La amenaza para el sistema de pensiones
Productividad estancada.
La fotografía, de los pensionistas cabreados saltándose el cordón de
seguridad del Congreso de los Diputados para pedir unas prestaciones dignas, ha
sido una bofetada en la cara del Gobierno de M. Rajoy, que se apresuró a
prometer actuar.
Los
mayores de 65 años somos un colectivo con un peso creciente en el consumo. Los hogares
sostenidos por los mayores de 65 años desembolsamos en 2016 131.000 millones de
euros, equivalentes al 11% del PIB. Para nosotros, la inversión en adquisición de
vivienda y transporte tiene menos importancia. Una parte significativa de los jubilados
pertenecemos a una generación rompedora que contribuyó, de manera importante, en
la trasformación democrática de España, fuimos personas con experiencia de
lucha para entender lo que resulta injusto.
La franja de mayores entre 50 y 75 años representamos el 30% de la población, se trata del
grupo con mayor poder adquisitivo, que de media cuenta con un 12% más que el
resto. nuestra vida adulta ha coincidido plenamente con el desarrollo de la sociedad
de consumo.
Nuestra “hucha de pensiones” se estableció en el Pacto de Toledo para afrontar el desplome de nacimientos en los años ochenta. Fue por entonces cuando el sistema público de pensiones perdió unos dos millones de empleos, la mayoría del sector de la construcción o accesorios.
Nuestra “hucha de pensiones” se estableció en el Pacto de Toledo para afrontar el desplome de nacimientos en los años ochenta. Fue por entonces cuando el sistema público de pensiones perdió unos dos millones de empleos, la mayoría del sector de la construcción o accesorios.
En
2011 los ingresos de la Seguridad Social eran iguales a los gastos y la hucha
permanecía intacta. Pero, el remate final se produjo al año siguiente con el rescate a
la banca, la restricción de crédito y muchas empresas españolas, endeudadas
para sobrevivir a tipos de interés próximos al 10%, tuvieron que destruir empleos
y bajar significativamente los salarios.
Posteriormente,
debido a la crisis, el PP de 2012 se cargó la negociación colectiva, a partir de entonces
el recuento entre salarios sobre PIB no ha parado de caer. En 2017 el sistema
público de pensiones tuvo unos ingresos similares a los de 2011, pero los
gastos crecieron por aumento del número de pensionistas y de su retribución
media, a pesar de que el Gobierno habia congelado las pensiones desde entonces.
Esto fue la causa del agujero de 19.000 millones y por eso se ha vaciado la hucha de las pensiones que
tardamos diez años en llenar y que
ya no estará disponible para afrontar el reto
demográfico de la próxima década. La sostenibilidad de un sistema de
reparto depende de cuatro variables: número de años que cobramos pensión,
salario medio, productividad media y pensión media.
Con
la reforma de 2010, el PP se aprobó retrasar la edad de jubilación a 67 años
para reducir el número de años que cobramos pensión. Tras la reforma del 2013
todo el ajuste para garantizar la sostenibilidad del sistema la soporta la
pensión media. Además, con un impuesto perverso como es la inflación que nos afecta
por igual a los 3 millones de pensionistas con
una pensión bruta de seiscientos euros que a las pensiones de dos
mil quinientos.
Por
eso una solución a corto plazo posible pasaría por que los salarios corrijan la
desviación con respecto a la productividad media, una anomalía histórica. La
subida del salario mínimo que comenzó el pasado año ayuda, pero es necesario
recomponer un sistema de negociación colectiva que reparta mejor el crecimiento
del PIB entra el capital y el trabajo.
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