La necesidad de controlar el horario laboral
UNA
ESTAFA PROLONGAR LA JORNADA.
Algunos
ciudadanos empezamos a tomar conciencia que los gastos derivados de las
Administraciones Públicas los estamos pagando los contribuyentes. Esa es una
buena señal para que la sociedad en su conjunto comience a tomar conciencia de
sus deberes y también sus derechos y obligaciones.
La semana pasada estaba con unos
conocidos tomando unas cervezas en la terraza de enfrente de la Casa Consistorial
cuando uno de mis interlocutores lanzo un comentario respecto a las veces que
una trabajadora del Ayuntamiento había salido a la calle desde que llevaba
sentado leyendo el periódico. Ese comentario suscitó las observaciones
peyorativas correspondientes sobre los funcionarios en general que sentí en mi
conciencia como numerario ya jubilado.
Desde esa perspectiva puntualice que
hasta hace relativamente poco, en el cumplimiento del horario laboral, era
normal utilizar el principio de confianza, basado en la buena fe como generador
de un buen ambiente de trabajo. ¡Llegas al trabajo 10 minutos tarde! ¡No pasa
nada unos días entras más tarde, pero sales un poco después de tu horario! No
había verdaderos sistemas de control del cumplimiento horario, aunque bien es
cierto que el más interesado en que sí que se cumpliera era el interventor y de
una forma u otra siempre existía cierto control.
Sin embargo, uno de mis escuchas, veterano
abogado laboralista, puntualizaba que la buena fe no sirve para nada cuando por
medio hay horas de trabajo que cumplir o sueldos que pagar que se deben tomar
muy en serio, que el buen rollo al final se fractura ante algún abuso importante.
Además, que cotizar por un trabajador horas diferentes a las que realiza es un
fraude a la Seguridad Social. Como también es una estafa obligar a los
trabajadores a prolongar diariamente su jornada sin abonarles ni cotizar por
las horas extras. Y que por ello el Gobierno a través del Real Decreto Ley
16/2013, introdujo la obligación de llevar a cabo un registro diario de las
horas ordinarias realizadas por los trabajadores en general. Registros de
tiempo real trabajado cuyos resúmenes diarios debían guardarse por un plazo de
cuatro años a efectos de las correspondientes inspecciones
Que además la Audiencia Nacional consideraba que el establecimiento del control pasa de facultad a
obligación, y se extiende a todos los trabajadores que tienen la obligación de
marcar las horas que están trabajando, incluyéndose las correspondientes
salidas de su lugar habitual de trabajo justificando las causas de su ausencia
y que los Ayuntamientos deberían tener un sistema de control de trabajo del
personal a su servicio. Además, afirmó que en el Ayuntamiento de Valdemorillo había
instalado un mecanismo de control que algunos trabajadores se negaban a usar. (Efectivamente,
comprobé la existencia de un reloj de marca de huella digital en la planta baja).
Mi interlocutor continuaba diciendo que,
tampoco se podía renunciar voluntariamente su jornada de trabajo que era
ilegal, lo mismo que ceder voluntaria y gratuitamente al disfrute de permisos
y/o vacaciones salvo los permisos por asuntos particulares. También, la aún más
grave práctica, de no cumplir el horario. Esto último, en el mundo de la
función pública desgraciadamente y a veces injustamente nos genera un
descredito impórtate ante la opinión pública. Seguía opinando y afirmando que en
las Entidades Locales,
el control del horario de trabajo es esencial para evitar los incumplimientos
de la jornada laboral.
Esta conversación me ha llevado,
nuevamente, a realizar un llamamiento a los trabajadores municipales, con todo
mi respeto, para que mantengan una cierta estética de compromiso laboral con el
contribuyente. Fundamentalmente con aquellos trabajadores por cuenta ajena que
tienen sistemas de control leoninos y salarios más bajos. Trabajar en lo público
no debe suponer, en ningún caso, dejación de las obligaciones laborables a
costa de frecuentes salidas, abandono de su puesto de trabajo sin cumplir la
totalidad del horario. Los funcionarios somos trabajadores pagados con lo
s
presupuestos públicos que respondemos entre todos y a ello nos debemos. Debemos
mantener siempre una compostura de trabajo correcta para ofrecer el mejor
servicio que nos sea posible al menor costo necesario.
Nuevamente unas reflexiones personales
me han llevado a escribir estas líneas, con el firme propósito de que mis
lectores puedan opinar sobre este delicado asunto. Por eso pido, un cierto
rigor en las intervenciones para no herir personalmente la sensibilidad de
nadie. Entrar en la conciencia ciudadana nuevamente para ofrecer la imagen
constructiva de una realidad social civilizada al alcance de ciudadanos del
primer mundo.
