SEGUNDA ETAPA. Necesito conectar con el presente para entender la historia
EL DESASTRE DE VALENCIA COMO TELÓN DE FONDO Y EL ACTA DE URBANIZACIONES COMO INCOMPETENCIA LOCAL
La política ha quedado atrapada en una dinámica que parece priorizar la supervivencia de los cargos y las estructuras partidistas sobre la competencia y la gestión profesional. Es comprensible, que las personas sientan que su seguridad y bienestar están en manos de líderes que, no ofrecen respuestas.
La frustración de este ciudadano refleja una realidad dolorosa en momentos de crisis, cuando las promesas de seguridad y protección fallan y las pérdidas son devastadoras. Este malestar expone un problema estructural: mientras en el sector privado las decisiones de contratación y promoción suelen basarse en habilidades, experiencia y resultados, en la política el acceso a posiciones de responsabilidad está más condicionado por la lealtad partidista y la capacidad de sostener la narrativa oficial que por el mérito técnico. Esto crea un desequilibrio en momentos donde la preparación y la rápida reacción pueden salvar vidas.
La queja sobre la falta de dimisiones resalta la desconexión percibida entre los políticos y los ciudadanos. En países donde la política se ha profesionalizado en exceso, los responsables pueden llegar a estar más enfocados en proteger sus posiciones y en minimizar su responsabilidad que en servir y responder adecuadamente ante las crisis. Esto hace que, cuando ocurre una tragedia como la DANA, la falta de respuesta concreta y de una rendición de cuentas real no solo genere indignación, sino también un sentimiento de abandono.
La indignación de las calles es, un grito que exige responsabilidad, que demanda que quienes están en el poder reconozcan sus fallos y cedan su lugar. La ciudadanía espera ver cambios, no solo en la gestión de emergencias, sino en el compromiso de los líderes hacia un verdadero servicio público que anteponga el bienestar colectivo a los intereses partidistas. Este suceso debería ser una llamada a la reflexión profunda, tanto para los políticos como para el sistema en su conjunto, sobre la urgencia de transformar la política en un ejercicio de responsabilidad y competencia al servicio de todos.
Esto me lleva nuevamente a Valdemorillo
En un contexto donde los responsables municipales perciben buenos sueldos, esta dinámica se vuelve especialmente frustrante para los ciudadanos. La percepción es que los cargos políticos deberían estar ahí para resolver los problemas del municipio con conocimientos y habilidades propias, o al menos desarrollar un equipo capacitado para ello, y no simplemente para delegar a terceros. Cuando esto no ocurre, se abre la puerta a sobre costes, falta de control sobre las soluciones propuestas y, en muchos casos, a una dependencia innecesaria de empresas externas que aprovechan esta situación para imponer sus tarifas, por desconocimiento o la falta de alternativas del gobierno local.
La externalización también puede ser vista como falta de responsabilidad en la gestión pública y para evitar los riesgos o el trabajo que conlleva tomar decisiones difíciles, lo que termina siendo una forma de transferencia de responsabilidad. En el caso de servicios básicos como el agua o la luz, la dependencia de estas empresas puede generar no solo un coste adicional para los contribuyentes, sino también una pérdida de control sobre recursos esenciales, afectando la calidad del servicio y los precios.
La realidad es que esta dinámica crea una brecha entre los políticos y la ciudadanía, al final son los ciudadanos quienes terminan pagando esas decisiones a través de impuestos y tasas municipales. Para que un gobierno municipal sea realmente efectivo, es crucial que los cargos electos cuenten con la preparación necesaria o que construyan equipos técnicos sólidos en el propio ayuntamiento que puedan abordar estos temas con rigor y conocimiento.
Esta situación apunta a la necesidad de una revisión del modelo de gobernanza local: sería ideal que los municipios, especialmente los pequeños, cuenten con formación y recursos internos para gestionar sus servicios de manera eficiente. Esto ayudaría a evitar gastos innecesarios y a mantener una estructura de gobierno que priorice el servicio a la ciudadanía y la gestión responsable de los fondos públicos.
