Carta abierta a Pilar López Partida

 

HAY UNA PÉSIMA VALORACIÓN DE LA CLASE POLÍTICA

Hace ya cuatro años, escribí en este medio una carta dirigida a Usted, con motivo de su decisión publica de no presentarse a unas nuevas elecciones. Los políticos que intentan creerse intocables, también tienen fecha de caducidad.

Estará de acuerdo conmigo de que los partidos se han convertido en organizaciones endogámicas, cerradas al talento externo, y solo podemos votar a candidatos en bloque, a través de listas selladas elaboradas tras un proceso de selección donde la intriga y las relaciones cuentan más que la preparación. Que revertir la mediocridad en la política requerirá de profundas reformas que deben comenzar por la educación y cuyos beneficios podrían demorarse años.

También coincidirá conmigo que urge cambiar la ley electoral para que los votantes escojamos a nuestros representantes en listas abiertas y replantearse renovar las instituciones de gobierno para que dejen de ser una agencia de colocación de políticos y militantes afines a los partidos en el poder. Y, sin embargo, nada de ello servirá mientras no se responsabilice a los dirigentes españoles por sus fracasos y que estos tengan consecuencias políticas en las urnas.

Dña. Pilar, como usted sabe soy un veterano ciudadano de este pueblo que desde hace tiempo sigue con interés la trayectoria política de algunos destacados del pueblo y cree conocer sus provechos y sus talentos para desenvolverse en ese complejo mundo. Por eso sabe que la sociedad, se concilia mal con el mantenimiento de la política como medio de vida. Usted, que lleva casi seis lustros desempeñando cargos municipales de manera directa, indirecta o circunstancial en el Consistorio de Valdemorillo, debería saberlo.

Por eso debe saber, que entre la ciudadanía española hay una pésima valoración de la clase política que apoya la tentación de sustituir a los concejales por su antítesis: el experto, especialista, a quien se le confía la gestión de un sector concreto por sus méritos, y no la subvención a algo tan banal como el voto: La vieja disyuntiva entre tecnocracia y democracia, que aparece en las sociedades occidentales conforme la sociedad de públicos, nacida de las primeras revoluciones burguesas del XVIII, va convirtiéndose en sociedad de masas.

Tampoco faltan voces que ponen de relieve lo insólito de enarbolar la bandera de la regeneración cuando, de algún modo ustedes, han contribuido a crear un estado de cosas que es preciso reformar. Tal vez por eso, en la calle, parece haber unanimidad en que uno de los problemas de la corrupción es eternizarse en el cargo y creerse intocable. Desgraciadamente, la mayor de las veces, el político no está solo en su andadura.

En Valdemorillo, la vida política es de poco recorrido y todos los políticos deben de tener una fecha de caducidad: clave, concreta concisa. Cuando usted manifestó públicamente que no se presentaría nuevamente a unas elecciones para ser alcaldesa, considere que tomaba una decisión que la honraba, después de su salida del partido que la mantuvo en el poder,

Opiné de otra manera, con la creación urgente de otro nuevo partido a su imagen e intentar negociar con el PSOE para volverá tocar poder…, algo INCONCEBIBLE. Así destruyo su falta de generosidad para alimentar especulaciones que tuviera que ver con “gnosis infectas” que he tenido ocasión de analizar varias veces y seguiré haciéndolo, ya que deberían ser investigadas por sus colegas.     

Desde luego es justo reconocer que usted sabe manejarse como nadie en los Plenos, que conoce perfectamente los tiempos y que sus presencias pueden llegar a monopolizar un debate sin titubear en soltar mentiras o verdades a medias para conseguir monopolizar una discusión. Además, sabe que durante

muchos años fue el alfa y el omega, principio y fin, capaz de instaurar un Ayuntamiento a su medida, con el resultado que ahora padecemos.

En su gestión, y para no tener problemas, dejaba hacer; no importaba carecer de interventor, tener un secretario incapaz de gestionar en tiempo… y forma o un arquitecto que tramitaba su departamento como apetito para sus intereses. Durante ese tiempo, subió a los funcionarios de categoría como premio a su fidelidad, llegando a tener el Sr. Secretario municipal la categoría de un Director General de la Administración del Estado…. o un Rector Magnífico de la Universidad, el máximo nivel, e 30 de las administraciones públicas.

No sería justo olvidarnos que también consiguió un Centro Cultural y una biblioteca para el pueblo. Por eso preferimos quedarnos también con lo positivo y pedirla a usted con el respeto necesario. Deje la política municipal para que el tiempo y la historia la hagan justicia. Que se conozca la verdad de su gestión retirándose de la vida política municipal.

No podemos consentir la existencia de políticos que hagan de la política una profesión lucrativa, porque la política es servicio al pueblo. Pretendemos que a todo aquel político que se asegure unos privilegios a costa del pueblo soberano, se le puedan exigir todo tipo de responsabilidades, incluidas las penales.