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9/21/16

EN DEFENSA DE LA GESTIÓN EN LOS MUNICIPIOS



Valdemorillo y otros pueblos, manejan competencias y prestación de servicios que deberían abordarse desde una perspectiva supramunicipal, como es la  Planificación Urbanística.
Se ha venido utilizando la crisis como una excusa para imponer restricciones en contra de los intereses de la mayoría de la ciudadanía. La degradación de los servicios públicos, fruto de las políticas de austeridad, viene afectando desde años a la vida de las personas y al funcionamiento de una economía cada vez más deprimida. Los recortes sistemáticos no hacen más que ahondar en esta mala situación y perjudican claramente a las cuentas públicas por la reducción de ingresos.
Mientras, se trasvasan grandes cantidades de dinero y se convierten los servicios públicos en negocios de los que se beneficiarán unos pocos. Sin la financiación adecuada muchos municipios no pueden afrontar las múltiples competencias que tienen asignadas, y a menudo asumen más de las que les corresponden, en servicios de urbanismo, sociales o educativos, por ejemplo. "Sobre todo los Ayuntamientos, como Valdemorillo, que manejan competencias y prestación de servicios que deberían plantearse desde una perspectiva supramunicipal, como la Planificación Urbanística", La FEMP aduce que para eso están las mancomunidades y también la asistencia a los pequeños y medianos municipios que ejercen las diputaciones iniciales.
El vínculo entre los conceptos de tamaño del mercado y eficiencia es bastante obvio. En estos municipios la ineficiencia vinculada a su población afecta de manera notable al no poder permitirse un equipo de gestión profesional al no haber recursos para pagarles. En muchos de los ayuntamientos los alcaldes y concejales ejercen sus funciones de manera casi amateur y a tiempo parcial, ya que tienen que ganarse la vida y, luego, dedicarse a los asuntos municipales.
En otros, esta gestión no parece muy eficiente, sobre todo si tenemos en cuenta el desconocimiento técnico o económico que los gestores pueden tener de asuntos de gran importancia para el municipio.
Otro asunto que no agota la larga lista de ineficiencias, es el del encarecimiento en la provisión de servicios públicos a los ciudadanos que supone el tener que proveerlos de manera tan atomizada. Aunque las mancomunidades tratan de limitar este problema, la realidad es que el coste de contratar servicios de recogidas de basura, mantenimiento de jardines, alumbrado, etc. es muy superior en 10 municipios de 10.000 habitantes que en uno de 100.000, por ejemplo. Asimismo, determinados gastos de los consistorios (teléfono, seguros, etc.) negociados de manera fragmentada también resultan más caros, y al final esto repercute en el bolsillo de los contribuyentes.
Siendo realistas, ¿es posible reducir de manera importante el número de municipios? La evidencia de la Unión Europea ofrece numerosos ejemplos de países que han optado por este camino como una forma de racionalizar y mejorar la eficiencia de la gestión de los servicios públicos. Así, En 2007 Dinamarca redujo la cifra de sus municipios desde 271 a 98. Suecia, en el período comprendido entre 1950 y 1974 pasó de 2.281 municipios a 278. Por último, otra evidencia de la racionalidad en el gasto que supone este proceso de concentración la encontramos recientemente en Grecia, que como consecuencia de la intervención económica se ha visto obligada a disminuir su número de municipios de 1.034 a 355.

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