Las contradicciones y las discordancias son la moneda de uso corriente entre los partidos.
Ya a casi nadie le extraña que los políticos digan una cosa hoy, otra diferente mañana…
Y, si es preciso otra distinta los
fines de semana. Tal vez por eso, es el cambio que se ha producido en la
institución política en España, por decisión soberana de los ciudadanos al
fragmentar su representación. Vivimos en una realidad angosta del sentido de
poder no de las ideologías, causas o principios.
Cuando
Podemos y Ciudadanos entraron en la escena política, se creyó que algo muy
positivo iba a pasar, entonces el panorama político quedó dividido en dos
partes de un lado, PP y PSOE que desde hacía más de tres décadas se habían alternado
en el poder, y del otro, dos fuerzas que representaban el
enorme malestar que la crisis y la corrupción habían generado en muy amplios
sectores de la sociedad. El filósofo alemán Max Weber alertaba sobre ese
instinto. “El político opera con
la ambición de poder como un medio inevitable. Pero el tropiezo contra el
Espíritu de su profesión comienza cuando esta ambición de poder se convierte en
algo que no toma en cuenta las cosas, cuando se convierte en objeto de una pura
embriaguez personal, en vez de ponerse al servicio de su principio”.
La
Política es el arte de la palabra. Si la palabra es el todo, el medio del que
se sirve para expresarse la política, para llegar al destinatario y generar en
él confianza; los partidos políticos en tanto que actores de la política deben
apartar de si a quienes con la palabra engañan, mienten, y trasladan
responsabilidades a otros, individuos o instituciones, para salvarse a sí
mismos sin importar el coste que tiene hacerlo y el daño reputaciones que
generan. Ha de apartar de si también a quienes encubren a los mentirosos. Pero
lamentablemente eso no se está produciendo y la mentira institucional está
asentada en la vida pública de tal manera que el ciudadano no se cree nada de
lo que dicen los políticos
En
el entorno municipal, donde nos conocemos todos, se está permitiendo que todo
valga. Que se digan mentiras retoricas en los Plenos, que un político pueda ser
concejal socialista en una legislatura y en la siguiente se presente con otro
grupo de planteamientos políticos diferentes, o a pocos días antes de unas
elecciones formar un nuevo partido político al ser descartada del suyo de toda
la vida otro. De igual manera se pueden gestionar pactos municipales que
"rechinan" en vísperas de la constitución
de los Ayuntamientos, con reuniones ajenas a un esbozo ideológico, que
solo pretenden tocar poder para defender unos intereses que nada tienen que ver
con los verdaderos provechos del pueblo y están alejadas de un planteamiento ideológico.
Estos enjuagues, demuestran falta de ideología para tapar de forma descarada
otros intereses espurios a toda costa. Esta falta de dignidad ideológica, está
haciendo un daño atroz a todas aquellas personas que esperaban que con la
democracia se produciría un cambio positivo y no se identificaría al político con
el robo, el enchufe, el negocio sucio…etc. Últimamente, la construcción del Ayuntamiento ha
sido un auténtico festival de contradicciones y de pactos incoherentes con los
principios ideológicos elementales, incluso se cuestionó el valor supremo del
derecho a gobernar a la lista más votada. Como también otras cosas.
No
hace mucho, PP y Ciudadanos de la Capital acuñaron dos conceptos como lo peor
de lo peor en democracia: “el pacto de perdedores” y “el reparto de sillones”.
Hasta que llegó la constitución de los ayuntamientos elegidos el pasado 26-M.
PP y Cs se han hecho con numerosas alcaldías con un “pacto de perdedores”, esta
es la razón más poderosa para confirmar la cuasi desaparición de Ciudadanos.
¿Pero
alguien cree que de la realidad política que vivimos puedan salir soluciones a
los gravísimos problemas que tenemos? Empiezo a desengañarme porque estamos
sumidos en una ciénaga con una relación de fuerzas que neutraliza una
potencialidad de cambio. Tenemos políticos y políticas mediocres, sin ideas y
sin ganas de hacer nada que no sea permanecer en el cargo. Y si no ocurre un
milagro, o un desastre, así vamos a seguir en este pueblo. Las elecciones
municipales y las generales de 2015 confirmaron que los dos partidos
emergentes, cada uno en su dimensión, eran capaces de golpear duramente al
bipartidismo, incluso de amenazar su existencia. PP y PSOE perdieron muchos
votos y la alcaldía. La posibilidad de un vuelco a medio plazo dejó de ser una
hipótesis para convertirse en una posibilidad real. Pero….
A
nivel Nacional, todos ellos, el PSOE, Ciudadanos y Podemos, habían levantado
esa misma bandera en la campaña de las elecciones de diciembre de 2015. Luego
fueron incapaces de llevar a la práctica ese objetivo. Por motivos que han
generado ríos de tinta. No son despreciables. Pero, ¿qué habría ocurrido si
hubieran pactado un gobierno entonces?
Seguiremos
tratando este asunto desde una perspectiva distinta, en los próximos días, de
momento estos puntos nos pueden servir nuevamente de reflexión.
El interés material por hacer politica se puede convertir para algunos jóvenes en un medio de vida sencillo con mayores beneficios que los que ofrece el mercado laboral. Quién diría que cualquier concejal pueda cobrar más del doble que en su anterior empresa guardándolo además el puesto de trabajo. Por esa razón algunas personas han visto en la política un medio rentable para vivir. Sabemos de alguien que lleva varios lustros mamando de la teta municipal y viviendo tan ricamente.
ResponderEliminarTal vez por todas estas circunstancias la política este devaluada en la calidad de las personas que están viviendo de ella. Estoy plenamente convencida que si los políticos no cobran nada no había tanta gente creyéndose apuntar a la vida política, ocupando los primeros puestos de las listas electorales. También esta circunstancia influye para la formación de pactos contra natura
Los partidos de derecha e izquierda se quejan de que los otros le han robado el programa, pero la verdad es que las cosas que les separan son tan pocas que los ciudadanos ya no pueden distinguirlos. En realidad, es más lo que les une que lo que les separa. Les unen la convivencia con la corrupción, la sustitución de la democracia por una partitocracia, el apoyo a los privilegios, la distancia del ciudadano, el monopolio que ejercen de la política, el afán de poder y la primacía del interés propio sobre el bien común. Lo que les separa son apenas unos rasgos de segunda importancia
ResponderEliminarEl problema más grande de los políticos, es que se creen superiores a los demás, es un defecto profesional que, algunos, lo tienen de nacimiento. Tienen su parte de razón "han conseguido el poder", incluso los de la Oposición. A eso hay que añadir que, los primeros de la fila, o saben mucho de selección de personal y escogen a los que saben que se van a plegar a su santa voluntad, o no saben un pimiento y escogen a los "pelotas" que no saben hacer la o con un canuto. Como ellos hacen las leyes, se lo guisan y se lo comen. Prometen lo imposible y si no les sale, le echan la culpa al maestro armero o a los funcionarios, que muchas veces también se lo merecen. Por si fuera poco, en vez de ir simplificando, lo lían todo y lo peor, sobre todo los del Gobierno, nos enredan a unos con otros para distraernos y que no veamos sus decisiones absurdas. Y nosotros callados como imbéciles, dejándoles hacer y deshacer a su antojo. Nos lo tenemos más que merecido.
ResponderEliminarCorre por las redes una foto de la nueva mesa del Consejo de Ministros, debajo dos palabras EL PESEBRE. La verdad, creo que se podría poner la foto de la mesa de muchos Plenos y otras, todas con el mismo letrerito.
Pasadlo bien. Andrés