No encuentro la isla donde Robinson Crusoe construyo al hombre nuevo.

 

Y dónde apoyar un modo de vida sin materialismo.

Mis amigos y amigas me pregunta ¿cómo, a pesar de la que está cayendo, sigues creyendo que este mundo tiene remedio? y que “la isla de Tomás Moro representa un lugar para la Utopía". Es lógico, una sociedad perfecta no podía estar vinculada al mundo que hasta el momento se conocía. Debía situarse aislada, apartada, como el mismo Cielo.

Muchos de los que nacimos en los cuarenta/cincuenta, somos seres políticos y algunos nos arrimamos a una utópica sociedad que nos ha rondado desde jóvenes. Incluso opinamos que, según van pasando los años, los postulados de Marcuse o Tomás Moro van quedando olvidados por los avances científicos y el crecimiento de población,  una población cada vez más materialista que se ha triplicado en medio siglo. 

Debo decir que  el mensaje Evangélico, para mí,  ha supuesto una referencia de vida que rompe  con un materialismo alejado de la vida de Jesús de Nazaret, que coincide, en cierto modo, con la crítica que realiza Marcuse a la sociedad del hombre unidimensional que es víctima de su propia impotencia. Creo que esta manera de entender la vida  responde a las preocupaciones del izquierdismo  estudiantil de la década de 1960.

¿La Utopía no sirve por su falta de realismo? ¿Cómo imaginamos la sociedad en la que nos gustaría vivir? Estamos más acostumbrados a criticar la sociedad en la que vivimos que a exigir medidas para resolver los problemas que detectamos; pero sin embargo, se nos presenta una sociedad futura en la que nuestros recursos naturales se habrán agotado,  triunfarán toda suerte de absolutismos y la inteligencia artificial se impondrá ¿no resultaría útil tener una imagen de nuestra sociedad ideal a la hora de valorar la diferencia?

Es mi opinión para las personas de mi generación: la tradición utópica está ligada a los orígenes del pensamiento universitario antifranquista que aprovechó ensayar principios sociales como: la democracia, la situación de la mujer, la abolición del trabajo infantil o la educación universal…. Hoy, sin embargo, son una realidad, por lo que hay que preguntarse:

•  ¿La izquierda actual sigue luchando contra la falta de imaginación?
• ¿El realismo del pensamiento pre moderno de  tradición utópica, nos arroga cierta capacidad de actuar sobre el entorno para intentar cambiarlo?

Por esta razón un jubilado providencialista, se pregunta nuevamente:

• ¿Hasta qué punto la izquierda actual sigue con esa ausencia de imaginación para abordar con arrojo los retos contemporáneos como son: la crisis económica, la migración y el cambio climático?
• ¿Es posible la utopía, para una sociedad ideal, que sirva de inspiración un proyecto con un programa político de aplicación más inmediata?
•  ¿Es posible tener un gobierno en este pueblo que sea capaz de interesarse únicamente por Valdemorillo y su gente, apartando definitivamente sus intereses personales ?

No tengo demasiadas esperanzas, mientras que nuestra sociedad circule por las vías del materialismo puro y duro y los principios utópicos queden aparcados para los ilusos como yo. Hablamos de un fenómeno nuevo que atraviesa una crisis religiosa dentro de un marco de neoliberalismo de mercado total y global. Un grosero materialismo sobre los seres humanos y sus necesidades, y un reduccionismo de la persona a la condición de instrumento consumista. Estamos llamados a ser libres, responsables y  portadores de valores. Además la espiritualidad es el aliento que  nos inspira e impulsa a un determinado modo de ser. La espiritualidad no es una simple parcela territorial de lo humano, es una manera de existir orientada a una humanización plena e integral. Se trata de un modo positivo de ser y de vivir que se expresa en actitudes, hábitos y estilos de vida.