Reflexiones ante un incendio como el de ayer domingo. La bioeconomía

El Cambio Climático y la acumulación de biomasa, un peligro enorme.

Ayer Domingo tuvimos un día muy completito, padecimos nuevamente incendios en nuestra demarcación. Primero uno en Valdemorillo y posteriormente a primera hora de la tarde otro, todavía no sofocado, en Robledo. El incendio nos demuestra que lo que hemos llamado “desarrollo” está provocando que la misma naturaleza se manifieste protestando generando biomasa como una forma de energía.

Esa energía no está en equilibrio y tiene que ser liberada en el momento que encuentre la ocasión, y en este caso fue un accidente de moto. Esta acumulación de biomasa es inmensa y el sistema ya no está en equilibrio. Esa son las causas son el despoblamiento, y si las condiciones climáticas fueran distintas el riesgo sería menor. El Cambio Climático, es una realidad a tomar en serio porque estos episodios de calor se vienen produciendo por estas fechas, aumentando el riesgo por secarse más rápidamente la acumulación de biomasa.

Un incendio es la burla de fuego puede encender algo que no está destinado a quemarse. La exposición de los seres vivos a un incendio puede producir daños muy graves: por inhalación de humo por la intoxicación y quemaduras graves. Y cuando el fuego, como el ocurrido ayer en una zona de Valdemorillo o el que nos mantuvo pendiente durante todo el día y noche de la vecina Robledo, es un incendio forestal.

Una cosa es el riesgo de incendio, el estado de la naturaleza, y otra es el de ignición, la causa concreta que da origen a ese incendio forestal que no puede ser controlado, siempre habrá igniciones. La forma de prevenir no es prohibir esas causas, sino tratar de evitar que, una vez producido, se extienda de forma salvaje, y hay que hacerlo de una manera diferente a la que estamos utilizando ahora, que es prohibir cosas y gastar en hidroaviones, porque es evidente que no funciona. Desde la Ley de Incendios Forestales de 1968 seguimos haciendo más o menos las mismas políticas, y 50 años parece un plazo razonable para entender que no funcionan porque el riesgo es hoy mucho mayor.

Es de conocido por todos los ecologistas que, los ecosistemas generan biomasa como una forma de almacenar energía. Esa energía no está en equilibrio y tiene que ser liberada en el momento que encuentre la ocasión. La acumulación de biomasa es inmensa y el sistema ya no está en equilibrio, por tal razón el problema no es sólo estructural, sino acumulativo: cuanto más tiempo pase, peor estarán. Las causas últimas de los incendios forestales son el despoblamiento y el abandono del paisaje tradicional, y si las condiciones climáticas fueran distintas el riesgo sería menor, porque estos episodios de ola de calor se vienen produciendo anualmente por estas fechas, circunstancia por la que aumenta el riesgo por secarse más rápidamente la acumulación de biomasa.

Lo que un ganadero quema en invierno no arde en verano, es de sentido común. Se tiene que volver a los usos tradicionales, al paisaje tradicional, en el que los pastos se alternaban con el monte, con los cultivos, un paisaje vivo, pero para eso necesitamos un medio rural vivo, porque el medio rural no tiene alternativa mientras no haya un cambio sustancial en el modelo económico. Ese cambio está siendo impulsado desde la Unión Europea, en una serie de políticas que son muy incipientes, como la bioeconomía (modelo económico basado en la producción de recursos biológicos renovables y la conversión de estos recursos en productos con valor añadido, como bioproductos, bioenergía y servicios), pero que permiten tener un poco de esperanza en el futuro, un futuro racional que debe volver a sus fuentes. La despoblación es fundamentalmente un problema ecológico, pero no podemos arreglarlo sólo con dinero público porque hay otras urgencias, es necesario aplicar lógicas económicas alternativas.

