Al patrimonio por los dividendos

NO HAY QUE SOCIALIZAR LAS PERDIDAS NI PRIVATIZAR LAS GANANCIAS MUNICIPALES

La crisis actual es la más grave de toda la historia del capitalismo, pero no es común leer o escuchar que, si es así, se trata entonces de una crisis estructural, sistémica, no sólo “financiera” ni siquiera meramente “económica”.

La crisis es global porque expone al rojo vivo las contradicciones del sistema, cuestiona la gestión privada de los medios de producción, que provocó la quiebra, así como la ideología individualista que lo impulsa y la cultura liberal que lo sostiene. Para esa ideología no importa que el capitalismo produzca pobres, hambrientos, desocupados, analfabetos y desamparados, porque, con crisis o sin ella, siempre fue así. Detrás de esa lectura hay una visión esencialmente insolidaria de la sociedad y muy especialmente de una buena parte de los políticos.

De cualquier manera, mientras no se suprima la tiranía del dinero y se disponga del mismo libremente como bien universal, como medio e instrumento de intercambio no habrá progreso posible ni solución a las causas de la crisis y los problemas implícitos con el sistema económico que se trata de sostener a costa del sufrimiento de millones de personas. Teniendo en cuenta que los beneficios generados por una buena gestión municipal deben reincorporarse al erario del Ayuntamiento, jamás considerarse a título de inventario como una gracia que debe incorporarse la pecunia privada de los concejales y alcaldesa. De la misma forma que cuando se cometen errores con pérdidas no se enjugan únicamente entre los responsables municipales.

Privatizar las ganancias y socializar las pérdidas de cualquiera de las empresas que queramos, es el modus operandi para el sostenimiento del establishment de las élites privilegiadas, que más pronto que tarde se encontrarán de bruces con la retranca de su egoísmo sin fin. Se evitará de esa manera la indignación ciudadana que posteriormente retroalimenta a los mentideros de Valdemorillo cuando aparece alguna cuestión que se relaciona con el dinero público municipal.

Resulta cuanto menos increíble, que iniciado el siglo 21, la inteligencia de los seres humanos no haya avanzado en este aspecto lo más mínimo, después de siglos de dictadura económica.

La población existente dedicada a los altos puestos ejecutivos, públicos y privados, inclusive asimilados empresarios y, los necesarios ejecutores bien remunerados de confianza, apenas supone un 15 % de la población.

¿Cómo es posible esta subyugación de la restante inmensa mayoría de los seres humanos? ¿Acaso la sociedad opulenta del consumo y satisfacción fugaz nos tiene narcotizados? Pienso que no. A las pruebas me remito de lo que está sucediendo a lo largo y ancho del planeta.