Casi 1/4 de los contratos Públicos pertenecen: a trabajadores cuyo mérito es tener una relación cercana con su empleador

 

El enchufismo, ni se crea ni se destruye, se transforma como la materia.

En el país en que vivimos cualquier cambio de gobierno municipal, se presenta con demasiada frecuencia como un canje de régimen local. Somos así de tremendos y parece como si el mero traspaso de la gestión municipal subiera de categoría con la llegada de unos nuevos valores políticos.

En España siempre se ha dicho que: "quien tiene padrino se bautiza",  muestra  en el refranero popular de que la endogamia sistémica está fuertemente arraigada en el pensamiento del español como un mal necesario que no tiene solución posible. La corrupción se percibe como un mal endémico. Sus manifestaciones son poliédricas, y se extienden a conductas institucionalizadas en múltiples áreas. En recursos humanos, como se venía llamando hasta ahora, la corrupción se representa por medio del enchufismo, que en el Ayuntamiento se denomina NEPOTISMO.

Más de un cuarto de los contratos públicos pertenecen a trabajadores cuyo único mérito es ser de una familia influyente o tener una relación cercana con su empleador, ósea el político de turno. Son los enchufados, personas que han logrado un sueldo fijo en la Administración sin pasar ni un solo examen. Y hay que tratar de encontrar respuestas ante este problema laboral, porque el trabajador que entró a trabajar el ayuntamiento por méritos propios ni se atreve, ni dispone de dinero, ni tampoco ganas para denunciarlo. Porque  en definitiva, la sociedad, como la manada de lobos, se degenera por la endogamia, pero las crisis sistémicas, como ésta, suponen un cambio radical, que tambaleó los cimientos  existentes, y favorece la erradicación de procesos viciosos.

Así, podríamos preguntar, ¿si es el fin de un "régimen" que  lleva más de 30 años controlando el poder municipal de Valdemorillo?, siempre de la mano de una honorable familia del pueblo y sin haber puesto el mínimo interés hacia la parte mayoritaria de la población que reside en las urbanizaciones.  Sin embargo, los políticos, de forma claramente hipócrita, alaban las bondades de la alternancia en el poder, como síntoma de salud democrática. Aplauden el cambio y el relevo en el poder, pero siempre que no les toque a ellos hacer las maletas. Lo que es necesidad de cambio donde no gobiernan, es necesidad de seguir afianzado el progreso donde sí lo hacen.

En un cambio de Gobierno que se ha extendido demasiado en el tiempo, al aparecer como cambio de régimen, la incomodidad de algún favorecido haciendo las maletas, adquiere cierta relevancia. Si a los enchufados de forma directa se añaden los que trabajan o suelen “trabajar desde el exterior”, el volumen de personas afectadas es mayor.

El relevo de un partido por otro no termina con la práctica del enchufe porque está científicamente probado, que el enchufismo ni se crea ni se destruye sino tan sólo se transforma, como la materia. El gobernante necesita sus colabores y turiferarios, su servicio de agitación y propaganda, sea de un partido o de otro. En todo caso, no parece recomendable que el político que se instale en el poder practique ese mismo sectarismo que denuncia a la hora de valorar el trabajo de quienes pueden aportar algo al progreso para Valdemorillo, al margen de que hayan colaborado en etapas de gobiernos anteriores. El próximo Alcalde o Alcaldesa debería desconectar a todos los enchufados e innovar. Se puede y debe defender el freno al “enchufismo digital” y sustituirlo por los concursos, pero no se puede descartar de forma apriorística a todo aquel que se le identifique con otro régimen. Y más si reparamos en cómo se hacen, a veces, algunos concursos.

Sin transparencia, es imposible conocer la realidad, aunque se quiera

Artículo 103 de nuestra Carta Magna establece que: La Administración Pública sirve con objetividad los intereses generales y actúa de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración y coordinación…Seguidamente el artículo 105 afirma que la ley regulará el acceso de los ciudadanos a los archivos y registros administrativos…. 

