Ser ciudadano es bastante más que tener un documento de identidad.

Ansiamos ser tratados justamente.

No hay que olvidar que la democracia es el gobierno de los ciudadanos. Una democracia participativa se construye con la ciudadanía y ninguna persona responsable debe hacer dejación de este derecho. No son pocas, aunque tampoco muchas, las personas comprometidas ya en esta tarea.

Algunos ciudadanos, nos creemos en la convicción de tener criterio para establecer una crítica constructiva que cuenta con el reconocimiento de una parte de la colectividad, se denomina CONCIENCIA CIUDADANA y se expresa en prácticas concretas con el único objetivo de colaborar en la información para un colectivo desinformado o mal informado. Esta conciencia ciudadana se hace fundamental para que el ciudadano deba conocer las formas legitimas de plantear sus demandas teniendo la fuerza.

Cuando se logra el sentido de ciudadanía, se comprende que no solo somos sujetos de derechos, sino que también tenemos obligaciones. La experiencia nos enseña que la suma de libertades individuales e intereses personales no conforman una democracia. Para lograrlo plenamente, es necesaria la cohesión social que sirva para alcanzar los proyectos y aspiraciones de interés común, que se construyen a través de la participación consciente y responsable de todos nosotros.

En el análisis de la cultura de corrupción imperante en nuestro país, es necesario cuestionar la participación ciudadana como deber.Conocemos que uno de los focos de mayor corrupción es nuestro sistema electoral. ¿Por qué nos quejamos de los dirigentes si no votamos en las elecciones o lo hacemos sin habernos informado debidamente? ¿Por qué exigimos, protestamos y reclamamos si no participamos? ¿Por qué nos creemos con derechos si no cumplimos con nuestros deberes o damos nuestro voto a un político que consideramos corrupto? ¿Por qué toleramos en nuestro entorno más próximo la compra de votos de los emigrantes?

Hay que promover la participación ciudadana para la solución pacífica de conflictos y un mejoramiento de las condiciones de Valdemorillo. Por tanto, el actual gobierno local, deberían generar una nueva alternativa a partir de su gestión, el desarrollo local no es solamente la construcción de grandes obras o mejorar los espacios; el verdadero bienestar lleva a un desarrollo económico y productivo, con la colaboración y participación de la ciudadanía en la toma de decisiones, con una política de presupuesto participativa, que consiste en una intervención directa con la ciudadanía para establecer las necesidades y distribuir impuestos de acuerdo a los requerimientos del pueblo. es lamentable que este papel lo deberían asumir los grupos políticos pero que no lo hacen ¿Alguna vez ha sido usted preguntado por ellos?

Ejercer la ciudadanía no es fácil; participar en los asuntos públicos requiere, salir de la comodidad, asumir ser protagonista del desarrollo del pueblo, formarse y cultivar una actitud solidaria, responsable, generosa, social. Requiere sentirse ciudadano. Ejercer la ciudadanía exige agruparse, pues es la manera más eficaz de trasladar las opiniones ciudadanas y de presentar sus exigencias a los gobernantes. Compartir objetivos anima, y con otras personas es más fácil mantenerse en el compromiso. Esto requiere esfuerzo, pero es imprescindible para construir una democracia participativa. Su ejercicio es enriquecedor y resulta apasionante. Para ejercer la ciudadanía es necesario que existan cauces a través de los cuales se haga llegar la opinión pública a los gobernantes

Soy consciente de que se ha perdido el interés por asistir a las reuniones participativas, posiblemente por la composición no paritaria de estos cauces hay más componentes de la administración que de los ciudadanos, por el poco tiempo que media entre la citación de sus componentes y el día de la reunión, por la amplitud y la complejidad de los temas que se tratan y, sobre todo, por su carácter no vinculante.

Todos aquellos que conocemos la construcción democrática sabemos que erigir ahora una democracia participativa es tarea compleja. En los primeros años de la democracia la participación ciudadana era más visible, más numerosa y más reivindicativa. Posteriormente, muchos líderes trasladaron su quehacer social al ámbito político, y ahora la participación de los jóvenes es escasa y se observa cierto desencanto, apatía, desgana e incluso temor a participar, a expresarse y a ejercer derechos.

Posiblemente se ha perdido la convicción de que son los poderes públicos los que tienen que dar respuesta a las necesidades ciudadanas, y quizás se ha olvidado que los políticos son elegidos por los ciudadanos para gestionar sus recursos y para responder a sus necesidades.