La utopía ecológica de los sesenta y setenta, de mi juventud, nos llevó a creer que cuando sacas al hombre del ecosistema, éste va evolucionar de forma natural, por entropía y volver al origen y esto es una idea absurda a poco que se tenga en cuenta el proceso evolutivo, y también que el ser humano maneja el bosque desde que éste aparece. Lo importante es hacer políticas ambientales desde el conocimiento efectivo que tenemos hoy y hacerlas para todo el territorio, no para pequeñas zonas protegidas que sacralizamos, y que en realidad son más un producto de consumo para la sociedad urbana.

Si nuestros ancestros, no disponían de hidroaviones ni grandes medios en extinción, sabían cuidar el monte y no se les quemaba, nosotros ahora tendremos que investigar ¿cómo se hacía?, ejerciendo la humildad científica. Tenemos que redescubrir de qué forma se ha cuidado el monte. Lo prioritario es ver cómo podemos volver a esas prácticas de conservación, incluyendo el uso cultural del fuego, y hacer política mientras esperamos que la bioeconomía circular se materialice (como respuesta a los retos medioambientales y sociales actuales para garantizar el suministro y reparto justo de los alimentos, mitigar los efectos del cambio climático y reducir la utilización de combustibles fósiles. Además, permite generar oportunidades para el desarrollo económico y el empleo.

 

Comentarios

  1. Anoche no conseguimos pegar ojo durante toda la noche, desde el Cerro parece que lo teníamos encima y esta mañana aún seguía. Lamamos varias veces a la Policía Municipal de Valdemorillo para pedir información, ero deberían haber estado apagando el fuego. Es lamentable que año tras otro tenemos idénticos problemas.
    Estoy de acuerdo que el abandono del campo está influyendo a que todo el paisaje cambie y se genere una acumulación de desechos que favorecen cualquier fuego.

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  2. En algunos momentos de esta lectura, he tenido la sensación de que tenemos que volver al pasado, mirad que digo "pasado", no a las cavernas que dicen otros. Yo creo que no, la vida es pura evolución. Entre otras muchas cosas, en esta historia de los incendios, dónde se junta el abandono del campo y, seguramente, lo que se dado en llamar "cambio climático", hay algo que no se ha hecho, y es cuidar los bosques, salvo algunos por su naturaleza muy especial.
    Aquel dicho: "Cuando el monte se quema, algo suyo se quema, Señor Conde". Ya pasó a la historia, ahora, el monte es de todos, aunque alguno tenga un dueño particular, al que sin duda alguna habría que pedirle algo a cambio de que se le limpie, no tiene por qué ser dinero, pero si el derecho a pasear por allí. No sé, a lo mejor eso ya se puede hacer.
    Intentaré explicarme de manera que no se me suba a la chepa ningún defensor de los derechos humanos, de esos que los defienden mucho, pero luego nos dejan en la ruina y con algún que otro millón de parados más. A lo que voy:
    Los montes no se cuidan, no se limpian y esa biomasa que antes utilizaba el ganadero o el hombre del campo para tener pasto o para calentarse en los inviernos, ahora se queda en el bosque. Si yo tuviera poder cambiaría la Ley que paga el paro. Se que es un derecho adquirido y hay que cumplir con él, pero yo no le daría ni un céntimo de ese dinero al que realmente se tiene derecho, si la persona que está en el paro no se presenta todos los días a las nueve en su Ayuntamiento y pregunta ¿En qué puedo ayudar hoy? Y todos los días, mientras no se consiga otro puesto de trabajo, el Ayuntamiento podría utilizar, no toda la jornada, pero si unas horas, a estas personas para hacer trabajos sociales, entre ellos LIMPIAR EL MONTE. A nadie se le caen los anillos por trabajar, y aquél al que se le caigan pues que... eso. Hablo de los que estén en condiciones de trabajar, los otros bastante tienen si están enfermos, accidentados o con algún problema o situación que se lo impida.
    Como a Jesús y a mí, aunque somos de cuerdas muy diferentes, le gusta pisar en todos los charcos y creo que el tema del paro da para mucho más, le propongo el tema.
    Pasadlo bien. Andrés

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