EL QUE ALGO QUIERE, ALGO LE CUESTA.

 

Cuando los políticos no cumplen sus compromisos: ¿Qué se debe hacer?

Si alguien quiere llegar a la cima de una montaña debe subirla usando tiempo y esfuerzo. Si alguien quiere terminar una carrera debe renunciar a  otras cosas. Si pretende promocionar en su trabajo debe formarse. Si alguien desea que su urbanización esté mantenida como corresponde, algo le cuesta cuando su Ayuntamiento tiene otros intereses. Es decir, EL QUE ALGO QUIERE, ALGO LE CUESTA.

Pero más de uno opinara, con razón: si cumplo mis obligaciones como ciudadano debo recibir las compensaciones que corresponden a mi aportación. Pero desgraciadamente cuando los años pasan y los políticos  no lo cumplen ¿Qué se debe hacer?... Desde luego votar a otros, ¿y si estos nuevos tampoco cumplen con sus obligaciones? La respuesta, es ejercer la crítica activa en orden de una estructura democrática y participativa para que la clase política tome conciencia de su realidad. A QUIEN ALGO QUIERE…

Las pequeñas ilusiones se pagan a precios pequeños: renuncias pequeñas, sacrificios insignificantes... Cuestan poco, pero valen poco. Pero según buscamos logros más importantes, más alto es el precio, mayores los gastos”. Por eso: “A QUIEN ALGO QUIERE, ALGO LE CUESTA”. Es indudable que damos más valor a lo que conseguimos con esfuerzo, trabajo y sacrificio que lo logrado fácilmente. Pero a la larga, ningún trabajo es estéril, ni ningún sacrificio inútil. Pero esa idea no es incompatible con los dos grandes principios básicos del hedonismo, como “la ley del mínimo esfuerzo”.

AMPLIACIÓN DEL CERRO FUE RECEPCIONADA POR UN PLENO MUNICIPAL HACE CUARENTA AÑOS

Y con esa recepción se asumía una obra urbanística devolviendo su aval correspondiente. Este acto fue una realidad plenamente documentada, pero los “chanchullos” posteriores entre Alcalde y Presidente de la entidad, acordaron una demora sin soporte documental. Posteriormente  varios Ediles siempre con intereses personales y otros tantos Presidentes con  afán de protagonismo. Pero, ni los unos ni los otros, por razones coyunturales o personales, hicieron crónica la injusticia. 

LA OBLIGACIÓN DEL AYUNTAMIENTO DE PONER FIN A LA ANORMAL SITUACIÓN PROVOCADA POR LA FALTA DE RECEPCIÓN DE LAS OBRAS DE URBANIZACIÓN

El supuesto es el siguiente: se interpone recurso contencioso-administrativo con la finalidad de lograr la recepción, por parte del Ayuntamiento, de las obras de urbanización o, más concretamente, de obtener la declaración de la conformidad a derecho de la Solicitud de Levantamiento del Acta de Recepción de las obras comprensivas del Proyecto de Urbanización de la Unidad de Ejecución presentada por la promotora tras la finalización de los trabajos. Ello ante su previa desestimación. Y es que la falta de recepción de las obras de urbanización provoca que no se concedan las licencias de primera ocupación que vienen solicitando desde hace años por los propietarios del ámbito.

Tras el Final de Obra del Proyecto de Urbanización, el Ayuntamiento tuvo de manifiesto una serie de detrimentos menores (que en todo caso podrían haberse subsanado tras la recepción de las obras durante el periodo de liquidación) tales como existencia de maleza, falta de señalización horizontal, defectos en la luminaria, así como en la red de abastecimiento de agua.

En definitiva, aplicando esta jurisprudencia al supuesto que nos ocupa, teniendo en cuenta que, de acuerdo con los informes de los técnicos municipales, las obras de urbanización han sido ejecutadas, si bien puede existir determinado deterioro de aquellas por el transcurso del tiempo, el Ayuntamiento debe actuar dentro del ámbito de sus competencias

Por tanto, habiéndose finalizado las mismas, debe prosperar dicha pretensión, debiendo el Ayuntamiento poner fin a la situación anormal descrita, con independencia de que no se haya procedido al pago efectivo del aprovechamiento urbanístico cuya monetización se acordó en el Proyecto de Reparcelación. Lo que constituye una manifiesta injusticia administrativa es que después de medio siglo de pagos en forma de IBI, licencias, permisos, tasas de toda índole…. el Ayuntamiento se siga manteniendo al margen de una realidad insostenible.

Pero desgraciadamente la realidad pudiera ser otra muy distinta que manera sistemática ha venido constituyendo el verdadero mal en la gestión de este pueblo.  Para elegir un contable en una empresa de un millón de euros de asiento al año el dueño entrevista a quince, les hace exámenes, los tiene de prueba tres meses y le hace trabajar diez horas. Y si rinde, deposita en él su confianza. En la política a un señor de un partido lo colocan de Alcalde, con un presupuesto multimillonario y sin que nunca haya dado prueba de su capacidad. Su único valor son las siglas, la relación masónica con sus compañeros y hasta la ideología se le supone. ¿Contrataría el microempresario del millón de euros a este Alcalde como contable de su pobre negocio? No lo haría. Por eso la desconfianza en los políticos alcanza la tercera preocupación de los españoles. Creo que la incapacidad y el interés por lo propio han sido la causa por lo que este pueblo no se puede comparar en servicios con los limítrofes de la CAM. Eso sí tenemos una Plaza de Toros mayor que nadie.