Para el futuro Gobierno de Valdemorillo.

Hay que cambiar lo que se ha convertido en un monopolio de poder y  chanchullos. 

Los vecinos hemos sido expulsados de los procesos de toma de decisiones, no podemos cambiar el sistema, pero sí debemos hacer más difícil su tarea cuando intuimos alguna sucia maniobra como el caso de Fuentevieja. 

La renovación de nuestros sistemas políticos debe ser abordada de otra manera. Nos jugamos demasiado como para confiarlo todo a que nuestros representantes sean competentes y buenas personas. no podemos esperar que estos sean ejemplares o tengan capacidades extraordinarias. Ahora la democracia permite que cualquiera, designado por un partido, pueda gobernarnos, esto implica que nuestro esfuerzo se debe dirigir hacia los procedimientos y reglas que nuestros dirigentes tienen que atenerse.

La democracia ha quedado reducida solamente a una relativa libertad de expresión y a una feria a las urnas, cada cuatro años, para elegir a gente que ya ha sido escogida antes por los partidos políticos, incluso alguno o alguna con un  estigma de indecencia, toda una farsa obscena que los vecinos no queremos soportar más.

La estadística dice que las filas de los descontentos, dispuestos a escarmentar de la casta política, crece cada día con la incorporación de nuevos ciudadanos indignados y enfurecidos contra los ineptos que nos mal gobiernan, olvidados del bien común para convertirse en acaparadores de poder y privilegios.

España es uno de los países del mundo donde el estrago causado por los malos gobernantes ha sido más insoportable, muchos dirigentes padecen un claro rechazo ciudadano y un creciente desprecio por sus implicaciones en corrupciones, chanchullos varios, nepotismo, ayudas a familiares, enriquecimientos ilícitos y otras tropelías políticas. La próxima cita electoral se perfila como un nuevo escenario para el resarcimiento de los ciudadanos contra los políticos que han usado del poder para beneficiarse de alguna manera.

Hay que cambiar lo que ha dejado de ser democrático y se ha convertido en injusto por culpa del monopolio del poder que ejercen los políticos. Los vecinos hemos sido expulsados de los procesos de toma de decision y no podemos cambiar el sistema, pero si hacer la vida de los políticos mas difícil. Los principales problemas a que nos enfrentamos están provocados por una cadena de comportamientos individuales que pueden no ser en sí mismos malos, pero sí lo es su desordenada agregación.

En el caso de Valdemorillo hace falta un nuevo equipo de gestión municipal (un ayuntamiento como el nuestro no puede tener un responsable que lleva un retraso informático descomunal y con una ignorancia invenciblemente errónea). De ahí que no se trate tanto de modificar los comportamientos individuales como de configurar adecuadamente su interacción y esa es precisamente la tarea que podemos designar como inteligencia colectiva. Se logra mucho más mejorando los procedimientos que corrigiendo a las personas que los dirigen.

No deberíamos esperar tanto de las virtudes de quienes componen el gobierno municipal y de los funcionarios que están en su entorno, ni temer mucho de sus vicios; lo que realmente deberían inquietarnos es si su interconexión está bien organizada, cómo son las reglas, los procesos y las estructuras que configuran esa interdependencia. La democracia sobrevive cuando la inteligencia del sistema compensa la mediocridad de los actores

Las sociedades están bien gobernadas cuando lo están por sistemas en los que se sintetiza una inteligencia colectiva. Podríamos prescindir de las personas inteligentes, pero no de los sistemas inteligentes; es lo que se suele decir de otra manera: una sociedad está bien gobernada cuando resiste el paso de malos gobernantes.