Muy legalista tu contertulio abogado laboralista.
ResponderEliminarYo también fui funcionario de carrera algunos años y, sedes muy pronto descubrí que uno de los obstáculos en mi carrera administrativa eran los sindicatos (CCOO, UGT, CESIF...) que en todos los concursos de méritos para acceder a plazas de mayor responsabilidad y mejores retribuciones, había que contar con los afilados "liberados" de dichos sindicatos que, de una manera u otra, conseguían dichos puestos, a pesar de que, haciendo uso de sus horas sindicales, se ausentaban de su puesto de trabajo impunemente contando con el asesoramiento de abogados laboralistas.
Soy economista, trabajo en una empresa de seguros 42 horas semanales que debo cumplir siempre a rajatabla, ahora estoy de vacaciones. Cuando me ausento de mi trabajo para realizar una actividad, que tiene que ver con mi cometido, debo fichar cuando salgo y al regresar dejando constancia por la razón de mi ausencia, al objeto de después justificar gastos de comida, taxi, etc.
ResponderEliminarEl ayuntamiento es una entidad de servicio público al ciudadano y no tiene por qué tener ningún tipo de bicoca con eso de ser funcionarios o contratados. Tener unos jefes que son capaces de entrar tarde porque les da la gana y marcharse antes porque quieren. La existencia de un sistema de control como muestra este escrito, presupone registro y obligación de estar en el puesto de trabajo incluso rascándose la barriga.
Resulta una vergüenza ir al ayuntamiento un día cualquiera y ver a varias personas de cháchara sin que nadie diga ni pio. Tampoco los políticos dicen nada para no perder un voto. Allí la que no ha sido hija de un concejal, ha sido sobrina del alcalde o vecina del político de turno. Se precisa una cierta catarsis.
Con mi escrito no quiero decir, ni mucho menos, que haya funcionarios que no trabajan. Mi hermana trabaja en el INIA y está encerrada horas y horas con sus cacharros de investigación
Aunque no tengo la suerte de pertenecer a una familia como la del economista Paez con gente tan dedicada a sus respectivas profesiones, puedo decir que mi vida laboral ha sido, y es, moderadamente satisfactoria. Y aún añadiré que como funcionario tuve que tratar con empresas privadas para evaluar la contratación de servicios y puedo asegurar que el nivel de incompetencia, corrupción y vaguería entre los trabajadores de las empresas privadas era, por lo menos, igual al existente en la función pública.
EliminarY en mis ocasionales visitas a las oficinas del Ayuntamiento y a otras de la función pública no he tenido ocasión de avergonzarse ante escenas de vida disipada y ociosa.
Claro que, a lo mejor soy tan importante que averiguan cuando voy a acudir a una de esas oficinas y se representan escenas de furiosa actividad laboral mientra estoy allí.
¡Qué barbaridad!
ResponderEliminarPoner un reloj de control a los empleados públicos es un auténtico atentado contra el derecho fundamental consagrado en la Constitución, EL de LIBERTAD.
Ese reloj tiene que ser para otra función. ¿No será que nos van a dar un tiempo a los ciudadanos para medir el gasto que hacemos de la administración y si este está acorde con el impuesto que cada uno de los ciudadanos pagamos?
¿Quién no ha oído alguna vez? ¿Para lo que me pagan ya trabajo bastante? Este pensamiento o dicho, es un mal bastante extendido.
ResponderEliminarTambién habréis oído este otro "El ojo del amo engorda el caballo".
Lo de fichar está muy bien, a veces tampoco vale para nada, siempre hay formas de escaquearse. Durante toda mi vida laboral he tenido que fichar, nunca me pareció mal, es más, cuando, gracias a Dios y a la colaboración y ayuda de un montón de familiares, amigos, compañeros, jefes y bastante tesón, fuerza de voluntad, trabajo, pocas horas de sueño y un montón de horas con el "culo pegado a la silla", terminé "Teleco", se me puso en una categoría profesional que llamaban "primera", desde entonces no cobré una sola hora extra, se entendía que el sueldo llevaba incluido ese esfuerzo extra. Nunca me molestó ese esfuerzo, sentía la empresa como algo mío. Lamentablemente, hoy día, ese sentimiento lo tienen muy pocos. Un sentimiento que debieran tener todos los políticos, aunque solo fuera para dar ejemplo, y, tristemente, podemos constatar, muchas veces, que no solo no lo tienen, si no que tienen otras cosas, cómo ambiciones bastardas y... yo que sé.
¡¡¡¡QUE FICHEN TODOS, PUÑETAS!!!
Pasadlo bien. Andrés