Desde luego, la manera más racional, justa y eficiente de organizar una economía es:

 

PAGAR LO QUE CONSUMA.

Como ocurrió con la reparada carretera a los Cerros, la presencia de Dña. Pilar en el Gobierno Municipal, vuelve a plantear el copago de otra vía a una urbanización y cuando los arreglos de las calles del pueblo se pagan con los impuestos de todos.

La Sra. Ministra de Hacienda, M Jesús Montero, ha calificado que el dinero de los contribuyentes donde mejor está es en el bolsillo del ciudadano. Tampoco descubro nada nuevo si digo que nunca se ha demostrado que una bajada de la contribución se traduzca en un estímulo económico. Hay que tener cuidado con este tipo de debates cuando el principal objetivo de los impuestos es financiar el gasto de  construcción de infraestructuras … etc. 

La Ley de Seguridad Vial señala que corresponde al titular de la vía la responsabilidad de su mantenimiento en las mejores condiciones posibles de seguridad para la circulación y la instalación y conservación en ella de las adecuadas señales y marcas viales. La red de vías interurbanas, deben ser gestionados por Ayuntamientos.

Circular por una carretera no me resulta gratis. ya he pagado su construcción con impuestos. Tampoco me resulta gratis el sueldo de cualquier político, trabaje o no por el bien colectivo. Y el mantenimiento de la carretera a los Cerros la seguiré pagando con tributos, para su mantenimiento. Tal vez por eso no termino de entender que el Ayuntamiento siga manteniendo que para mantener una carretera de acceso a una urbanización, el usuario debe participar en su coste, ¿pero no estamos pagando los impuestos? ¿Este cometido no corresponde a la CAM?

Desde luego, la manera más racional, justa y eficiente de organizar una economía es que cada uno pague por lo que use o consuma. Eso implica la existencia de precios, mecanismo básico para que los recursos, siempre escasos, se aprovechen al máximo. Esto es compatible con que se otorguen ayudas a determinados colectivos que no puedan pagarse terminantes bienes esenciales.

Hoy las carreteras de Valdemorillo, todas ellas, las pagamos, en mayor o menor medida, todos los madrileños, las utilicemos o no. Incluso, aunque no tengamos coche o no sepamos conducir. Como el mantenimiento de las carreteras se pagan, podemos estar seguros de que los costes de hacerlo no son los más eficientes (por su propia naturaleza, el gobierno siempre gasta peor que alguien sujeto a la competencia). Esto potencia los males de la situación actual.

A lo mejor podríamos plantearnos otra situación: como suprimir todo el gasto público destinado al mantenimiento o construcción de carreteras   bajando los impuestos por esa cantidad o privatizando su construcción y mantenimiento cobrando a los usuarios un peaje. Lo que no parece de recibo es una solución chapucera que pasa por seguir pagando impuestos de mantenimiento y además tener que abordar los gastos correspondientes a ese mantenimiento.

Poner las carreteras como un servicio ofrecido en el mercado es una buena idea. Es el mismo principio que asegura, entre otros miles de cosas, una excelente provisión de productos elementales como el pan, la leche o los huevos. Pero si no va acompañado de una reducción de impuestos, sería otra forma de transferir más recursos y poder a los políticos. De ser así, entonces es mejor dejar las cosas como están, pero correctamente puestas.