Ante las próximas elecciones municipales.
El favoritismo en la selección de personal,
la contratación de obras y servicios y la arbitrariedad en la planificación
urbanística, han favorecido la Corrupción municipal.
Cuatro años después de las anteriores (que fueron el 26 de mayo de 2019). Los partidos políticos deberían apartar de las listas electorales a aquellos militantes de los que se sospeche corrupción. En ningún caso, un político decente, puede llegar a pactos con los tránsfugas qué por cometer irregularidades fueron apartados de su partido y formaron otro para continuar participando de las acciones de poder.
Estoy a la espera de
poder madurar las conclusiones del Debate de ayer 13, mientras tanto, traigo un
nuevo tema para reflexionar, ya que tiene mucho que ver con lo que se trató en
dicho encuentro en una repleta Sala de Plenos,
La conciencia ética puede que sea la principal causa de corrupción municipal. Resulta casi imposible defender la moralidad y la integridad en el plano público a quien carece de ella y es aquí donde nace el interés desmesurado del político local para hacerse cargo de una responsabilidad en donde el poder permite diferentes versiones corruptas.
Es llamativa la frecuencia de corrupción en los
municipios, circunstancia que destaca el informe anticorrupción de la Unión
Europea. Sin embargo, a pesar del escándalo que esto produce en las cercanías
de unas nuevas elecciones municipales, no parece que ningún partido político
esté dispuesto a cambiar esta situación. Sin embargo, la solución del problema
tendrá que pasar por los tribunales después que se establezca una denuncia para
que las próximas listas estén libres, es como querer acabar con la hidra de mil
cabezas que se adaptó perfectamente al medio.
La
falta generalizada de ética pública en los municipios es una de las razones
principales del despilfarro de gasto público, el favoritismo en
la selección de personal, en la contratación de obras y servicios, la arbitrariedad
en la planificación urbanística… es esta ausencia de moral en el desempeño del
cargo (que no tiene por qué reproducirse en el ámbito privado) la que
representa el desprecio hacia el interés general para convertirlo en beneficio
particular, propio o de los allegados.
Otro
fenómeno que hemos conocido en este pueblo corresponde con el transfuguismo
cuando una persona es apartada de un grupo político y monta otro con el fin de
alterar la composición política de la corporación municipal o modificar la
identidad en siglas del Gobierno del municipio. Existe una vinculación con la
ética del, ya que no cambia de partido sin consecuencias, sino que lo hace en
un momento estratégico para lograr algo concreto, modificando las ambiciones
primarias de la persona que no solo falla a su electorado, sino también a su
partido. Normalmente esto se realiza a cambio de un futuro político, de una
dirección de áreas municipales, de la gestión del urbanismo entre otras, que
habitualmente desemboca en la corrupción. A pesar de todo y de las numerables críticas que se pueden recibir, no
hay más reproche que el ético.
Nuestra Constitución recoge el pluralismo, como
instrumento para la participación política. Los partidos se
crean y ejercen su actividad de forma libre, siendo su estructura
interna y funcionamiento democráticos. Pero donde nace el problema es en su verdadera forma, que son entes privados
de base asociativa. La dificultad existente y no se
soluciona con la reforma de la Ley Orgánica 6/2002, de 27 de junio, que fue una
escueta regulación. Posteriormente tampoco
La Ley
del Régimen Electoral General, tampoco mejoró en nada el sistema de listas
electorales cerradas y bloqueadas, que impulsó también la conocida partidocracia
o gobierno de partidos, que provoca que la corporación municipal, se acerque
(salvando las diferencias) y en un concepto light al caciquismo, en el sentido
que los Ayuntamientos están en manos de un partido concreto, que gobierna la
institución local mediante personas que designa a este fin durante largos
periodos de tiempo. Quien gobierna
es quien tiene el poder en el partido y, por ende, del sector público
municipal, así como la parte del sector privado del que depende.
De
esta forma los administradores públicos con militancia están sujetos a la
obediencia doble, por un lado, a la obediencia material, la del partido, y, por
otro lado, la obediencia legal, la del Gobierno de la institución de la que se
trate
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