El tema, llevado a un ámbito menor, como puede ser la gestión de un municipio, como el mío, me lleva nuevamente a plantear los gobiernos que desde la implantación democrática ha tenido Valdemorillo, todos cobran sus buenos sueldos y cuando hay que abordar algo con cierto rigor, se recurre a la externalización del problema pagando a empresas foráneas que se aprovechan del desconocimiento municipal costando cualquier solución un añadido innecesario que pagamos entre todos como el de servicios de agua y luz.
Es comprensible nuestra preocupación cuando las actas de las reuniones municipales revelan falta de capacidad para resolver problemas de fondo, especialmente si estos problemas llevan décadas sin solución. Cuando un gobierno local depende excesivamente de la externalización de servicios o de la intervención de otras administraciones, en este caso de la Comunidad Autónoma de Madrid, se pone en duda no solo su eficiencia, sino también su compromiso con la gestión directa y efectiva del municipio. Esto es especialmente alarmante si consideramos la necesidad de respuestas rápidas y competentes en situaciones de emergencia, como incendios, que requieren coordinación y recursos propios y bien gestionados.
El hecho de que la resolución de problemas básicos aún dependa de la Comunidad Autónoma indica que el municipio carece de una estrategia local sólida y que su gobierno podría estar evitando asumir sus responsabilidades. Esta tendencia a desplazar la carga hacia instancias superiores no solo retrasa la solución de los problemas, sino que también puede llevar a la desconfianza ciudadana en el gobierno local. Además, este tipo de administración puede ser especialmente problemático en emergencias. La falta de liderazgo local y de una infraestructura de gestión preparada podría resultar desastrosa en situaciones como incendios, donde la rapidez y la claridad en la toma de decisiones son vitales.
Ante esta situación, el gobierno municipal debería ser transparente sobre cómo se están utilizando los recursos y qué esfuerzos específicos están haciendo para dotar al ayuntamiento de autonomía en la resolución de problemas locales. Además, sería útil que la ciudadanía exija planes detallados y que se realicen auditorías de los procesos de externalización para asegurar que estos servicios realmente cumplen con su propósito sin convertirse en una carga adicional para los vecinos. Una revisión de la gestión local, donde los cargos electos se enfoquen en formar equipos capacitados y en desarrollar planes de acción propios, podría ser el primer paso para un cambio real en la eficacia y la confianza en el gobierno municipal.
Estaba pensando en impugnar el acta de esa reunión, cuando alguien me advierte: “Eso no es un acta…” Lo volví a leer. En efecto, ni siquiera borrador de acta, NO LA FIRMA NADIE. Claro que algún santo Varón, Presidente de una ilegal EUCC, podría decirme. “Lo firma Fuenteovejuna”. ¿Fuenteovejuna? “Si Señor, todos a una”. ¡Hay que fastidiarse! No saben de gastos impropios y saben de Lope de Vega. Mucho me temo que, el Ayuntamiento, no esté de acuerdo en firmar. Lástima, que no haya sido el primero en hacerla y pasarla a las Juntas Gestoras y a los vecinos, que también somos se Dios.
ResponderEliminarLo digo porque, en ese acta, se da a entender que, lo de la disolución de las EUCCs, va para largo, largo, largo… Esta es una sensación que yo tengo, por una razón: Resulta que para constituir una EUCC el Ayuntamiento se puede saltar las normas, las leyes, y para disolverlas tiene que seguir no sé qué proceso normativo. Si, a eso, añado que se nos está obligando a pagar un dinero a una entidad ilegal, alegal o lo que sea, menos legal, y nadie me explica el por qué. ¿Qué puedo pensar?
