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11/15/17

A los malos políticos.


Que permanecen el poder por sus intereses y privilegios
Los partidos políticos son necesarios en una democracia, eso se sabe desde la época de los griegos, desde la democracia británica en el siglo XIII, desde la revolución francesa. Los partidos políticos sustentan la democracia, pero en algunos casos se han convertido en grupos clientelistas, ya que el problema no son los partidos sino quienes los construyen.
De manera que la visión que tenemos sobre los políticos suelen ser ambivalente, se les considera a la vez imprescindibles  y evitables, una necesidad y un obstáculo. Y aunque para muchos sea una evidencia su descrédito, la animosidad hacia ellos conforma una mezcla indiscriminada de prejuicios y buenas razones.
Las encuestas reflejan un rechazo a todos aquellos políticos que permanecen en el poder para su interés, que no quieren renunciar a sus privilegios y saben que el rechazo popular los deslegitima. Si fueran verdaderamente demócratas  permitirían al pueblo conformar un nuevo sistema de libertades que sea más participativo y limpio, fundamentalmente en el ámbito de la administración local. Pero ellos han decidido blindarse y mantener el sistema, que no representa el sentido mayoritario del pueblo.
Hay varias reivindicaciones y exigencias que los ciudadanos impondrían si se sometieran a referéndum, pero los políticos se niegan a consultar al pueblo e imponen su voluntad, invalidando de ese modo la democracia y liquidando todo atisbo de legitimidad. En democracia, los gobernantes no pueden estar enfrentados al pueblo, ni ser rechazados.
Por ello se pediría que: los corruptos no abandonen la cárcel hasta que no devuelvan todo lo robado; que se termine la financiación con dinero público de los partidos políticos y sindicatos. También que aparten sus manos de la Justicia y que se establezca una real separación de los poderes básicos del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) y los diputados y senadores representen en verdad a los ciudadanos, no a sus partidos, como ocurre, y que rindan cuentas ante el ciudadano, como es preceptivo en democracia. Que los partidos políticos practiquen la democracia interna y dejen de ser escuelas de fascistas que son hoy, Que se reforme la ley electoral para que cada voto valga lo mismo y dejen de ser beneficiados los nacionalismos y se eliminen algunas comunidades autónomas y los numerosos parlamentos autonómicos, gobiernos y ciento de chiringuitos del poder. Unificándose los ayuntamientos pequeños para reducir costes y ganar eficacia y desaparezcan los aforamientos, un privilegios estúpido y abusivo que convierte a España en un país con rasgos medievales.
También que se priorice, por encima de cualquier otra política de Estado, adelgazando lo público hasta conseguir reducir a una cuarta parte el número de políticos españoles viviendo del erario, mayor que los que tienen Alemania, Gran Bretaña y Francia juntos. Igualmente que se reforme el Código penal y sean tipificados como delitos muchas actuaciones y políticas que son nocivas para la nación y hoy gozan de impunidad, como el endeudamiento público irresponsable, el despilfarro, la arbitrariedad en las subvenciones, contratos y concesiones y otros muchos abusos y canalladas que son práctica ordinaria del poder político español.
Todas esas reformas, se deberían someter a los españoles en referéndum, pero los políticos no sirven a pueblo sino a ellos mismos, no las someten a consultas y las bloquean, sólo defienden sus egos y anteponen sus intereses personales al de los españoles. Están envueltos en corrupción, soberbia, antidemocracia y desprecio al ciudadano. No hay que contraponer políticos de profesión y de vocación. Para ejercer bien este oficio se requieren verdaderos profesionales. Un buen político no debe ser fantástico ni fanático, debe tener talento, una mezcla de espíritu de justicia y sentido estratégico.
La complejidad casa mal con la retórica simplista y empuja a asesorarse por expertos imparciales para reconocer los riesgos y evitar caminos vedados por el conocimiento. El buen político no teme innovar e innova. No desprecia la experiencia, es decidido, demuestra carácter. Un político no debe ser ni cruel ni cínico, pero sí astuto. Deberia estar obligado a domeñar la espontaneidad, demostrar cierto cálculo; a no dar un paso sin decidir previamente dónde quiere poner el pie ya que la astucia no implica faltar a la verdad, sino contarla cuando procede; no engañar, pero no ser engañado. Debe siempre responder ante alguien y de algo. Las responsabilidades se diluyen cuando no hay o están desactivados los mecanismos institucionales para exigir (y tener que dar) cuentas. 
Ocurre, entre otras razones, porque cierta organización del poder difumina al titular de la competencia. Los nacionalistas, como los catalanes ahora, son los grandes beneficiarios de este Estado "borroso" siendo capaces de creerse su verdad al margen de la verdadera realidad histórica.

6 comentarios:

  1. F. Rodriguez de Rivera15 de noviembre de 2017, 22:51

    Está sembrado profesor

    Está de moda hablar mal de los políticos. Es como una catarsis. Parece que una vez cumplido el trámite, ya podemos irnos tranquilos a cenar con los colegas o incluso en tiempo de comicios a votarlos (quizás al mismo que habitualmente despellejas)

    Si tildamos al político de ladrón, corrupto, embaucador, insolidario, mentiroso compulsivo, parásito etc…etc…, pocos se van a amedrentar, porque de una forma u otra, son los piropos con los que ya desde el alba al ocaso, se ven regalados sus oídos. Ya cuentan con ellos.

    Me manda un buen amigo un símil que explica perfectamente la idiosincrasia de los cofrades del estamento político.

