Nuestros mayores y el coronavirus
La mayoría ha fallecido en absoluta soledad.
Y murieron solos y sin la ternura del último adiós de sus seres queridos.
La ancianidad, aquellos que terminan su existencia en
una residencia llamada de la Tercera Edad, tiene mucho que ver con un estado de
ánimo de un destierro, una etapa de la vida en la que se suceden pérdidas que proporcionan
la aparición del sentimiento de soledad. El sentirse excluido y no tener acceso
a un mundo de interacciones, con un malestar emocional que surge cuando se
siente incomprendido o rechazado por otros, de igual manera carece de compañía
para las actividades deseadas, tanto físicas como intelectuales o para lograr conjugar
intimidad emocional. Por el contrario, las personas mayores que residen en sus
domicilios manifiestan soledad y no tiene por qué implicar necesariamente una
vivencia desagradable, simplemente puede ser una experiencia buscada y
enriquecedora, Sin embargo, la soledad que soportan las personas que se sienten
solas, en una residencia, en la mayoría de los casos es un sentimiento de
abandono y soledad, una huella dolorosa.
Esos mayores que eran los niños durante la época que
nos referimos, cuando España olía a pólvora, carburo y gasógeno o simplemente
había una guerra fratricida durante la cual se combinaba hambre y muerte.
Posteriormente el racionamiento, el estraperlo “el pan de cada día”. Esa España
del subdesarrollo y del aislamiento en la que faltaban: “veinticinco céntimos para un
real”. Esa etapa de una absurda guerra que termino solucionando pocas cosas y los
que estaban mal estuvieron peor, esa etapa con infinidad de susurros medrosos
para contar cualquier tema, esa etapa llena de sobresaltos para opinar desde la
razón y un tiempo gris donde resultaba muy difícil soñar.
Estos ancianos conocieron el brasero, la calefacción
solar, los carros tirados por mulas, el AVE y los satélites surcando el
espacio. También la palangana y el hidromasaje, los trillos, las alpargatas de
esparto, los sabañones, el jabón lagarto, el aceite de hígado de bacalao y un mundo
de comunicaciones difícil de entender. Asistieron a novenas y ejercicios
espirituales, escucharon en la radio las aventuras de Diego Valor, los seriales
de Guillermo Sautier Casaseca, Matilde Perico y Periquín; leyeron el Guerrero
del Antifaz, Roberto Alcázar y Pedrín o el Jabato y como reflejo de una
realidad del tiempo descubrieron un mundo de héroes y de lucha de los buenos
contra los malos.
Una vez terminada la guerra, a la salida del cole,
estos niños y jóvenes de entonces, cogían una merienda de pan con membrillo o
chocolate de algarroba, tal vez por eso había pocos niños obesos. Compraban con
los pocos céntimos que disponían: pipas, regaliz o bolitas de anís, expuestas
sin protección alguna en la cesta de la pipera. Jugaban en la calle, a las
chapas, las canicas, la taba al escondite inglés; y las niñas se divertían con
muñecas o saltando a la comba. La calle eran el territorio común para jugar a
una actividad siempre colectiva. Los niños de esa generación, aguantaron los
capones o “palmetazos” en el colegio y el dominio de los mayores. Aprendieron
la lista de los reyes godos para ejercitar la memoria, los dictados eran una
prueba de ortografía básica, las raíces cuadradas había que resolverlas sin
calculadora Y el futuro gris estaba lastrado por la opresión de una dictadura,
sin embargo, los jóvenes de entonces soñaban con tener una bicicleta
Nos
hemos centrado con mucho acierto, contundencia y constancia en concienciar a la
sociedad, con el apoyo de los medios de comunicación y de las leyes, de que la
violencia llevada a cabo contra la mujer y contra los niños se haya convertido
en elemento de lucha social. Es algo que hay que suprimir de forma radical. Sin
embargo, la violencia y el maltrato a las personas mayores son más difíciles de
detectar, pues no tratarles como se merecen suele producirse en ambientes
familiares o residenciales poco vigilados. Esto hace muy difícil sacar a la luz
este gravísimo problema social. Las Administraciones con estas competencias no
están respondiendo de forma concluyente, es evidente que no se realizan los esfuerzos
precisos para acabar con esta lacra que nos asola y que tan escaso apoyo social
tiene. Dejar a los ancianos al margen porque ya no nos sirven y porque su voto
para los políticos tiene escaso valor dice mucho de la sociedad que con
grandísimo esfuerzo ellos construyeron para nosotros. No olvidemos este grave
problema.
Mi recuerdo y cariño
hacia mi amigo Álvaro, que supo luchar contra el virus sin demasiada suerte...
y a Pilar, su esposa, que sin embargo logrará dominarlo.
