LO OCURRIDO EN VALENCIA DEBE ENSEÑARNOS
URGENTE NECESIDAD QUE LOS POLÍTICOS TENGAN CAPACIDAD TÉCNICA Y DISPOSICIÓN PARA ACTUAR CON TRANSPARENCIA
Los últimos acontecimientos en Valencia evidencian, una vez más, la falta de capacidad y responsabilidad de algunos políticos ante situaciones de crisis. En momentos en que la población necesita respuestas inmediatas y efectivas, las deficiencias en la gestión pública quedan expuestas de forma dolorosa.
Los líderes, en lugar de ofrecer soluciones y asumir responsabilidades, parecen más enfocados en señalar culpables y proteger sus posiciones, lo cual aumenta el desencanto y la frustración de la ciudadanía que demostró rabia e indignación.
Este tipo de situaciones ponen en evidencia la falta de previsión, la escasa coordinación y, en muchos casos, la falta de preparación para hacer frente a emergencias que afectan gravemente a la gente. En un contexto de pérdidas humanas y destrucción material, la política debe estar al servicio del bien común y no de los intereses partidistas o personales. Sin embargo, la incapacidad para asumir errores y la tendencia a evitar cualquier tipo de dimisión ante la falta de resultados solo incrementa la desafección de la sociedad hacia sus representantes.
La tragedia valenciana nos recuerda la urgente necesidad de líderes que no solo estén a la altura de las circunstancias en términos de capacidad técnica, sino también en su disposición a asumir la responsabilidad y actuar con transparencia y compromiso hacia aquellos a quienes representan. La tragedia ha dejado en claro la magnitud del daño, con una cifra desoladora de víctimas y una destrucción generalizada. Sin embargo, en lugar de asumir responsabilidades, los líderes han optado por lanzarse acusaciones mutuamente, en un intento de trasladar la culpa al adversario político, mientras ninguno asume el costo político que esta tragedia demanda.
Momentos como estos dejan ver que no se trata solo de la falta de capacidad en la gestión de crisis, sino también de la falta de empatía y de responsabilidad para actuar en beneficio del interés común. Por eso hoy vuelvo a expresar una crítica intensa hacia la política actual, subrayando cómo los partidos parecen ver a los votantes como una "clientela" más que como ciudadanos conscientes. Esta dinámica, en la que se opta por estrategias superficiales y manipuladoras para retener apoyo, tiene un efecto corrosivo sobre la relación entre políticos y votantes y subestima la inteligencia y el discernimiento del electorado.
En la derecha, el texto apunta a la crisis de confianza que enfrenta el Partido Popular (PP), particularmente en Valdemorillo. El desencanto ciudadano debido a casos de corrupción y los resultados cuestionables de sus políticas han llevado a un crecimiento en el apoyo hacia VOX. El PP, por tanto, necesita formular proyectos tangibles, cumplir promesas y mejorar la claridad y calidad de su discurso si no quiere perder espacio en la arena política.
En resumen, de cara a las próximas elecciones, la atmósfera de desencanto e insatisfacción es palpable. Temas como la corrupción, el fraude y la gestión de urbanizaciones han generado una desafección marcada hacia la clase política. La ciudadanía, cansada de promesas vacías, espera una mejora en la calidad de la política y en la responsabilidad de los líderes. Para recuperar la confianza pública, los partidos tendrán que subir el nivel y ofrecer soluciones reales y transparentes a los problemas de fondo.
Sin darnos cuenta estamos como estábamos. El bipartidismo rezuma la modernidad de la hojarasca, y todos, claro, se suman a la moderdad. Que el PSOE recapacite sobre y que el PP asuma responsabilidades gubernativas, que recupere la visión el ciego, que no haya ni hambre ni sufrimiento en el mundo, que no le tiren barro ni al jefe del estado ni a la pobre Leticia, que ha sido un bacheo y lo ha presenciado el planeta entero, y que no quieran linchar a los gobernantes que eligieron, porque pueden elegir los, votando, porque la democracia, se hartan a pregonar lo, es lo mejor del mundo. PPSOE, el partido más moderno del mundo.
