Una sociedad que necesita transformaciones.


¿Capricho de “tener” o necesidad de “Ser”?
Vivimos en un mundo complejo, convulso. Con imagines de cruda inhumanidad, de emigraciones masivas en busca de una oportunidad. Refugiados que huyen del horror, de “pateras” atestadas de personas que a menudo acaban en el fondo del mar.  

Estamos ante una sociedad que necesita profundas transformaciones. Y, por tanto, soluciones complejas. Vivimos una oscura crisis planetaria que afecta a los sistemas jurídico, político, económico, sociológico, medioambiental y cultural. Se trata, por tanto, de una crisis de valores, ética, axiológica.
Una crisis económica prolongada instalada en regiones tan importantes como EEUU, Japón o, sobre todo, la Unión Europea. Y una desaceleración económica de zonas de amplio crecimiento previo y fuerte demanda como Brasil o China. Prácticamente todo es incertidumbre. Los días transcurren sobre multitud de informaciones casi imposibles de digerir en su totalidad y amplitud, que ponen sobre la mesa nuevos problemas, nuevas incógnitas, cuando no reclaman decisiones difíciles de tomar porque las decisiones están rodeadas de más dudas que certezas. En estas coordenadas nada sería más negativo que querer retornar a “la situación anterior”, cuestión esta que tiene demasiados defensores en el mundo Occidental que añora con impaciencia “tiempos mejores”.
Nada puede escapar al cuestionamiento racional y la búsqueda de caminos, de espacios de encuentro, que permitan, porque ensanchan el conocimiento y la divulgación del pensamiento. Creo firmemente que estamos en un tiempo de cambios profundos hacia un nuevo modelo de vida, casi todos lo sentimos y sabemos que sin esos nuevos valores, el planeta lo tiene muy crudo para sobrevivir.
Todo está en revisión y cuestionamiento y se percibe 'en el aire' el cambio que llega, un canje de paradigma que empieza a implicar a todas las sociedades y a todos los niveles. De la vida orientada al “tener”, vamos hacia una necesidad de “ser”, del yo competidor hacia el nosotros colaboradores, de los jefes hacia los representantes, de la jerarquía burocratizada y centralizada a la redargüía distributiva, del cortoplacismo individualista a los proyectos a largo plazo colectivos, de la importancia de los resultados a la importancia del camino, del imperio de la rutina a la necesidad de la creatividad, del dominio del producto a la hegemonía de las personas, del religiosismo aborregado hacia la espiritualidad personal, del super control a la confianza, del victimismo reactivo a la responsabilidad proactiva, de la inconsciencia ignorante a la consciencia ilustrada, de la escasez controlada a la abundancia socializada, del militarismo guerrero al compromiso con la Paz, del consumismo irreflexivo al uso responsable, del conflicto permanente de clases hacia la igualdad, hacia la empatía, el servicio a los demás y el AMOR, mucho AMOR...




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