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¿Porque no funciona con un porcentaje tan alto de trabajadores?

El objetivo de este nuevo artículo sería intentar conocer la realidad de un Ayuntamiento que desde hace varios años no funciona correctamente, a pesar del controvertido Capítulo 1 del Presupuesto Municipal aprobado en un Pleno recientemente, y la razón de que sea tan importante su monto presupuestario.

Voy a exponer una visión general planteando preguntas y respuestas desde una perspectiva sociológica que deberia servir para abordar dos niveles de reflexión.

El primero sería encontrar la razón que pueda justificar que un ayuntamiento para 12.000 personas pueda tener más de 130 trabajadores con algunos sueldos que sobrepasan lo establecido por la Función Pública.

El segundo, buscar referencia a la dualidad existente entre la realidad y la decisión de su constricción por parte de las estructuras del mismo Ayuntamiento de Valdemorillo.

Hace unos días me formulaban preguntas que jamás he sabido responder. Estas interrogaciones eran sencillas y pueden servir como base para poder entender muchas cosas como:

¿Tienen los responsables públicos de Valdemorillo las competencias requeridas para afrontar la compleja situación actual?

¿Están formados, estos políticos, para poder asumirla?

¿Por qué algunos funcionarios y trabajadores del Ayuntamiento tienen unos sueldos tan desorbitados teniendo un trabajo de nivel bajo?

Lo que resulta incuestionable es que Valdemorillo tiene la clase política que se merece, la hemos votado mayoritariamente y a todos aquellos Concejales de la oposición solamente les queda hacerlo muy bien para que el electorado se fije en ellos y tengan su ocasión dentro de unos años. Ahora solamente sirve la resignación ejerciendo una crítica que pueda valer para algo.

No resulta complicado, para cualquier ciudadano de este pueblo, hacerse una idea del nivel de preparación de los políticos asomándose simplemente a cualquier Pleno Municipal a través de internet. Enseguida nos percatamos del nivel de responsabilidad y conocimientos de los que debaten. A partir de conocerlo, desde luego, no resulta nada fácil entender como una persona sin preparación pasa de la noche a la mañana a gestionar un área económica importante del Ayuntamiento con un sueldo que duplica el que tenía trabajando por cuenta ajena.

La siguiente pregunta sería: ¿Están los mandos preparados para sumir los cambios de una nueva gestión política? Una vez que se conoce la realidad laboral hay que actuar para que el contribuyente vea algo positivo en la gestión del pueblo, que sus preguntas sean respondidas en un tiempo prudencial con claridad y transparencia. Aquí aparece nuevamente sobre el horizonte, el manido problema de la política como “profesión”; esto es, la llegada a la política y a puestos de responsabilidad municipal de personas que no tienen experiencia al margen de la propia política o que apenas han ejercido. 

El problema no es tanto que la política se configure como una “profesión”, sino que haya tal multitud de personas que la ejerzan. Y esto es algo muy serio, frente a lo cual la política siempre mira cínicamente hacia otro lado. Como si no fuera con ella. La colonización partidista es una enfermedad generalizada de todos los partidos políticos. Porque hay muchos intereses personales en juego: entre otros vivir de la política, como decía Weber. Las únicas medidas de corrección, nunca fáciles, sería que la política diera “un paso atrás”: dejar espacios de poder y admitir su cobertura profesional. Esa opción mejoraría su legitimidad social y su rendimiento institucional. De momento, se trata de un sueño.

Conocido lo ya sabido, ¿Debo entrar definitivamente en mi etapa de jubilado pensante y dejar algo que no tiene solución?, Según Weber: “La política como profesión ocasiona tres anomalías: menor representatividad; mayor oportunismo y mayor dependencia”. Las tres desembocan en consolidar las relaciones de subordinación entre representante y su partido. “El representante carente de profesión u ocupación a la que volver está obligado a una actitud sumisa y deferente con los dirigentes que deciden su inclusión o no en la candidatura”.

Cuantos ciudadanos de Valdemorillo se plantean conocer a los políticos y su preparación para tomar decisiones de gestión para administrar los ingresos que provienen de asignaciones, tasas e impuestos varios y que deberia ser un motivo de preocupación para cualquier ciudadano contribuyente preocupado en tener un Ayuntamiento que funcione adecuadamente y con la “gasolina” justa que permite mover la maquinaria municipal.

¿Sobran trabajadores en el Ayuntamiento que algunos salarios no están en armonía con los del mercado laboral? ¿Estoy plenamente convencido que estas preguntas ya se las formularon los miembros del Equipo de Gobierno antes de afrontar el reto? Los políticos actuales llegaron al gobierno local con una herencia administrativa y funcionarial que les ha permitido pocas libertades para poder controlar la partida presupuestaria del Capítulo 1 del Presupuesto de Valdemorillo. Una cantidad que desborda cualquier expectativa de cambio en un momento de crisis como el que vivimos actualmente. Hay algún sueldo en este Consistorio que supera al salario del Presidente del Gobierno de España, por tal razón a nivel referencial conviene consultar este portal de internet (https://www.doncursos.com/salario-funcionarios-por-grupo clasificacion.html) al objeto de disponer de información precisa que nos permita establecer y conocer diferencias.

La situación general en este país va empeorando; con pesadillas cada vez mayores. LA POLÍTICA SIGUE CAPTURANDO A LA DIRECCIÓN PÚBLICA Y ASFIXIANDO LA GESTIÓN, dependiente a una estrecha visión cortoplacista. La política sigue sin cautivar, ante la importancia de una Administración imparcial de la gestión eficiente. La situación oscila entre una política corporativizada o una política clientelar. El péndulo nunca se detiene en la profesionalización que es lo lamentable. Además, los políticos actuales deben tener más que nunca presente la máxima del escritor alemán Lichtenberg: “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”.

Si la política fuera una profesión, es más bien, una actividad, debería implicar un saber profesional (competencias definidas) legitimado por una formación específica y, por tanto, la introducción de una cultura de gestión pública, lo que se llama eficiencia. Política y gestión pública combinan mal entre nosotros. (Ahora las Universidades han introducido un Grado de “Gestión Política” dentro de las Facultades de Políticas y Sociología, esperemos que sirva para algo)

La política, devora y condiciona a la gestión, con serias consecuencias. Las hemos padecido recientemente con la crisis de la Pandemia a nivel Nacional, que sigue sin comprender el valor añadido que para la propia política tiene dirigir profesionalmente lo público y gestionar eficientemente. Todo descansa en la confianza política. Este pueblo lleva una inercia de años defendiendo intereses privados y aunque ahora tenemos un Alcalde más preparado y con aparente buena voluntad, no sabemos lo que las circunstancias y los poderes del pueblo pueden hacer con él a medio plazo