ResponderEliminarNo Iván, estamos mucho peor que estábamos. Si el bipartidismo es malo, ¿Qué es esta democracia? Si esto es una democracia, maldita sea la democracia. A mí me parece una dictadura con dictador a la cubana, a la venezolana, a la rusa, a la china o a la coreana, del norte, claro.
EliminarEn una dictadura, sabes que tienes que derrocar a un “artista”, aquí se han juntado unos cuantos “artistas” para conseguir que, ese al que apoyan, les de las migajas de poder que necesitan para ser en sus “reinos de taifas” reyezuelos de la nada.
Antes, a la política llegaban los mejores, también había algún sinvergüenza que otro. Ahora llegan a los puestos más altos lo mejorcito de cada partido y así nos va.
No critiques a los votantes, la mayoría son gente ignorante que se creen lo que les cuentan en las campañas electorales, que más engañosas no pueden ser.
Criticas a PP y PSOE. Por favor, ¿Has hecho algo de autocrítica sobre PODEMOS? ¿Te has olvidado ya del “casoplón”… Por cierto, he oído hoy que la causa de ERREJÓN se ha archivado provisionalmente. ¡¡¡¡TIÉ MIGA, ESTO!!!!
¿Sabes lo que llevo cada día peor? Que el PP se ha tragado demasiada ideología de la izquierda.
No quiero seguir…
Pasadlo bien. Andrés
Ya no existe derecha ni izquierda y hasta que no asumamos eso seguiremos insistiendo en el error,pp y psoe son lo mismo, pero utilizan distinto discurso para
ResponderEliminarconfundir a los votantes,pero las
políticas son las mismas en ambas
formaciones y no lo digo yo,lo dijo
Pons del pp " El pp y psoe votamos
de la mano en Europa" y ¡¡Aquí!! (eso lo digo yo).
Los dos llevan el pin de la A2030.
Vox es la disidencia controlada, que como claro ejemplo en Valdemorillo gobierna junto al que luego crítica,pero todo sea por la "pasta".
La raíz del problema es el sistema y la falta de empatia para con el ciudadano y sus problemas del día a día y eso ningún partido nacional lo va a cambiar y solo el ciudadano,como sociedad civil, uniendose ya sea mediante agrupaciones o partidos locales puede mejorar la dinámica hasta que un cambio en el sistema electoral,si se produce,pueda cambiar a mejor la política nacional.
Amigo anónimo, teniendo en cuenta que, en esta España, hoy gobiernan las izquierdas “sanchístas”, y algunos habláis de que no existen izquierdas y derechas, yo pienso que sí, que existen. Me atrevo a decir que hoy, las izquierdas, con el discurso de que trabajan para la igualdad de todos, engañan al ciudadano mucho más que las derechas. Solo hay que escuchar a nuestro buen Pedro. Y ver cómo le siguen creyendo. Otra cosa: Independentistas, filo-etarras y/o gente que haya pasado por la cárcel fuera de las listas.
EliminarLas asociaciones vecinales, ciudadanas, locales… es posible que tengan más empatía con el ciudadano y sus problemas del día a día. De partidos locales, por favor, ¿Has visto algún pleno en Valdemorillo? En el tema de la disolución de las, mal llamadas, EUCCs, porque no lo son, por no haber sido recepcionadas, son igualitos que el Equipo de Gobierno, si algo las defienden es con la boca chica. ¿Chica? Microbiana, diría yo.
Estoy de acuerdo contigo en cambiar la ley electoral: El grupo que no saque el diez por ciento de los votos, no entra. Eso, a todos los niveles, local, autonómico y estatal. Para las nacionales, añadiría que fuera una jurisdicción única y cada votante un voto, todos del mismo peso. Añadiría una segunda vuelta, entre los dos primeros y gobernaría el más votado.
Otra cosa: Hay muchas leyes que, para aprobarlas, debieran aprobarse con mayoría de tres quintos, dos tercios, según.
Me parece que estoy diciendo demasiadas tonterías. ¡Bueno! Da lo mismo, todo seguirá igual.
