Un vecino de Puentelasierra se suicida con una escopeta.
No fue capaz de superar la angustia por la muerte de su hija.
La sociedad de consumo, demasiado
materializada y con escasa visión de la Transcendencia vive de espaldas a la
muerte, como si fuese algo que no tuviera nada que ver con nosotros. Este
instinto social a eludir todo lo referente a la muerte, deja muy solas a las
personas que viven una situación de duelo y se hace especialmente dura cuando
se trata de la muerte de una persona joven, de una adolescente o de un niño.
Son pocas las personas que saben qué decir y qué hacer para aliviar el dolor
propio y ajeno.
No
es mi intención fomentar ninguna apreciación morbosa, simplemente participar y
hacer partícipes a mis lectores en la reflexión de un hecho que ha paralizado
a algunas personas de Valdemorillo: Una niña de 17 años vecina de
Puentelasierra, moría en un accidente de motocicleta a la altura del kilómetro
13 de la M-512. Al día siguiente, su padre, que fue quien le había regalado la
moto, se dirigió al mismo punto del siniestro para pegarse un tiro con una
escopeta.

Nunca se está preparado para afrontar
la pérdida de un ser querido, pero la más imprevisible y desgarradora es la
muerte de un hijo o de una hija. Para los padres resulta la experiencia más
difícil de la vida. La única forma de encontrar con el tiempo un nuevo sentido
a la existencia, de renacer, pasa por no rehuir el dolor, vivirlo intensamente
y dejar fluir las emociones y los sentimientos. Siempre existirá un antes y un
después y no es posible delimitar cuánto durará el dolor. Eso depende de las
circunstancias y de la actitud propia de cada persona ante lo bueno y lo malo
de la vida.
Durante el tiempo que dura este
proceso se viven distintas fases. Durante la primera, predomina un estado de
"shock". Cuesta admitir lo que ha ocurrido y el dolor resulta
paralizante, sobre todo si la muerte de la hija ha sido repentina por un
accidente de una moto que él mismo coloco en su camino.
Hay que afrontar todo el dolor por muy
insufrible que parezca, sólo así se consigue volver a recuperar las ganas de
vivir. Pero al mismo tiempo hay que estar abierto a cualquier manifestación de
cariño por pequeña que sea porque si se cierra el corazón y se adopta una
actitud victimista, la vida se seca. Entonces todo se apaga. Y la persona se
queda sola, viendo como sus hijos, su pareja y su trabajo y todo lo que
discurre a su alrededor se desmoronan.
La vida cuenta con
infinidad de variables y es por definición cambiante. Nada es para siempre,
todo se renueva constantemente. Este es un principio inmodificable que es
preciso aceptar. Pero no basta con saber que es así, hay que comprenderlo. Toda
resistencia a los cambios que la vida depara desarmoniza. Para navegar por la
existencia hay que ser un buen surfista. Subirse y moverse al ritmo de las
olas, de los cambios, es la única manera de llegar sin caer a la orilla. Esto
implica un constante entrenamiento y contar con la certeza de que sólo cayendo
muchísimas veces es posible llegar de pie hasta el final. Si no se insiste y se
renuncia ante los primeros reveses nunca se aprenderá el arte de vivir.
Siempre podemos sentirnos culpables. Si se mata un hijo yendo a un entrenamiento por haberle apuntado, si se mata ahogado por haberle llevado a la playa, si muere de cáncer por no haber notado nada, cuando quizá tenía solución....
ResponderEliminarSiempre nos sentimos culpables, aunque no lo seamos.
El problema es que todos conocemos a alguien que se ha matado con la moto, y aunque si es cierto que también conocemos a gente que se ha matado con el coche, pero como hay 50 automovilistas por cada motociclista, haciendo la estadística vemos que es muchísimo más letal ir en moto que en coche.
En los momentos de mayor turbación de Pedro necesito la ayuda de alguna persona que pudiera hacerle reflexionar para no llegar llegar a hacer semejante atrocidad, Efectivamente profesor no estamos acostumbrados hablar sobre la muerte, pero pero la muerte es nuestro compañero de viaje permanentemente no es demasiado difícil entender la angustia de un padre en momentos como este,cuando no se ve salida alguna cuando todo se ve de color negro ,cuando lo desesperanza entra en nuestra en nuestra casa
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