La transparencia, el acceso a la información pública y las normas de buen gobierno deben ser los ejes fundamentales de toda acción política. Intento acceder frecuentemente al portal de Transparencia de este Ayuntamiento y la información es exigua, imprecisa y escaso concreta. A pesar del tiempo desde su implantación. De disponer de demasiados concejales con dedicación exclusiva, que podían actualizar y rellenar toda la información precisa con ayuda de algún funcionario. 

Termino de leer "El ascua pa mi sardina", de Andrés Matas, y sigo alucinando con alguna posición, antes interesada, de un gobierno que fue todo un ejemplo referencial de provecho y del que escribiré, aportando datos informáticos que producen escalofríos.  

 

 


Comentarios

  1. Es fácil hablar de este asunto a nivel general, en el fondo, el que más y el que menos ha conocido a algún enchufado. En la empresa privada también se da. Es más criticable en la Administración, al fin y al cabo, queremos que, nuestro dinero, se utilice bien, que no se tire pagando a alguien que no sabe hacer la o con un canuto, cosa que ocurre muchas veces. Véase el panorama nacional.
    Yo no sé, si el catorce por ciento de las personas que trabajan, de una manera o de otra, en el Ayuntamiento de Valdemorillo, han hecho una oposición para ocupar el puesto que ocupan. Seguro que hay, más de uno, que ha encontrado el puesto por ser quien es y amigo o familiar de este o aquél. El problema es que el Ayuntamiento no ha funcionado bien, ni funciona. Eso no quita que no se hayan hecho cosas bien y muy bien. El funcionamiento de cualquier “agrupación social”, empresa o administración, no es bueno o malo por culpa de los “enchufados”, suele ser una consecuencia del saber hacer de las personas que dirigen.
    En el caso que nos ocupa, hay dos tipos de dirección, a saber: Los políticos y los funcionarios de primer y segundo nivel. Los demás, hayan entrado a dedo o con una oposición, más o menos “regulada”, suelen hacer lo que se les manda o se les permite.
    La trasparencia por la que lloras o lloramos, choca, muchas veces, con la Ley de Protección de Datos. ·Esta Ley, como muchas, en mi opinión, está hecha para uso y disfrute de los que las han hecho, que son los que mandan. Qué, para nuestra desgracia, los ponemos nosotros, crédulos ignorantes de esta tierra. Claro que, cada cuatro años podemos cambiarlos, de hecho, algunos cambian, otros se quedan. Suele agravarse el problema, si alguno de los dirigentes, además de haber llegado por “enchufe”, es un inútil.
    Disfrutad del sol que sale todos los días.
    Pasadlo bien. Andrés

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    1. Es normal que una empresa privada se tome referencias de las personas que trabajan en ella para que se incorporen al trabajo profesionales competentes de su entorno próximo, con el conocimiento de que si no están preparadas hoy posiblemente sean despedidas. Lo que no parece lógico, es incorporal hoy al trabajo público personas incapacitadas para esa función por el hecho de ser: primos. Sobrino... del alcalde de turno, o del cacique que tenga poder centro del ayuntamiento.
      Me encantaría trabajar en el ayuntamiento y no tener que ir todos los días a Madrid, sin embargo, esa posibilidad hoy me es negada por el hecho primero de vivir una urbanización y no tener ningún tipo de relación con nadie próximo al poder del ayuntamiento.
      Cuando hay un trabajo en el ayuntamiento, lo primero que se debe hacer es anunciar ese trabajo para ver cuántas personas, que viven en el pueblo, les interesa. Si el número de personas es importante realizar un análisis de quién está más cualificado, incluso si es preciso realizar una prueba objetiva con un tribunal constituido por trabajadores y trabajadoras del ayuntamiento. Me parece una pasada utilizar ese procedimiento en la inmensa mayoría de las veces.

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