Coincido con algunas personas de mi generación
La “posverdad”, manejada por los políticos es: un atentado a la inteligencia.
Empecé a ver el debate entre el Presidente del Gobierno y el candidato del PP en Antena 3; no pude resistir más de cinco minutos. Inmediatamente, la indignación por lo que decían y como lo hacían, me llevo a dejar de verlo y dedícame a otro menester bien distinto.
En el fondo me siento convencido que hay verdades que resplandecen siempre, otras que no lo hacen nunca y otras que lo parecían, pero luego no eran verdades en absoluto. Lo importante es buscar siempre esas verdades que nos hacen ser mejores y contribuyen al desarrollo de la humanidad dentro del binomio inseparable de respeto y libertad.
En política, a eso, ahora, se llama posverdad
Con una reiterada afirmación de puntos de discrepancias en los cuales las réplicas fácticas o hechos, son ignoradas. La veracidad, tiene una importancia secundaria es algo que denota que los hechos objetivos son menos influyentes, en la la opinión pública, que la apelación a las emociones y creencias personales. Bajo estos términos, para influir en la opinión pública se deberá elaborar discursos fáciles e insistir en lo que puede satisfacer los sentimientos y creencias de la audiencia, más que en la realidad. Lo cierto es que se debería identificar la posverdad con la mentira y las mentiras han existido siempre y, por tanto, nos encontramos frente a un neologismo fruto del capricho. Entonces, ¿debemos tomarnos en serio esta palabra?....!.yo prefiero que no sea así!
La proliferación de noticias falsas por Internet, a comentarios insultantes que rozan la difamación volcados todos los días en las plataformas de comunicación on line, y al descrédito de las instituciones a través de comentarios (muchas veces anónimos)
Consecuencia inmediata de la posverdad es desconfianza frente a los discursos públicos, pero no por su contenido, que puede ser cierto e incluso científicamente demostrado. La desconfianza que genera la posverdad se fundamenta en que el mensaje puede servir a un fin oculto. ¿Refleja esta idea algo real sobre nuestra sociedad y el modo como nos conducimos en ella?
Parece que la pos veracidad solo puede surgir en momentos como el que vivimos actualmente, en que existe una actitud de descrédito hacia los discursos públicos porque esperamos que tal información no transmita toda la verdad. Podríamos pensar que debemos evitar el dramatismo, puesto que seguimos consumiendo noticias, y estas aún siguen transmitiendo muchas verdades. Sin embargo, grandes sectores de la sociedad creen que la verdad ha perdido valor, que ha sido derribada.
En el fondo debemos identificarnos con nosotros mismos siendo libres, responsables, con un fin, una trascendencia y un sentido que nos permita vivir la verdad, para aprender a pensar con verdad, para buscar la verdad allí donde no se manifieste.
Hay que rendir culto a la verdad
Nuestra mente debe estar hecha para percibir la verdad, para aprender a pensar con verdad, para buscarla dentro de nuestro entorno habitual: ya sea el trabajo, la política, la familia…. Para que en nuestra expresión verbal este permanentemente la verdad y con expresiones que muestren: sinceridad, calor, lealtad y franqueza. Hay que rendir culto a la verdad de nuestras palabras haciendo de ellas vehículo de lo que pensamos.
Pensar que la verdad puede ser matada puede dejarnos perplejos, pero esto ha venido ocurriendo para el caso de su valor en la sociedad. Por este motivo la cuestión de la posverdad no es superflua. Podemos vivir gobernados por ella, y participar activamente en su dinámica sin darnos cuenta. Esto se daría a través de una actitud derivada de la justificación de nuestras propias mentiras, y por acostumbrarnos a vivir en un ambiente en el que se discrimina la verdad en función de los intereses personales.
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