Nos toca vivir en un mundo en el que muchos hombres buenos y comprometidos no necesitan la Fe,

 

Incluso algunos niegan su existencia.

Y no se trata solamente de posturas individuales sino de un fenómeno social amplio y difuso que condiciona la visión del mundo, el modo de entender la vida, los criterios de valor, los comportamientos, la convivencia...

La cultura de nuestra sociedad está fundada en planteamientos profundamente materialistas. Un mundo en el cual para ser justo, limpio de corazón y comprometido no se precisan de la Transcendencia.

Ciertamente, a todos los que nos consideramos  creyentes nos resulta difícil navegar en medio de tanta contradicción, ahora más que nunca necesitamos la fuerza del Espíritu  cuando la jerarquía católica se aparta tanto de la realidad evangélica. El aire fresco que despertó el Papa Francisco choca frontalmente con los intereses de la curia romana, demasiado acostumbrada al lujo materialista, mientras parte del mundo pasa hambre y sufre persecución. Otra parte,  se confiesa creyente y se aprovecha del poder para robar y vivir  a costa de los más necesitados. 

El espíritu científico fruto de las grandes conquistas.

Las ciencias positivas en este siglo XXI, los innumerables avances técnicos y tecnológicos  han modificado nuestro modo de vivir, cambiando la concepción que el hombre ha tenido de sí mismo. Los avances nos han presentado un modo de vida más fácil, incluso  desarrollado robots con inteligencia artificial capaces de manipular objetos y facilitarnos nuestra existencia; los avances mediáticos e informativas y la lucha contra las enfermedades nos posicionan en otro estamento vital . 

Y de una manera muy especial el consumo que nos invade, la posesión material de las cosas. Tal vez por eso, no es extraño que la indiferencia religiosa afecte a un gran número de personas, su práctica  ha perdido relevancia vital. Las mismas formas de vida contribuyen a que los jóvenes pierdan la capacidad de preguntarse por su origen y el sentido último de su existencia. Sin embargo, en otro tiempo no muy lejano, la Fe era capaz de dar respuesta a sus necesidades, inquietudes e interrogantes. Los bienes que la ciencia y la técnica aportan a la persona y a la sociedad hacen que el hombre se embriague con sus conquistas y se fascine, excluyendo  la Trascendencia. 

¿Para qué sirve la Fe si la ciencia lo explica todo?.  

Hemos superado a Marx, cuando afirmó que la religión era el opio del pueblo. Ya que nosotros hemos creado  un antagonismo entre la ciencia y la Fe como incompatibles, y si nos posicionamos en  la ciencia, la Fe nos resulta misteriosa, incomprensible. Por eso los avances de la ciencia y de la técnica han traído consigo en el mundo occidental la expansión económica y la sociedad del bienestar con un espíritu desmedido de consumo, un exceso de bienes que se traducen en materialismo. El poder material tiende a convertirse en un fin en sí mismo; lo superfluo se hace necesario, el hombre se convierte en un consumidor, lo que acaba generando en él un ansia insaciable de tener y poseer. Se siente desgraciado si tiene menos que los demás y acaba siendo insolidario, porque olvida a los más pobres y contribuye indirectamente a su explotación. 

Las consecuencias del consumo y el materialismo.

La magnitud y complejidad alcanzadas por el fenómeno del consumo es uno de los aspectos característicos de la sociedad contemporánea. A medida que atiende a necesidades de autorrealización, el consumo se hace cada vez más personal, autónomo e impredecible. Por otra parte la publicidad se dirige a promover la adquisición irreflexiva de bienes y servicios, lo que se conoce como compra impulsiva. 

Este materialismo nos hace vivir sacando el máximo provecho de nuestra existencia y prescindiendo de cualquier creencia con cierta Trascendencia. Y lo que es más importante, el consumo y una parte importante de los avances tecnológicos nos están arrastrando a lo que se ha dado en llamar "El Cambio Climático" que puede llevarnos a una involución irreparable para la vida que nos afectará a todos por igual, pero los pobres lo pasarán peor.


Dedicatoria. A mi buen amigo Antonio Vallés, deseandole lo mejor.


Comentarios

  1. El momento histórico en que vivimos ahora está absolutamente materializado cualquier planteamiento de tipo utópico resulta el margen de la realidad.

