Ante las urnas del día 26
Por una sociedad más austera, más justa, menos desigual, más libre, más democrática y más humana.
Enrico Berlinguer, secretario general del Partido
Comunista Italiano, uno de los creadores de los conceptos de eurocomunismo
y del compromiso histórico. En los setenta
opinaba que: La austeridad, según los contenidos y las fuerzas que la encaucen,
puede utilizarse como instrumento de depresión económica, de represión política
y de agrandamiento de las injusticias sociales, o como ocasión para la
implantación de un modelo de crecimiento económico y social nuevo, para un
riguroso sometimiento del Estado, para una profunda transformación social, para
la defensa y expansión de la democracia.

Entonces, la austeridad aparecía uno
de los instrumentos para oponerse desde la raíz a un modelo de crecimiento
basado en el derroche de los recursos naturales, un instrumento para sentar las
bases de la sustitución del consumismo irracional y para luchar contra el
cambio climático.
En la década de los setenta del siglo
pasado antes del estallido de la primera crisis del petróleo, el Club de Roma, encargó
al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) un informe que se tituló Los límites del crecimiento. Por aquel entonces, el profesor Ramón Tamames, público, un magnífico
libro titulado “La Polémica sobre los Límites del Crecimiento”
fundamentado en que: si el actual
incremento de la población mundial, la industrialización, la contaminación, la producción
de alimentos y la explotación de los recursos naturales se mantiene sin
variación, alcanzará los límites absolutos de crecimiento en la Tierra durante
los próximos cien años. Así, el planeta pone límites al crecimiento,
como los recursos naturales no renovables, la tierra cultivable finita, y la
capacidad del ecosistema para absorber la polución producto del quehacer humano.
La contaminación, la producción de
alimentos y la explotación de los recursos naturales se mantenían sin
variación, la Tierra alcanzaría los límites absolutos de crecimiento todo lo
más en un siglo. Se argumentaba que en un planeta limitado, las dinámicas de
crecimiento exponencial (población y producto per cápita) no eran sostenibles,
por lo que se exigían políticas de austeridad. El Enrico Berlinguer, cogió el testigo
del Club de Roma a favor de una austeridad transformadora y redistributiva En
un ensayo titulado Austeridad
, Berlinguer contestaba a cuestiones como por qué antes de la crisis del
petróleo la izquierda no hablaba de la austeridad como posible estrategia
superadora del capitalismo, y desde mitad de los años setenta sí. No dejaba de
ser sintomático que Berlinguer desarrollara las ideas de su ensayo sobre la Austeridad
en dos asambleas comunistas. Intelectuales y obreros eran las dos piezas
básicas del proyecto del PCI, el único partido occidental a la izquierda de la
socialdemocracia que estuvo a punto de gobernar
Berlinguer planteaba hace casi 40 años: o
nos abandonamos al curso actual de los acontecimientos o por el contrario se debe
afrontar la versión redistributiva de la austeridad. Ello implicaría
restricciones de ciertos bienes a los que nos hemos acostumbrado, renunciar a
ciertas ventajas adquiridas aunque nunca en el terreno de la protección social.
No es cierto que la sustitución de determinadas costumbres por otras más
austeras y no derrochadoras, vayan a conducir a un empeoramiento de la calidad
y de la humanidad de la vida. Una sociedad más austera puede ser una sociedad
más justa, menos desigualdad, realmente libre, más democrática, más humana.
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