8/01/20

Chanchullos de nuestro antiguo monarca Juan Carlos I

TODOS “NO” SOMOS CORRUPTOS, TODOS “NO” TENEMOS UN PRECIO.

A medida que se van descubriendo chanchullos varios de nuestro antiguo monarca Juan Carlos I, se acrecienta más la idea que manifestaba una contertulia de mi blog rotundamente: TODOS SOMOS CORRUPTOS, TODOS TENEMOS UN PRECIO.

Los ciudadanos hemos perdido la confianza en nuestros representantes. Asistiendo atónitos al desvelo de lo que parece ha sido habitual durante los años de bonanza (dinero negro, tráfico de influencias, escuchas ilegales) la impresión de que todo se compra y todo se vende es difícilmente resistible. ¿Tenemos un precio? ¿Somos corruptos por naturaleza?

Quiero comenzar este nuevo trabajo con una frase Sigmund Freud, que dice así: Ser completamente honesto con uno mismo es un buen ejercicio. Porque el momento histórico que vivimos, en medio de una pandemia y donde la recesión económica alcanza más de un 18% (nunca conocida desde el final de nuestra guerra civil), debemos tomar conciencia de cuál ha sido nuestra aportación a la vida que nos permita establecer unos valores morales que consientan sentirnos bien y ser felices. Este trabajo deberia haberse publicado en el blog de pensamiento, El Circulo del Ágora, pero después de mi conversación de anteayer con el Alcalde de Valdemorillo, he preferido publicarlo aquí.

Es improbable que a la cuestión de si la inclinación a la corrupción forma parte de esa hipotética esencia pueda darse una respuesta definitiva. Que algo forme parte de nuestra naturaleza no lo convierte en aceptable. Quizá como primates homínidos seamos proclives al fanatismo y la violencia, pero eso no significa que debamos cultivarlo. Ligar la corrupción a nuestra naturaleza no deja de ser una excusa para eliminar o rebajar la responsabilidad. Y, sin embargo, ser responsables de nuestros actos es lo que nos hace seres racionales, independientemente de lo que esté en nuestro código genético o en cualquier tipo de creencia. Incluso en nuestro sentido de la Transcendencia.

Una mirada serena a lo que somos, a lo que hacemos y a lo que hemos conseguido, desde una etapa madura de un jubilado puede ayudarnos a contrarrestar el efecto de los casos de corrupción en la imagen que tenemos de nosotros mismos y no estamos dispuestos a traicionar creencias o principios a cambio de bienes materiales o posición social. No estoy de acuerdo que todo el mundo puede tener un precio: para ello se requiere acceso a bienes sensibles, materiales o inmateriales, con los que traficar. Los políticos son un colectivo con ese acceso, pero no el único. Profesores, médicos, periodistas, empleados de hacienda, empresarios y asalariados…, tienen en sus manos la convivencia, el bienestar de la ciudadanía. La honorabilidad continuada de estas personas anónimas es mucho más relevante para el funcionamiento de la sociedad que las actuaciones, honestas o no, de los políticos.

Que nuestras descendencias tengan valores y lo más importante tener el convencimiento de que lo logrado en la vida obedece a nuestro esfuerzo y trabajo y lo que es más importante que al final de nuestra trayectoria de vida todo lo dejamos. Que los delincuentes tarde o temprano acaben ante los tribunales, que la justicia siga su curso a pesar de presiones y obstáculos, que nuestra calidad de vida se mantenga incluso durante la enfermedad, todo esto sucede gracias a que muchos profesionales cumplen cabalmente con su obligación a cambio de salarios modestos. No, no todo el mundo se vende. Tener acceso no es condición suficiente, se necesita además tener voluntad de usarlo de manera ilícita en beneficio propio. No quiero dejar constancia de una frase: El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad (Albert Einstein). Yo considero la corrupción una forma de maldad que favorece la injusticia

La corrupción es execrable para nuestros políticos que, siendo trabajadores como los demás, son los depositarios de nuestra confianza. Hay que acabar con la idea de que los políticos componen una casta especial. La impunidad con la que se ha conducido una parte de la clase política se explica parcialmente por la autoconciencia aristocrática que han desarrollado y que los demás hemos permitido. Los ciudadanos no tenemos motivos para enorgullecernos de su clase política que nos ha tocado en suerte, pero la clase política bien puede estar orgullosa de unos ciudadanos que mantienen la cordura, el compromiso y la solidaridad necesarias para que la vida siga.

5 comentarios:

  1. EXCELENTE REFLEXIÓN. Y TOTALMENTE DE ACUERDO. Un fuerte abrazo.

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  2. Jesé Luís Gozález2 de agosto de 2020, 19:30

    Me pides comentarios y con la brevedad de un guasap, aquí te los envío.
    No todo el mundo tiene un precio. Hay gente que tiene valores muy asentados y tiene mucha firmeza en mantenerlos.

