En Valdemorillo, el pacto entre el Partido Popular y Ciudadanos

 

NO PASA POR SU MEJOR MOMENTO.

Son los partidos políticos los principales responsables a la hora de elegir a sus representantes. No se favorece a los más preparados, se designan a los considerados más fieles que destacaron por alguna función propagandística. Pero su actuación, ahora, está llevando al desencanto de los seguidores más veteranos de la política local. Comprueben usted sus intervenciones en este periódico digital.

Me consuelo al pensar que es esta política la que llega a hastiarnos, pero no alcanzo a ver las posibilidades de la ideal. Cavilo que, si en lugar del PP y Ciudadanos, gobernara el PSOE, el resultado no sería muy distinto para el vecindario. Tendría que producirse una alteración revolucionaria para que el cambio fuera significativo. Pero las revoluciones no han traído más que violencia, miseria y desengaños. Una cosa es cierta. No se conoce ningún gobernante, que haya terminado su mandato con un mediano pasar. Antes bien, el o la adscrito a un Gobierno, sea cual fuere, ha conseguido una mejora sustancial de su posición. Tal ascenso fulgurante, muy por encima de lo que se consigue como media nacional, supone mucho más de lo que traduce su sueldo o su retiro.

Reconozco que hemos experimentado un indudable progreso en casi todos los órdenes de la vida, a lo largo de las dos últimas generaciones. Pero está por demostrar que estos avances sean consecuencia de la acción de los políticos. El aprovechamiento particular de los Concejales y Concejalas desconcierta o desmoraliza al ciudadano de Valdemorillo. Cabe, siempre, la esperanza, la ilusión, de que puede haber “otra” política equitativa. Es una cuestión de probabilidad. Tal como van las cosas, puede ocurrir un notorio desgaste del alcalde de turno. Pero, en tal caso, estaríamos peor con un político como el Sr Plato del PSOE. ¿Cabrían otras opciones de mando con lo que tenemos en el horizonte? ¿Comprenden mejor este desencanto?

No hace tanto tiempo, que nos hablaron del fin del bipartidismo. Nos dijeron que la nueva política admitía la entrada en escena de aire fresco en un medio político deteriorado. Nuestra democracia podía imitar a otras y organizar su gobierno atendiendo a pactos para sacar adelante nuevas iniciativas, con el convencimiento de permitir una mayor transparencia por encima de algunos oscuros negocios particulares a la carta. Al final, volvemos al punto de partida con el corazón en bandolera. Estamos en la casilla de salida, y hemos perdido el tiempo y la confianza, más aún, en nuestros políticos.

A cualquier observador pendiente de la realidad de este pueblo, me estoy refiriendo a Valdemorillo, no se le escapa que el pacto entre el Partido Popular y Ciudadanos no pasa por su mejor momento. Este idilio forzado por resultado electoral, no se rompe por miedo a perder el “chollo” que supone disponer de un buen sueldo todos los meses, sin embargo, coloca a las claras una realidad necesariamente forzada por intereses dentro del gobierno municipal.

Ciudadanos, siempre ha ocupado un papel complicado. Se presentó como un partido dispuesto a ser bisagra y pactar sin prejuicios con rojos o azules por el bien de la democracia, pero no les ha salido bien. Es curioso, porque en este país pregonamos la necesidad de pactos, pero rechazamos a quien los hace. Cuando alguien se atreve, se le acusa de chaquetero. ¿En qué quedamos? Es cierto que con OVAL no pactaría ni para una partida de parchís. Acertó D. Santiago en no aliarse con la anterior Alcaldesa ¿Pero encontró solución al juntarse con estos socios?, cuya única diferencia radica solo en las siglas políticas, sin distintos intereses. Hubo pactos mayoritarios “contra natura” en el anterior gobierno y rápidamente salió volando por los aires quedando únicamente los de intereses afines.

Desde luego, son los partidos políticos los principales responsables a la hora de optar a sus representantes. No se eligen a los más preparados, se designan a los considerados más fieles o aquellos que se destacaron por alguna función de propaganda directa indirecta o circunstancial…, o como oponerse a una gasolinera en Cerro. Sí la responsabilidad de poder no conllevara otras “ventajas complementarias,” los candidatos estarían mejor elegidos. No se puede hacer de un puesto político municipal un “sostén” para la vida profesional o concurrir para este menester a los fieles, aunque estén poco capacitados a un puesto de responsabilidad local. Cuando esto ocurre y transciende a la opinión pública, el deño que se efectúa a toda la clase política es importante y la democracia se siente dañada.

Los Partidos grandes, cuando existen listas cerradas, deberían disponer de mecanismos que permitieran cambios en las concejalías cuando quedara patente la incapacidad de sus representantes políticos. En estos momentos me estoy acordando del PSOE ¿Qué ha hecho su responsable efectivo en la gestión municipal?, ¿que pueda justificar ser el máximo exponente de la oposición al gobierno en temas tan importantes como la gestión de la Recepcion de las Urbanizaciones?