Nueva carta abierta a mi Alcalde.

 

Una persona legitimada por las urnas puede tomar decisiones que pongan en peligro objetivos fundamentales.

Por una escasa preparación, bisoñez, por haberse rodeado de un mal equipo o por no saber atender a quienes alertan sobre riesgos no previstos.

El problema de elegir un gobernante indeciso no es solo que se pierda una oportunidad para dirigir y gestionar mejor la “cosa pública” sino que, dado que un dirigente político funciona inevitablemente como imagen y referencia a imitar por el resto, extiende al colectivo de forma mimética el contra-modelo que representa el imprevisor. Del mismo modo, la falta de competencia profesional se refleja en un aumento de gastos municipales.

D. Santiago, antaño, era habitual tratar las características y condiciones que debían reunir los gobernantes entre los filósofos. Cicerón o a Platón, cuando analizaban la preparación de los dirigentes de la República, o a Aristóteles cuando decía que: “los que aspiran a saber de política necesitan también experiencia”. Posteriormente en “El Príncipe”, Maquiavelo refirió al gobernante de un Estado moderno donde la ética se ponía al servicio del interés de la supervivencia.

Aquí, ha cobrado preeminencia el argumento de que democratizar supone que “cualquiera”, sin personal requisitos más allá de la elección popular o la cercanía al Poder de turno, pueda participar en la tarea de gobierno municipal. Una auténtica democracia debería servir para seleccionar a los mejores, a los más virtuosos y instruidos para velar por los intereses colectivos: Aristóteles, Montesquieu, Rousseau y más recientemente, Harrington, Sartori. Los partidos políticos deberían tener entre sus funciones elegir a los más competentes para presentarlos como candidatos a unas elecciones y, en segundo lugar, llegado el caso, para dirigir los designios del gobierno y sus concejalías. De hecho, en otras organizaciones de corte supranacional como: la Comisión Europea o EEUU, esta aceptado que la discrecionalidad del Presidente, en este caso Alcalde, no es total para nombrar los miembros de su gobierno, sus candidatos/as deben pasar el correspondiente examen que en ocasiones puede rechazar a la persona presentada por no resultar idónea para el cargo. En el caso municipal deberia el Alcalde cambiar a algunos  Concejales. Sé que esto, por nuestro Ordenamiento, ahora no es posible, pero sería un acto democrático del que se beneficiarían los vecinos.Ya apareció un aviso en un pasado Pleno de denuncia.

Aquí, en los últimos tiempos, la mayoría de los partidos seleccionan a sus dirigentes pensando fundamentalmente en maquinarias electorales para alcanzar el poder, pero no prestan la misma atención a prepararse para ejercer esa autoridad con rigor o eficacia. Eso lo dejan, en su caso, para después de las elecciones, cuando ya es tarde para recuperar el tiempo perdido y donde se impone el pago de favores o al mero juego de equilibrios cuando no otros motivos más espurios.

Para la mayoría de los electores resulta anecdótico entrar a valorar criterios de eficacia o profesionalidad, no se vota al dirigente más preparado, ya que desgraciadamente ni siquiera forma parte de los debates, sino al más simpático o al que apueste por el eslogan más sugerente. en unas elecciones se opta como mucho por un candidato a alcalde y sólo posteriormente (si los pactos post-electorales no lo impiden) depositamos nuestra confianza en él o ella para que se rodee del mejor equipo posible.

Para la gestión y la toma de decisiones públicas se precisa asegurar una adecuada capacitación de los dirigentes políticos sea, si cabe, más acuciante hoy en día que en ningún tiempo pretérito los gobiernos contemporáneos se enfrentan a una dificultad creciente para alcanzar niveles satisfactorios de respuesta, en cuanto a resultados y operaciones se refiere y los medios de comunicación existentes. Sorprende sobremanera que precisamente cuando más difícil resulta gobernar, menos atención se presta a preparar adecuadamente a los gobernantes para hacerlo. Lo que parece meridianamente claro es que los candidatos son nombrados atendiendo a criterios de competencia profesional y experiencia, en la forma establecida por la Ley, pero no se dice nada de los requisitos deben reunir los Concejales en cuanto a su competencia profesional. Sin embargo, los que realmente mandan en la organización son los jefes políticos, incluso mucho más de lo que a veces se piensa.

Tras todo lo visto, cabe concluir que el mero hecho de pertenecer a la “clase” política no es un título que habilite para gestionar los asuntos públicos y menos un Ayuntamiento como Valdemorillo. Por ello, o bien la política es capaz de atraer a los mejores o se confiere de los medios necesarios para que sus dirigentes puedan aspirar a los mayores niveles de excelencia. Gobernar bien, no se improvisa, exige formación, experiencia y capacidades concretas.