción de corrupción. De hecho, en la última edición de este índice, España fue el segundo país que más empeoró en su valoración, lo que refuerza la sensación de crisis de confianza y la necesidad urgente de implementar reformas que aborden esta problemática.

También en la última Encuesta Social Europea, los ciudadanos españoles reprueban claramente tanto a los partidos como a los propios políticos, calificándoles a ambos con la valoración más baja (con diferencia) entre todas las instituciones: 1,9 sobre 10. Y en el último Barómetro Global de la Corrupción, publicado por Transparencia Internacional, los partidos políticos obtienen en nuestro país la peor puntuación de todas las instituciones evaluadas, con una calificación de 4,4 sobre 5 (siendo 5 el máximo de corrupción). El mismo Consejo de Europa, a través del último informe del GRECO, ha sacado los colores a los partidos españoles en cuanto a su manifiestamente mejorable transparencia financiera. Además, nos hemos enterado ahora los ciudadanos, por el último informe del Tribunal de Cuentas, de que una buena parte de los partidos políticos españoles se encuentran desde hace años en situación de quiebra técnica, o lo que es lo mismo, tienen un patrimonio neto negativo, por haber ido gastando bastante más de lo que tenían.