    No estoy de acuerdo en que la honorabilidad continuada de muchas personas es mucho más relevante para la sociedad que la actuación honesta o no de los políticos. Estos pueden influir mucho más en la sociedad para bien y para mal y su actuación deshonesta trae en cascada comportamientos de otros.

    Los partidos políticos, al menos en España, son como sectas y sus seguidores son como miembros de sectas no como personas individuales que tienen sus valores y los mantienen. Hemos visto en España casos como el de Fabra en Castellón que que estando imputado por corrupción cuando se presentaba a las elecciones sacaba más votos que en las elecciones anteriores. Luego estuvo en la cárcel. Que opinaran sus votantes? Nada porque piensan que los de la otra secta son iguales o peores.

    Los políticos no deberían tener ninguna impunidad, incluyó a la monarquia, sería un buen ejemplo de evitar cualquier tipo de corrupción.

    Es un tema difícil pero hay que luchar para regenerar la sociedad.

    Aquí se miente, se copian tesis,se manipula la información y no pasa nada y esto no puede ser y por eso hay democracias mucho más asentadas y reputadas que la nuestra.
    Lo del Rey Emérito era algo que olía desde hace muchos años. Cuando llego al poder, los monarquicos hicieron una colecta para que el Rey tuviera un patrimonio. Como puede ser que en una generación y con un puesto de servicio público haya podido crear una fortuna.

    Seguiría pero como conclusión, no todo el mundo tiene un precio y los políticos deben ser ejemplo, legislar para dar ejemplo y actuar para dar ejemplo y si no son capaces que se dediquen a otra cosa.
    Espero que te valga..

    Un abrazo

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    1. Es muy importante que un Presidente, bueno ya ex por lo mismo que yo, de una importante Empresa Nacional tenga ese pensamiento. Me dirigí a ti sabiendo que nos podrías dar un gran testimonio de vida y así ha sido. Gracias amigo

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  3. Yo no me vendo, marca el comienzo de un levantamiento –desde el corazón de la ciudadanía– en favor de la libertad que tiene todo ciudadano y toda ciudadana de votar sin necesidad de mediar una miserable limosna que termina volviendo añicos lo más importante que tiene un ser humano: ¡la dignidad! Yo no estoy en venta, es el grito rebelde de una ciudadanía a gritarles a los políticos compradores de votos, que no solo no podrán comprar el viento, la lluvia, las nubes, los colores y la alegría, sino que mucho menos podrán comprar nuestra dignidad, que no tiene precio. Yo no me vendo’ es la respuesta a un infectado ambiente político en el que hablar de probidad y transparencia parece ser una especie de retórica marciana.

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  4. Jesús, Jesús, estoy de acuerdo con el fondo del artículo, digo bien, con el fondo. Pero me parece indigno que hayas puesto en primer lugar la figura de Juan Carlos I. Solo encuentro una razón para que lo hayas utilizado, en mí opinión, de mala manera. Perdona que lo diga así de claro, pero, ¿Por qué no has puesto a los que gestionaron los ERES en Adalucía, o a los Puyoles, o los Torraos, o a los descendientes de los etarras, o... ? No, tenías que llamar la atención y he de reconocer que es un buen reclamo.
    Al resto de cosas: El precio que todos tenemos, gracias a Dios, algunos se salvan, por eso, creo, que aquello de "El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra", servirá para toda la eternidad. No es mi intención defender al Rey Emérito, de las cosas mal hechas, que haya hecho. Por mucho bueno que haya hecho por España, que ha hecho mucho más que tofos estos que ahora nos mal-gobiernan juntos, estos que mienten descaradamente y no respetan ni la presunción de inocencia, ni cosa alguna que no vaya en su propio beneficio, todo lo bueno que haya hecho, no justifica nada de lo mal hecho. Una mala acción nunca puede ser justificada con otras buenas, por muy buenas que sean, otra cosa es que, si se ponen en una balanza, esta se vaya del lado de las buenas, como, en mi opinión curre en este caso. Si hay algo mal hecho, hay que pagar por ello. Pero, me parece un auténtico CRIMEN que a este Hombre se le trate como se le está tratando y estemos aplaudiendo a Don Pedro, les riamos las gracietas a Don Pablo y veamos en el Congreso a algunos personajes haciendo lo que hacen... y la mayoría de la gente callada, tragando lo intragable. Todo con cuarenta y cinco mil muertos escondidos. Y digo gente, porque "Xente hay moita, personas, poucas", que nos decía en el IES de Orense el profesor de literatura en los cincuenta.
    Me gustaría saber, qué pasaría si se sometiera a la misma investigación a Felipe González, a Aznar, Zapatero, o Rajoy, Sánchez y veremos qué pasa con Iglesias. No quiero hablar de la enorme cantidad de dirigentes políticos que han pasado por los Juzgados con mejor o peor suerte. Soy muy pesimista, no tengo esperanza de ver esta España regenerada, no me va a dar tiempo.
    La Justicia debía ser igual para todos, pero, lo única verdad, es que para unos es más igual que para otros. Yo, sintiéndolo mucho, no creo en ella.
    Pasadlo bien. Andrés

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