“Querer”, “poder” y “saber”....

El talante la actitud… y otras cosas, a la hora de gobernar Valdemorillo.

Con el término “talante”, descubriríamos, la manera de ser, carácter, estado de ánimo ante la vida en general. El talante es, una categoría puente entre la manera de ser y las circunstancias. Se encuentra imbricado con la “actitud”, como forma de motivación social que impulsa y orienta la acción hacia sus objetivos.

Yo, ahora me atrevería a jugar con estos dos términos para intentar comprender la realidad que impera en la cabeza visible del actual consistorio de Valdemorillo. En su alcaldesa, Gema González que en anteriores elecciones asumió, la voluntaria responsabilidad de, ejercer de oposición desde la gratuidad y no hizo absolutamente nada, al menos que pudiera ser reseñado. Ahora desde el poder y con un sueldo superior al de un Catedrático Investigador de la Universidad con dedicación exclusiva, podría dar muestras de otro “talante” distinto. Pero su “actitud” o forma de actuar, pone a las claras una manera simple de enfocar los verdaderos problemas que tiene planteados el pueblo ante una deuda financiera importante y un Plan General de Urbanismo, con enmienda a la totalidad, redactado desde intereses especulativos comprados y dentro de una estructura opaca.

La alcaldesa prometió muchas cosas, pero de la misma manera que las anunció las fue apagando desde el poder. Hace algún tiempo se audito sin obtener resultados, se gastó el dinero del contribuyente para poco. El Ayuntamiento funciona por inercia natural con más pena que gloria, sin nada destacado. Todo esto me lleva a recurrir a un nuevo término que es la “aptitud” o capacidad de personal para realizar adecuadamente a acción o tarea de gobierno. Pero que en realidad engloba tanto las capacidades cognitivas, como de personalidad, inteligencia o habilidades que haya podido adquirir durante años para conocer los entresijos municipales.

Debo decir que llevo tiempo reflexionando sobre este escrito y sobre las condiciones que deberia reunir un buen alcalde o alcaldesa y no son muy diferentes a las que deberia desempeñar: un buen ingeniero, pintor, mecánico o médico, que se resumirían en tres vocablos fundamentales: “querer”, “poder” y “saber”, que ambas se deben producir con armónica simultaneidad, pero que con la marcha de los tiempos es obligado una cuarta, que en cierto modo deberia englobar a las anteriores: “honestidad”.

Es por tanto necesario tener presentes los términos entrecomillados que aparecen en el texto, sin sentido de prioridad o de valor. “Talante” ante los retos diarios, “actitud” para afrontarlos, “aptitud” para resolverlos al menor coste. Y finalmente tres fundamentales: “querer”, “poder” y “saber”. Aquí aparece en esencia lo imprescindible para realizar un buen servicio al ciudadano. Y que sea lo suficientemente “honesto” para plantearse el ser o no ser,… y sepa dimitir si no se encuentra a la altura de las circunstancias. Pero en realidad son palabras mayores y el hispano se retroalimenta de su autocomplacencia o del buen salario que percibe. Resulta mucho más sencillo colocarse dentro de la coraza y…. atrancar las tragaderas