LOS PLENOS SON COMO ESAS SERIES MALAS QUE NO SABES POR QUÉ SIGUES VIENDO.
Un desfile de propaganda del gobierno municipal y pocas nueces.
El jueves intenté ver el pleno municipal, aunque, para ser sincero, estos plenos son como esas series malas que no sabes por qué sigues viendo: no esperas que mejoren, pero por algún motivo te quedas para confirmar que, efectivamente, todo sigue igual de mal. Y no me equivoqué.
Una vez más, fue un desfile de propaganda gubernamental, mucho autobombo y pocas nueces, con la oposición contribuyendo a la función con su ya tradicional falta de interés por los problemas reales de los vecinos. Como siempre, todo queda en palabras vacías y gestos de teatro político.
Y claro, viendo el panorama, no puedo evitar pensar que algunos miembros del gobierno municipal todavía no han encontrado la forma de justificar el sueldo que cobran. Eso sí, para calentar la silla y salir en las fotos son unos auténticos artistas. Parece que la prioridad es mantener la apariencia de que trabajan, mientras los problemas reales de los vecinos quedan relegados al “ya veremos”. Porque, a este paso, lo único que se está trabajando aquí, y a buen ritmo, es la paciencia de los ciudadanos.
Pero no todo fue malo, porque al final llegó el momento estrella del pleno: LA PARTICIPACIÓN DE LOS VECINOS. Ese rato que todos esperamos como el postre después de una comida insípida. Una vez más, los vecinos pusieron el dedo en la llaga y dejaron claro que el gobierno municipal tiene mucho por mejorar. Entre las quejas destacaron dos que son para enmarcar: primero, que las preguntas registradas no se responden, o si lo hacen, las respuestas no tienen ni pies ni cabeza. ¿Cuesta tanto preparar una respuesta coherente? Al parecer, sí. Y segundo, que los vecinos tienen que hacer el trabajo del gobierno vigilando que no se incumplan las leyes urbanísticas.
El asunto de las urbanizaciones fue un ejemplo perfecto de esto último. Parece que no avanza porque depende de la Comunidad de Madrid. Pero, mientras tanto, ¿qué hace el gobierno local? Pues, por lo visto, nada, porque los vecinos tienen que andar avisando de que se están incumpliendo leyes. Y aquí viene la anécdota del día: resulta que hay una granja de animales en una zona urbanizada. Sí, como lo oyes: urbanizaciones con cabras como si estuviéramos en plena campiña. A este paso, Valdemorillo va a convertirse en un destino de turismo rural. Y, ¿qué hace el gobierno? Pues lo de siempre: mirar para otro lado y quizá pensar que esto es parte de una estrategia innovadora para atraer visitantes.
Y claro, surge la pregunta del millón: ¿en qué dedican su tiempo nuestros representantes municipales? Porque gestionar lo que se dice gestionar no parece ser su fuerte. Si estuvieran trabajando en algo, yo diría que es en un experimento secreto para ver cuánto pueden tardar los vecinos en perder la paciencia. Porque otra explicación no se me ocurre.
Mientras tanto, aquí seguimos, con problemas que se acumulan, soluciones que no llegan y una sensación general de abandono que empieza a ser preocupante. Lo único que nos queda es esperar a ver si algún día alguien se pone las pilas. Aunque, a este paso, quizá lo mejor sería empezar a rezar, porque parece que lo único que podría salvarnos es un milagro.
Gracias por tu artículo, Jesús. Parece (lamentablemente) que nuestra política local es un chiste, un mal chiste, del que el rebaño de más de 200 cabras y ovejas de Cerro 2 es un ejemplo de lo mas grotesco. Antes de verano, ayuntamiento y junta rectora corrieron a ponerse la medalla de una idea que, sobre el papel, es buena, muy buena: tener un 'rebaño-bombero'. Pero una buena idea mal gestionada puede acabar así: con un ayuntamiento que incumple su propia ordenanza de tenencia de animales instalando una granja de cabras en una finca calificada como suelo urbano, en el corazón de una urbanización, en su calle principal, a escasos metros de viviendas y de una parada de autobús donde acostumbran a parar, además, los buses escolares. Un auténtico despropósito que parecen no darse ninguna prisa en resolver, si es que lo quieren hacer. ¿Con qué autoridad moral va el ayuntamiento a imponer a los vecinos el cumplimiento de esa o de otras ordenanzas? ¿O piensa actuar como esos padres de haz-lo-que-yo-diga-pero-no-lo-que-yo-haga? Para rematar la faena, la EUCC ha acometido la construcción de un corral para proteger a las cabras (que viven, por cierto, amontonadas) con cargo ¿a qué partida presupuestaria? Lamentable, sencillamente lamentable.