    El nombre necesita de la utopía para conseguir una cierta estabilidad de vida, la religión ha supuesto durante muchos años es utopía que en la actualidad se ha ido disipando fundamentalmente en la gente joven absolutamente materialista.

    Es indudable que debemos vivir con buena conciencia de nosotros mismos. Por eso hay personas curtidas en la golfería que no saben lo que es tener buena conciencia e intentan seguir adelante como pueden. Estas personas tienen una vida sabrosa vienen en su familia, en su trabajo, o con sus amigos y le busca de felicidad es una asignatura pendiente permanentemente

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  2. Vaya por delante mi máximo respeto para todas las creencias religiosas. No hay que minar el cred de las personas, indudablemente la fe y la religión ayuda en muchos casos a sobreponerse a la angustia y la pesadumbre.
    SIN RELIGIÓN SE PUEDE VIVIR, SIN ÉTICA NO, cierto que ética y religión se dan la mano en un 90% La religión nos dice lo que podemos esperar, la ética lo que debemos hacer. Existen 10000 religiones, la ética es universal. El problema no es la falta de fe, el problema es el derrumbe ÉTICO de parte de la sociedad; por fortuna gran parte de la sociedad, con sus vacilaciones propias del ser humano, se mantiene firme en la ética y en esta sociedad tenemos que incluir a la mayoría de nuestra juventud. Quizá esta juventud se aparta de la religión, pero ¿es culpa de ellos o de la religión, mejor dicho de la iglesia? Las religiones no están dando respuesta a los desafíos de hoy. ¿Qué nos dicen del cambio climático, de la inteligencia artificial, la ingeniería genética...Siguen atascadas en los dogmas, en la creencia ciega; el ciudadano hoy elige el razonamiento frente al dogma.

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    1. Fernando decía S. Agustín: No se puede creer si no se quiere; las religiones brotan de una relación originaria de los hombres con otras entidades dotadas de percepción y de deseo, que se identifican, no con fantasmas (extraterrestres, demonios, ángeles) cuyo reflejo se encuentra en las pinturas rupestres de las cavernas (religión primaria).

      El diccionario de la RAE la define como: conjunto de creencias, de alguien, de un grupo o de una multitud de personas, creencia que se da a algo POR LA AUTORIDAD DE QUIEN LO DICE o por la fama pública. en el cristianismo se basa en la obra y enseñanzas de Jesús de Nazaret. El cristianismo declara no caracterizarse por la fe, sino por el objetivo de la fe que en lugar de ser pasiva, conduce una vida alineada con los ideales.
      S Tomás hace énfasis en la unión entre voluntad y pensamiento al decir que “la fe es retener por verdaderas ciertas afirmaciones intelectuales, bajo el influjo y la adhesión de la voluntad”

      El materialismo reduce toda la realidad a la materia. unos consideran la materia formada de partes sin más propiedades que la extensión, y pretenden explicar todos los fenómenos del universo por las diferentes relaciones que produce entre esas partes el movimiento de que se hallan animadas.

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  3. Jesús, tu mensaje contiene tantos temas de amplio calado que no puedo contestarlos todos como sería necesario. Intentaré contestar los que me sea posible en el espacio disponible
    Vaya por delante que te agradezco el talante que utilizas.
    Coincido contigo en la constatación del cambio producido en los últimos tiempos en el desgaste general producido en el terreno ideológico de la religión pero también de la política y de la economía de un modo preocupante porque ha supuesto un desgaste paralelo de los valores. El mero repaso de la actualidad nos permite verlo con toda claridad.
    No voy a entrar en cuestiones de fe o de trascendencia porque pertenecen a la esfera personal de cada cual y no me parece oportuno debatirlas en un foro centrado en el terreno de lo público.
    Lo que más me preocupa es la pérdida de valores sociales que constituyen el basamento de una sociedad democrática y, por tanto, de la ética social predominante, como dice Fernando J.
    En estos momentos se está librando una guerra militar pero también una guerra en el campo de la ética, que me parece más preocupante porque va decidir el grado de libertad y de respeto a la dignidad de las personas, independientemente de las concepciones políticas o religiosas de cada cual.

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