Pasadlo bien. Andrés
Exactamente. La ironía de la crítica mutua entre el PP y el PSOE, que se acusan y desacreditan en cada ciclo electoral, se vuelve casi absurda cuando se observa que, en lo esencial, ambos partidos han contribuido a la continuidad de un sistema que poco cambia. Aunque en teoría representan opciones ideológicas opuestas (centro-derecha y centro-izquierda), en la práctica muchas de sus políticas y prioridades convergen o, al menos, mantienen un statu quo que garantiza su supervivencia mutua en el poder.
ResponderEliminarTambién es una anécdota que una parte importante de la población critican a uno y a otros como si se defendiera opciones muy distintas. Pero la crítica se hace aún más punzante si consideramos cómo los medios de comunicación y los discursos políticos alimentan una imagen de enfrentamiento casi teatral, donde cada partido parece el "enemigo" del otro. Sin embargo, cuando se trata de cuestiones estructurales como el modelo económico, la distribución de poder, o incluso algunos temas de corrupción, las diferencias entre ellos no siempre son tan notables. Es decir, su rivalidad parece ser más de fachada que de fondo.
Este vaivén de críticas sin sustancia real termina frustrando a una parte significativa de la ciudadanía, que siente que el sistema de partidos no representa cambios significativos y que, sin importar quién gane, las condiciones de fondo para el ciudadano promedio cambian poco o nada. Es una especie de teatro político, donde las promesas de modernización y progreso apenas alcanzan para cubrir la falta de transformación real en el sistema.
Pilar, totalmente de acuerdo. Solo una cosa: Las condiciones del ciudadano han cambiado para muy mal. Los impuestos han subido un disparate, la gente joven se las ve y se las desea para independizarse, no hay viviendas asequibles, el trabajo está, como está. Nos salva una cosa y es que NUESTRA ECONOMÍA VA COMO UNA MOTO. No lo digo yo, lo dice don Pedro.
EliminarPasadlo bien. Andrés
En las recientes elecciones al Parlamento Europeo, los partidos de extrema derecha y los euroescépticos han ganado considerable fuerza, particularmente en países clave de la Unión Europea como Francia y Alemania. Este incremento refleja una creciente insatisfacción en algunos sectores con el modelo europeo actual y el deseo de cambios profundos en las políticas comunitarias.
ResponderEliminarNo obstante, a pesar del avance de estos sectores, las fuerzas tradicionalmente proeuropeas : el Partido Popular Europeo (PPE), los Socialistas y Demócratas (S&D), la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa (ALDE) y los Verdes, todavía conservan la mayoría en el Parlamento. Sin embargo, su control ha disminuido, pasando de un 69% de los escaños en la legislatura anterior al 63.3% actual. Esta pérdida refleja un cambio, aunque no absoluto, en el equilibrio de poder, lo que indica un Parlamento Europeo más fragmentado.
La disminución del dominio de los partidos proeuropeos podría obligarlos a buscar alianzas más amplias y a considerar algunas demandas de los euroescépticos. La presencia incrementada de estos últimos sugiere que algunos sectores de la ciudadanía europea están demandando una revisión o transformación del proyecto europeo, aunque sin una mayoría suficiente para imponer un cambio radical.
Parece que en Valdemorillo se está viviendo una situación en la que los partidos tradicionales no están conectando de forma efectiva con las necesidades y expectativas de la población. Este tipo de desgaste de los partidos establecidos es un terreno fértil para el crecimiento de fuerzas alternativas como VOX, que podría beneficiarse si esos partidos no logran ajustar su estrategia.
El descontento con la falta de compromiso o de resultados tangibles puede impulsar a los votantes a buscar una alternativa, y en este caso, VOX podría convertirse en una referencia, especialmente si logra comunicar una postura clara y una presencia activa en los temas que más preocupan a los habitantes de Valdemorillo.
Santiago y el resto de políticos tradicionales deben tomar nota: sin una reacción concreta y visible que demuestre un interés real por los problemas locales y una voluntad de cambio, es posible que los votantes se inclinen hacia opciones más radicales o nuevas. A estas alturas, los partidos tradicionales no pueden permitirse dar nada por sentado, ya que el electorado parece más dispuesto