“VIVIR PARA O VIVIR DE LA POLÍTICA”

Los representantes políticos municipales cobran todos comisiones.

Resulta lamentable comprobar que cuando un vecino de Valdemorillo entra en política, aunque afirme que buscan servir al ciudadano, a lo que aspira es a alcanzar el poder y conservarlo. La táctica de presentarse como servidor constituye un mecanismo psicológico de defensa que alguno pone en juego para disfrazar sus deseos de poder, intentando dar una explicación razonable a su gestión.

Una vez logrado el poder, al analizar su conducta, observa cómo en muchas de sus acciones, en lugar de preocuparse por atender los intereses de los ciudadanos y solucionar sus problemas y necesidades, se ocupa de los suyos, trajina denodadamente por mantenerse, sin pudor y con enorme cinismo. Estos son los políticos que repiten año tras año en las listas municipales y que acceden a la política sin vocación y hacen de ella su profesión. Cada cual tiene en su mente a quien me refiero.

Maximilian Karl Emil Weber, un filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán, considerado uno de los fundadores del estudio moderno de la sociología y la administración pública, concibe la política como vocación o como profesión. Weber distingue, además, dos formas de hacer de la política una profesión: “vivir para la política o vivir de la política”. Entre vivir “para” y vivir “de” existe una importante diferencia: quien vive “para” la política se encuentra en ella una razón que repleta sus convicciones y con principios e ideales de servicio a los ciudadanos; el individuo, en cambio, que vive “de” la política se coloca en un nivel aprovechado; políticos que no desean gobernar en calidad de servidores de los ciudadanos sino al servicio de sus intereses y/o de sus jefes políticos; no están al servicio de sus principios sino a los del poder o poderes; son los políticos del nivel y perfil “económico”; convierten la política en su fuente de ingresos.

Parece razonable que el político que debe abandonar su puesto de trabajo para ocuparse de una tarea política deberia seguir percibiendo unos emolumentos que le permitan seguir con su estatus. En otra situación bien distinta están aquellos políticos que aprovechan cualquier ocasión para pasar factura económica a una función esencialmente altruista, cobrando por todas las comisiones, aquellas que está presente y las que no está.

Es injustificable la obediencia ciega a las consignas que dicta el partido, aun cuando éstas entren en contradicción con la propia conciencia individual; son “los corruptores del lenguaje y la palabra” y por tal razón es frecuente que caigan también en la corrupción política, que abarca una gama amplia de prácticas, desde la financiación irregular, hasta la apropiación de bienes públicos y el comercio de influencias…

De ahí que muchos ciudadanos hayan comenzado a desconfiar de aquellos políticos que se pretenden poseedores y guardianes de la verdad política, incapaces de entender que son los propios ciudadanos los que les han delegado el poder y que no quieren manifestar su voluntad solamente en momentos electorales; son aquellos ciudadanos que necesitan expresar su desacuerdo con una gestión oscura, poco documentada y marrullera. Que son capaces de organizarse en colectivo para exigir lo que consideran justo y no es tenido en cuenta por los políticos que deben tomar decisiones políticas conforme lo que está establecido por la Ley como el caso Fuentevieja.

Para finalizar este trabajo nuevamente traigo a mi mente lo escrito por Maximilian Karl Emil Weber: “La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura. ….. Pero para ser capaz de hacer esto no sólo hay que ser un líder, sino también un héroe.