Lo del Servicio de Recaudación es de traca. Tal parece, que se han puesto de acuerdo, el Ayuntamiento y los santos Varones, para seguir persiguiéndonos si no pagamos algún recibo. Espero que, la Señora Tesorera, mire bien los recibos impagados y las razones por las que no se pagan. Por ejemplo: Yo, que hace un tiempo que no pago, a la EUCC Las Mojadillas y que, el Ayuntamiento, tiene mi autorización para cobrarlo de la cuenta dónde cobra mis impuestos, considero que, en esos recibos, que se me pasan y que no quiero pagar, están incluidos GASTOS IMPROPIOS, que yo he pagado indebidamente por estar fuera de las competencias de una EUCC. No digo ya los cerca de 450 €, que teníamos ahorrados para la renovación de la red. El día que haya cubierto esas cantidades, entonces seguiré sin pagar. Hay más…
También hablan de GASTOS IMPROPIOS. Hasta parece que el Ayuntamiento va a intervenir los presupuestos. ¡Oiga! Y las cuentas ¿Qué?
Pasadlo bien. Andrés
La competencia en la gestión es una cuestión que va más allá de cualquier ideología. La eficacia de un gobierno en la administración pública debe evaluarse en función de sus resultados y de su capacidad para resolver problemas, independientemente del espectro político al que pertenezca.
EliminarLa rendición de cuentas es un principio esencial en cualquier democracia. Cuando la ciudadanía percibe una falta de competencia, existen herramientas valiosas para exigir mejoras. La participación ciudadana no solo se limita al voto, aunque este sea fundamental. Las manifestaciones, las peticiones de transparencia y el derecho a la información también son formas efectivas de exigir a los funcionarios públicos que cumplan con sus responsabilidades.
Además, las auditorías y evaluaciones independientes permiten revisar la gestión de recursos y la eficacia de las políticas públicas de manera imparcial, detectando áreas de mejora y garantizando que la administración esté preparada para situaciones de emergencia. Este enfoque asegura que la capacidad para gobernar esté basada en la competencia y no en la ideología, algo que es clave para el bienestar común.
Perdón, no son 450 €, son 450.000 €.
EliminarDe los efectos de la DANA, VALENCIA Y EL GOBIERNO DE ESPAÑA solo una cosa: Mis queridos amigos de la izquierda, lamento vuestro voto y espero que no lo repitáis. Sí, sí, ya sé que en la derecha también mucho sinvergüenza, pues, que los cuelguen a todos por la pata derecha. Pero, por favor, inmediatamente después, que cuelguen, por la pata izquierda, a los de la izquierda. No sé si tendremos árboles para tantos.
ResponderEliminarPobres nietos.
Pasadlo bien. Andrés
Andrés, la idea de ser cristiano y socialista a partir de una convicción evangélica tiene un sentido profundo en un contexto que pone un gran énfasis en la justicia, el cuidado de los oprimidos, y la distribución justa de los recursos. Jesús enseñó sobre la compasión, la generosidad, y la responsabilidad hacia los más necesitados, lo cual, en términos prácticos, resuena con algunos de los ideales del socialismo.
EliminarPara muchas personas, el cristianismo y el socialismo comparten una preocupación común por el bienestar colectivo y una visión de comunidad que trasciende el interés individual. Y entiendo perfectamente por qué etiquetas adicionales, que tienden a dividir o manipular la esencia de esas creencias, puedan ser irritantes o parecer fuera de lugar. A fin de cuentas, si tu compromiso social nace de una interpretación del Evangelio, no debería necesitar adornos ni adaptarse a expectativas ajenas.
Lo importante, creo, es mantenerse en la línea de lo que se cree éticamente correcto y evangélicamente justo, sin dejarse arrastrar por etiquetas o prejuicios que puedan tergiversar esa esencia.
cuando la compasión y la empatía se colocan por encima de divisiones ideológicas o intereses personales, podemos construir sociedades más fuertes y resilientes. Situaciones difíciles, como lo ocurrido en Valencia, deberían recordarnos el valor de la unión humana más allá de las diferencias y hacernos ver que, si no aprendemos de estas experiencias, estamos destinados a repetir errores dolorosos.