Resulta insoportable, es inaudito que salga por TV una diputada, una defensora de nuestros derechos para afirmar rotundamente que miles de ancianos han sido quitados de en medio por este gobierno… Y el resto de los ciudadanos permanezcamos impasibles. Una afirmación de esa envergadura dicha por una diputada exige aclaración y si no se puede demostrar mínimamente: silencio y dimisión. Cualquier ciudadano que represente los intereses del pueblo debe ser, al menos cauto, y no engañar a la ciudadanía.
ResponderEliminarMe imagino que el gobierno se ha confundido en muchas cosas de este proceso, todos de alguna manera hemos subestimado una realidad, que se nos ha montado encima, matando a la gente y produciéndonos una crisis morrocotuda, pero la voluntad de lo fundamental, de lo más importante debe prevalecer por encima de los intereses partidistas. La gente que sufre debe ser el objetivo para cualquiera con la sensibilidad necesaria para estar defendiendo los intereses de todos los ciudadanos sean azules, rojos o carmesí.
Otra cosa es que, la sociedad capitalista amontone a los viejos para que no molesten a sus familiares y sean un estorbo para salir entrar y hacer lo que les venga en gana. Pero eso tiene que ver con la ética individual de los hijos que habría que tratar por separado. La residencia para muchos mayores es una marginación, una tumba en vida.
Paloma.
EliminarConforme, una afirmación de esa catadura, dicha por una representante del pueblo exige investigación. Si esa indagación no se fundamenta en datos concretos debe obligar a su autor a pedir PÚBLICAMENTE PERDÓN Y DEJAR LA POLÍTICA.
Por Wasaps estoy recibiendo, estos días, montones de bulos y mentiras que pueden hacer daño al lector y sin embargo somos capaces de difundirlos. En estos momentos vivimos una tragedia morrocotuda y para salir de ella todos debemos colaborar. CREAR O DIFUNDIR BULOS AYUDAN Y CREAN UN AMBIENTE ENRARECIDO EN EL ENTORNO DE NUESTRO VERDADERO PROBLEMA que es eliminar este virus maligno lo antes posible.
Por otra parte, los ciudadanos estamos obligados a conocer cualquier información y ser críticos con todo aquello que nos parezca injusto, pero siempre desde nuestra verdad subjetiva que intenta ser objetiva.
Esto es como un fuego de campamento, recuerdo una noche, salió un atrevido a recitar:
ResponderEliminarPinos, pinos, pinos...
pinos, pinos, pinos...
pinos, pinos, pinos...
...
...
Pinos, pinos, y un carvallo.
Aplausos, risas y gritos de los que estábamos alrededor. Podíamos hacer lo mismo:
Bulos, bulos,bulos...
...
...
Bulos, bulos y un Gobierno.
No hay ambiente enrarecido, está muy claro, que no lo queramos ver es otra cosa. He llegado del Hospital del El Escorial hace un rato. Venía oyendo Radio Nacional, intervenían los oyentes. Una señora que se declaraba del campo sanitario y de izquierdas, criticaba esto de los bulos y afirmaba que el Gobierno hacía lo que podía, lo que sabía y aconsejados por los científicos. Me creo lo que esta Señora dice, todo, todo, pero, tengo que añadir: No podían hacer más porque son muy torpes, solo hay que oírles en las ruedas de prensa y en el Congreso, por eso para hacer el trabajo de doce, son treinta, los que sean. Si no saben más, es difícil hacer más y hasta les resultará difícil hacer bien, lo poco que se hace. Seguro que los científicos les han aconsejado, seguro, de eso, a que les hayan hecho caso, hay un abismo. ¿Cuál de las dos cosas es un bulo?
En mi opinión, lo que tiene de maldito esta situación, es que hay una hemeroteca y puedes oír las cosas que decía Don Pedro del Señor Rajoy cuando pasó lo del ébola y solo hubo un muerto, más bien alguien que vino, creo que se le trajo, para intentar curarle, y no se pudo. Hoy, para nuestra desgracia tenemos cerca de dieciocho mil muertos. No es cuestión de bulos, es de saber estar y estos Señores no saben lo que es eso. Si hubiera gobernado la derecha, a lo mejor hubiera pasado lo mismo, o peor. Yo no lo creo, otros lo creerán. Pero, eso es un futurible y esta vez, esta desgracia le ha tocado gestionarla a los que no gestionaron el ébola. Cosas de la alternancia.
Y... con estos mimbres se nos pide que apoyemos al Gobierno.
Hace ya algún tiempo le pedí a mi Señora que dejara de conducir, que me daba miedo ir con ella conduciendo, lo dejó. No encuentro razón ninguna para seguir permitiendo que este Gobierno continúe gobernando. Ni un minuto.
Pasadlo bien. Andrés