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10/29/18

No es fácil engañar con humo


¿Tenemos el gobierno que nos merecemos?
En sociológica está de moda hablar mal de los políticos. Es como una catarsis. Parece que una vez cumplido el trámite, ya podemos descansar tranquilos. Si tildamos al político de ladrón, corrupto, embaucador, insolidario, mentiroso compulsivo, parásito etc…etc…, pocos se van a amedrentar, porque de una forma u otra, son los piropos con los que ya desde el alba al ocaso, se ven regalados sus oídos. Ya cuentan con ellos. 
No creo que los políticos españoles sean mucho peores que los de otros países. Sin embargo, es cierto que en España hay una corriente de opinión que podemos remontar al menos al Cantar del Mío Cid, en el que se decía eso de “qué buen vasallo si tuviese buen señor”, que se lamenta por las malas prácticas de las élites y los gobernantes a lo largo de nuestra historia.
 ¿Tenemos los pueblos el gobierno que no merecemos? Personalmente, soy de la opinión de que no siempre. A lo largo de la historia, en muchas ocasiones ha quedado de manifiesto que las estructuras políticas de los Estados pueden transcurrir por cauces que se alejan de la voluntad de la mayoría de la población por distintos motivos. Soy crítico con la clase política de Valdemorillo y no comparto el modo en el que las formas desvirtúan el fondo, acabando con cualquier posibilidad de transformar una realidad que presenta varios problemas, como la corrupción, cuya solución nos beneficiaría a todos.  
¿Tenemos algo que ver todos con esta situación? En un régimen democrático moderno, como el que asumimos, nos vemos en la obligación de responder que sí. Podremos limitar más o menos nuestra propia responsabilidad, pero creo que seguir preguntándonos por qué nuestros políticos son tan malos que sin reflexionar sobre nosotros mismos, es contraproducente. Hay que partir de la base de que lo son porque se lo permitimos y, a partir de ahí tratar de valorar por qué.
Cuando se aproximan unas elecciones municipales surgen las preguntas sobre qué habría que hacer para que las personas de talla moral y conocimientos se aproximen a la gestión política e intenten modificar un poco el denostado complejo de los actuales políticos. ¿Por qué las personas que serían excelentes políticos no tienen incentivos para dedicarse a la política? No tengo la menor duda que asumimos una imagen de la gestión pública demasiado centrada en el poder económico y alejada de otros valores morales. Con el tema económico resuelto ¿merece la pena ser político y perder buena parte de tu vida privada? Posteriormente conocidas todas las circunstancias que rodean al político ¿merece la pena ser ridiculizado continuamente en las redes sociales? ¿Ser objeto de insultos al pasear junto con tu familia por la calle?
Luego existe un asunto importante que identifica al político directamente con la corrupción, por tal razón ¿merece la pena percibir una sospecha indiscriminada y permanente de corrupción sobre ti? Desde luego parece que algunos políticos no se sienten demasiado incomodo por estar sumergidos permanentemente en un cierto fango de corrupción.
No, no merece la pena. Así lo creen muchos ciudadanos preparados y honestos. Sin obviar tampoco otras desventajas propias de la feroz competencia política, ni los aspectos positivos que evidentemente también existen. Si los capacitados y honrados rehúyen de la política por estas potentes razones, tienden a quedar mediocres y sinvergüenzas o valientes y héroes. A mi juicio, esto que es normal y apropiado que ocurra en una sociedad crítica con libertad de prensa, también crea entre la población una visión sesgada de la realidad objetiva. Se piensa que la mayoría de políticos son pésimos o corruptos, cuando en realidad tal vez sean una minoría. Aquellos que tienen un comportamiento y una gestión ejemplar no hacen ruido.
Dadas las circunstancias ¿alguien quiere aventurarse en el mundo de la política? Si tan malos son y tan mal lo hacen ¿por qué no damos un paso adelante para cambiar nosotros mismos aquello que nos disgusta, demostrando así que nosotros lo podemos hacer mejor siendo buenos políticos? Humildemente, a veces tengo la sensación de que nos quejamos mucho, nos lamentamos, criticamos, yo me incluyo, pero a la hora de la verdad no efectuamos nosotros acciones concretas para cambiar y mejorar la realidad.
Tengo la firme convención que el partido, el PP, que ha permanecido más tiempo en tareas de poder necesita una estrategia clara de lavado de cara, necesita un nuevo rostro no pegado al pasado en forma alguna. Pero esta experiencia, imprescindible, tropieza frontalmente con la realidad si el poder continúa focalizado en la misma persona, no es fácil engañar al pueblo con humo y el partido Popular necesita otro horizonte sin foráneos de última hora, necesita una catarsis que solamente es posible con Pilar López Partida dedicada a otras cosas distintas de la política: Hay demasiadas fotografías de la anterior alcaldesa con personalidades denostadas hoy que son un verdadero lastre…, y para muestra dos botones

2 comentarios:

  1. En vista que nadie se lanza a decir nada voy a hacerlo yo que estor cabreado, y mucho. Porque tengo motivos suficientes para estarlo, lo mismo que tú y tú, también tú. Quería un país mejor para jubilarme, lo quería no solo por mí, también por aquellos que me rodean. Deseaba vivir en un lugar con dignidad, con orgullo, con ganas de mejorar, de aprender, de ser más justo y solidario. Con ganas de crecer como ser social. De creer en los servicios públicos, en la educación y la sanidad, en los servicios sociales. Sentirme inmerso en un mundo mejor para todos, no con la infinita torpeza, podredumbre y codicia, que han intentado nuestro proyecto de gobernantes, sin hacer nada para conseguirlo y sin embargo quieren volverse a presentar a pesar de la que está cayendo. Todo esto tiene que ser una pesadilla. Sería increíble, y terrible hasta lo insoportable, que de verdad los españoles nos mereciésemos otros gobiernos sin Granados, Aguirre, la Gürtel, los Eres, la Púnica, Fabra, Rato, Matas……Esta España, la España de ahora, no es un gran país. Es un pueblo que se aferra a la mediocridad, que da por buenas unas cifras indecentes de desempleo, de pobreza infantil, de fracaso escolar, de corrupción, de injusticia social. España es un país de interesados individualistas, de cicateros que apuestan por que todo siga igual… de mal.

    ¿Y ahora qué? Los políticos con vocación de servicio público son los que nos interesan a los ciudadanos, por los que debemos apostar siempre. El político vocacional no suele ser el que está siempre en la palestra, diciendo que es el mejor y escuchando a los aduladores que lo lisonjean. El auténtico político pasa desapercibido. Con esta reflexión, no estoy diciendo que busquemos una aguja en un pajar, me refiero a que abramos bien los ojos y utilicemos las herramientas de comunicación a nuestro alcance para informarnos correctamente. Sólo así nos daremos cuenta de quién nos miente, y quien nos dice la verdad.

    Termino lanzando una idea, ¿no creéis que ya es hora que los políticos pasen por un tribunal que decida si están capacitados, o no, para dedicarse a esta profesión que tanto nos afecta? No más Gemas, Pilares, Cobas, …. ¡Ah! claro, que estas decisiones las adoptan los mismos, e igual no le interesa esta propuesta a la mayoría, ¿no? Ahí lo dejo…



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  2. Salvo quw en el tribunal estuviera Rappel...
    Doña Gema empezó bien, hasta que se pasó al lado oscuro.
    Las malas compañías...

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