En cualquier país del norte de Europa

 

Que el ciudadano opine sobre el servicio deficiente de la Función Pública, es una obligación.

Frédéric Bastiat, fue un economista, escritor y legislador francés, uno de los mayores teóricos del liberalismo, a él se le atribuye esta frase: “Cuando un funcionario público gasta en provecho propio cinco francos más, es porque un contribuyente gasta en provecho propio cinco francos menos. El gasto del funcionario se ve, porque se verifica; pero el del contribuyente no se ve, porque, ¡ay!, se le impide realizarlo.”

Llevo algunos años participando de las opiniones de unos y de otros en lo que afecta a el proceso de gestión de nuestro Ayuntamiento. Personalmente, he podido comprobar la dificultad que tiene cualquier ciudadano de este pueblo para intentar aclarar cualquier duda sobre los diferentes temas de gestión municipal y que afectan a la vida de las personas. También los concejales y el Alcalde, tropiezan con este inconveniente que, por circunstancias de toda índole, nunca se atrevieron a afrontar.

Cualquier tema mediante el cual se ponga en entredicho a las personas constituye un problema delicado por el que transitar con mucho cuidado y respeto. Pero cuando la traba transciende lo cotidiano y afecta de manera directa, indirecta o circunstancial a la vida del pueblo y a la gestión de los políticos, deberían ser estos últimos los responsables de buscar para encontrar una solución a este inconveniente. La Secretaría del Ayuntamiento parece un pozo sin fondo y las protestas aparecen en todos aquellos que de una manera u otra deben formular pregunta al Consistorio. Los políticos se quejan y ninguno se atreve a buscar una solución que nos afecta a todos.

Esta extendida la opinión de que a un funcionario resulta complicado “meterle en cintura” algunos incluso consideran que el sueldo que recibe el Secretario es escaso y por eso baja su rendimiento. Yo en este asunto no quiero opinar y dejo la opinión subjetiva a cada uno de los que se acerque a la página de Transparencia del Consistorio.

Lo que parece claro es que cuando algo no funciona correctamente hay investigar las verdaderas causas del problema con justicia, fortaleza y templanza, después de tener un diagnostico actuar con los medios que tenemos a nuestro alcance. El lamentarse pública y privadamente no sirve para nada; además existiendo mecanismos de corrección no se deberia permitir que este inconveniente perdure en el tiempo sin que ningún político se atreva a solucionarlo.

Hay que hablar con el responsable del problema, conocer su realidad, analizarla y actuar. Pero actuar inmediatamente, sin esperar que sea el siguiente alcalde o alcaldesa quien lo haga y si es preciso actuar dentro del régimen disciplinario de los funcionarios públicos que se contiene en la LFCE y en la L 30/1984. (reforma de la función pública).  En donde sólo las faltas muy graves se encuentran tipificadas en una norma con rango de Ley, mientras que para las graves y leves el art. 89 de la Ley primeramente citada lo que hace es remitir a la vía reglamentaria su concreta definición, y fijar los criterios básicos a los que habrá de ajustarse esa definitiva tipificación. Dicha tipificación de las faltas graves y leves fue realizada por los arts. 7 y 8 RD 33/1986 de 10 Ene. (Reglamento. de régimen disciplinario de los funcionarios de la Administración).

Ningún precepto constitucional ampara a un funcionario en contumaz comportamiento de infracción de normas que la legislación tipifica y sanciona en vía disciplinaria, por lo que cabe jurídicamente que se produzcan en tal caso sucesivos acuerdos de aperturas de expedientes y suspensiones preventivas, si al cesar una suspensión e incorporarse a su función persiste en sus actitudes demostrando el nulo efecto corrector de la anterior medida cautelar. Además, es lógico entender que si un funcionario lo es de una determinada Administración, cualquiera que fuera su origen, la potestad disciplinaria respecto de él debe corresponder a esa Administración y no a la de origen, a la que ha dejado de prestar servicios, y ello, cualesquiera que sean los derechos adquiridos que conserve respecto a ésta, que es a lo que se refiere el art. 12.2.2 L 30/1984

“Los funcionarios son como los libros de una biblioteca: los que están en los lugares más altos son los que menos sirven.” Paul Masson un ciclista l francés