ResponderEliminarMagnífico artículo que sintetiza una realidad que lleva años manteniéndose en este pueblo con la incapacidad de unos politicos que están para cobrar un sueldo que no se merecen. Pero ninguno se va
ResponderEliminarResulta anecdótico que todavía sigan colgando los plenos de YouTube para que cualquier ciudadano se dé cuenta de la incapacidad que tienen nuestros políticos para una gestión adecuada de Valdemorillo.
ResponderEliminarPero los verdaderos responsables de este desaguisado está en los partidos políticos que no les importa que inútiles estén representando les
Por favor, no des malas ideas, no sea que lo quiten y no podamos salir en la tele los cuatro gatos que la estamos piando.
EliminarFeliz Navidad. Pasadlo bien. Andrés
Andrés, ¿plenos de Valdemorillo o teatro del absurdo?
EliminarEs admirable, casi heroico, cómo los “cuatro gatos” que asistís a los plenos municipales seguís creyendo que vuestras palabras llegarán a algún oído receptivo. ¡Qué ilusión tan bonita! Ahí estamos, representando los intereses del pueblo, sin cobrar un duro, mientras algunos políticos que deberían estar al pie del cañón parecen más interesados en mirar el móvil que en escuchar los verdaderos problemas de Valdemorillo.
Y luego está el espectáculo de los funcionarios de carrera. ¡Qué sincronización! Es casi artístico cómo desaparecen de la sala justo cuando se empezáis a hablar. Será que tienen un radar especial para detectar cuándo se van a abordar los problemas reales, no vaya a ser que se les contagie el sentido común o, peor aún, las ganas de trabajar en soluciones. Eso sí, están presentes, muy atentos, cuando se trata de escuchar la retahíla de trivialidades que algunos políticos sueltan para llenar tiempo. Ahí, ni parpadean.
Por otro lado, es encantador escuchar a ciertos políticos que, lejos de demostrar que tienen algo sustancial que aportar, se dedican a quejarse de que se les "da mucha caña". Pobrecitos. ¿Qué esperaban? ¿Un aplauso por ignorar los problemas de los vecinos? ¿Un premio por evadir responsabilidades? A lo mejor piensan que los plenos son su zona de confort, un lugar para practicar discursos vacíos sin que nadie les cuestione.
Mientras tanto, los problemas de Valdemorillo siguen acumulándose: infraestructuras obsoletas, servicios públicos ineficientes, decisiones opacas… Pero claro, no podemos esperar que quienes deberían liderar el cambio se preocupen por estos detalles insignificantes, ¿verdad? Total, ¿para qué molestarse en escuchar a los vecinos cuando pueden seguir en su burbuja?
Así que aquí seguís, los mismos de siempre, los "cuatro gatos", al pie del cañón. Porque, aunque sea frustrante, alguien tiene que recordarles a estos señores y señoras que la política no es un escaparate ni un club social. Es una responsabilidad. Una que, por lo visto, algunos todavía no han entendido.
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ResponderEliminarLa democracia es, ante todo, un espacio para el diálogo, el debate y el intercambio de ideas. Este modelo político se basa en el respeto mutuo y en la capacidad de disentir sin menospreciar al otro. Sin embargo, cuando los insultos personales toman el lugar de los argumentos, se erosiona la esencia misma de la democracia.
EliminarEn un entorno democrático, la crítica es no solo bienvenida, sino también fundamental. Es la herramienta que permite señalar errores, proponer alternativas y construir mejores soluciones. Pero para que la crítica sea efectiva y constructiva, debe estar libre de ataques personales. Los insultos no aportan valor; al contrario, generan divisiones, cierran espacios de diálogo y desvían la atención de los temas importantes.
Este blog se comprometió a ser un espacio para el respeto y el intercambio de ideas fundamentadas. Aquí, las discusiones se mantendrán en el terreno de los argumentos, no en el de las descalificaciones. Al fomentar un entorno libre de insultos, promovemos un debate que enriquece, en lugar de destruir.
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