Es muy fácil que las ideologías, en teoría, concebidas para el bien común, se desvíen por intereses particulares. Pero cuando priorizamos la solidaridad y el apoyo mutuo, construimos un cimiento más sólido para enfrentar futuros desafíos, como comunidad y como sociedad.
los ideales de una democracia representativa se desvirtúan ante la falta de responsabilidad y transparencia en el ejercicio del poder. En una democracia verdadera, los políticos deberían estar al servicio de la ciudadanía, y sus responsabilidades deben estar claras y bien asumidas, especialmente en situaciones tan trágicas como la de Valencia.
Cuando los líderes y partidos se desvían de su papel fundamental y priorizan intereses propios por encima del bien común, traicionan los principios democráticos que en teoría deberían defender. Las dimisiones en casos de negligencia no solo son un acto de responsabilidad, sino también de respeto hacia las víctimas y sus familias, y una forma de restaurar la confianza pública. Es crucial que los partidos y sus representantes asuman su papel como voces de la sociedad, no como sus beneficiarios, y que actúen con la transparencia, empatía y responsabilidad que una democracia real demanda.
Siento frustración q por el estado actual de las cosas, y si no fuera tan mayor, exigiría cambios para recordar a los políticos que, en última instancia, su rol es representar y proteger a la ciudadanía, no servirse de ella.
La transparencia y la rendición de cuentas son fundamentales para fortalecer la confianza en el gobierno municipal, y es crucial que la ciudadanía esté informada y participe activamente en estos procesos. Al exigir planes detallados y auditorías, se establece una vía de control que puede garantizar que los recursos se utilicen de manera eficiente y que las externalizaciones aporten un verdadero beneficio a la comunidad.
ResponderEliminarLa idea de fortalecer la autonomía del ayuntamiento para resolver problemas locales es también clave, pero mira como en cuatro años no han resulto el momio de las urbanizaciones. Esto no solo le permitiría responder de manera más ágil a las necesidades de los vecinos, sino que evitaría la dependencia excesiva de servicios o entidades externas, que a veces pueden generar sobrecostos y, en algunos casos, ineficiencias. La formación de equipos capacitados y comprometidos con el desarrollo de soluciones locales y sostenibles fortalecería la eficacia del gobierno municipal, y además, aumentaría la confianza de los ciudadanos en la administración local.
Por último, un enfoque en el desarrollo de planes de acción propios, en lugar de depender de soluciones impuestas desde fuera, permitiría al gobierno municipal avanzar en la creación de políticas públicas más alineadas con las necesidades específicas de su comunidad.
La afirmación parece apuntar a una crítica fundamental de ciertos políticos, como señala el Profesor González, destacando dos problemas principales: la incompetencia y el costo elevado. En esencia, no solo fallan en su desempeño y en satisfacer las necesidades de sus comunidades como es el asunto de las urbanizaciones, sino que además representan una carga económica significativa para el presupuesto público, ya sea por salarios elevados, gastos innecesarios, o decisiones financieras cuestionables.
ResponderEliminarEl Profesor González, en su crítica, probablemente argumenta que estos políticos no solo desperdician recursos sin contribuir con soluciones efectivas, sino que también desvirtúan la finalidad del servicio público, que debería ser eficiente y dirigido al bien común. Al ser “muy caros”, representan una doble pérdida: tanto por lo que cuestan como por lo que dejan de aportar en términos de desarrollo y bienestar para sus comunidades.
La frase en sí subraya la necesidad de mayor responsabilidad y transparencia en la administración pública, con una demanda implícita de que los políticos estén mejor preparados, actúen con eficiencia, y mantengan un compromiso real con la ciudadanía, minimizando costos innecesarios y maximizando los beneficios para la comunidad.