    “Los políticos son como una tortuga subida en un poste. 1: No entendemos como llegó ahí. 2: No podrás creer que esté ahí. 3: Sabrás que no pudo haber subido solita ahí. 4: Estás seguro de que no debería estar ahí. 5: Serás consciente de que no va hacer nada útil mientras esté ahí”.

    Sin duda -como digo- tales piropos, son la pecha que sus señorías, rostro de bronce, corazón de roca, han de satisfacer a cambio de sus pingües y escandalosos privilegios. Ya sabemos lo que les importa…

    Lo preocupante es que no les fallen los estúpidos que les votan…
    La casta política, cuando accede a la gobernanza, genera una especie de endorfinas que profundizan sus cualidades camaleónicas, endiosamiento, falsedad “jeta”, dotes especiales para falsificar y enturbiarlo todo.

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  2. Parece evidente que cuando escribiste esta entrada, estabas con un cabreo mayúsculo, un estado comprensible dada la evolución de la situación en este país en los últimos meses.
    Sin embargo, creo que algunas de tus afirmaciones deberían de ser matizadas.
    Afirmas que “los políticos se niegan a consultar al pueblo” y supongo que te refieres a las polémicas convocatorias de referéndums. Yo, personalmente, no tengo mucha fe en ese tipo de democracia directa tan ponderado por algunos. La facilidad de manipulación de la opinión gracias a las redes sociales, cada vez más contrastada, no parece que dibuje un panorama muy favorable a estas consultas directas.
    Pides “que se establezca una real separación de los poderes básicos del Estado” y creo que esta división existe en España en la actualidad, tal y como demuestran los sucesivos juicios que se están celebrando y se van a celebrar sobre los casos de corrupción que se han producido en España en los últimos años. Naturalmente, es una división susceptible de ser mejorada (como en todos los países europeos) pero, en definitiva, existe.
    Pides, igualmente “que los partidos políticos practiquen la democracia interna y dejen de ser escuelas de fascistas” y pienso que aquí te has excedido. Tanto tú como yo, por nuestra edad, hemos vivido la penosa experiencia de vivir en un estado realmente fascista y me reconocerás que cualquier parecido entre los políticos actuales y los de aquel estado gobernado “por la gracia de Dios”, es pura coincidencia. Creo que tener cuidado con el uso del término “fascista” o el de “nazi” ya que su proliferación puede llegar a banalizar el terrible significado que se oculta detrás de esos calificativos.
    En cuanto la número de políticos que hay en España, es cierto que es el más elevado de todos los países europeos, aunque también es cierto que una buena parte de ellos son alcaldes y concejales que no cobran un duro de presupuesto.
    Si es cierto que el número de aforados es, con mucho, el más elevado de todos los países europeos, una circunstancia que, en efecto, debería de ser corregido.
    Y, en efecto, coincido contigo en que en España se debería de acometer, de una vez por todas, con la reforma que nos convierta en un estado federal (no confederal) para terminar de una vez con estas competencias borrosas y, esto es opinión mía, que en esta reforma, las competencias de sanidad y educación deberían volver a ser competencia del gobierno federal.

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    1. Parece claro que no siempre se consigue lanzar un mensaje para que se entienda lo mismo que se persigue mostrar, por eso debo decir que aquellos aspectos generales al matizarse se corren el riesgo de sacarlos del contexto para el que fueron emitidos.

      Por eso debo dejar meridianamente claro que, el fenómeno catalán no se encuentra en el camino de ningún aspecto de mi planteamiento, es más este asunto no fue democrático por no ser respetada la Ley. También dejo claro que no soy capaz de entender que una mentalidad socialista sea compatible con el Nacionalismo.

      Sigo matizando, algunos,… bueno casi todos, los partidos políticos tradicionales no disponen de verdadera democracia interna y muchas veces las opiniones contrarias a los planteamientos del “aparato” pueden suponer la marginación del disidente, para eso es fácil consultar hemerotecas.

      Otro tema fundamental, el político debe estar en sintonía con las opiniones del pueblo para tomar conciencia de su situación y saber dimitir cuando se ha confundido perjudicando a su gente. Esto en un pueblo es mucho más patente en el mundo municipal, donde el político conocedor de su trabajo debe saber de buena tinta que se está cociendo en su pueblo y como se entiende su política municipal.

      Ya sé que hay que tener en cuenta con el vocablo “fascista”, pero no encuentro otra palaba mejor para poder expresar lo que verdaderamente pienso de ciertos planteamientos que no tienen mejor definición.

      La opinión general que la gente de la calle tiene de los políticos, ojo no de la política, es precisamente la que dejo patente en mi escrito. España no se puede permitir alimentar a tanto político parasito inoperante y desgraciadamente abundan, tenemos muestra a poco que levantemos la vista.

      Me admira el Estado Francés y la diversidad regional en donde las diferencias no se muestran ni en las banderas ni el idioma, todos tienen las mismas enseñas y hablan el mismo idioma, el francés, ya estés en Estrasburgo o en Aviñón.

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    2. Yo también admiro el espíritu de los franceses y tengo a gala que me tachen de jacobino.

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  3. En realidad, los politicos que tenemos gobernandonos no tienen un nivel minimo permitido. No saben pero tampoco quieren aprender, pero se mantienen contre viento y marea sin ofrecer resistencia. Muchad veces pienso si esto de ahora es mejor que lo que pasamos con Pilar. Gema debes enterarte que no queremos que sigas gpbernando asi, sin posibilidad de sacar un proyecto adelante. Marchate ya

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  4. Buenísimo lo de la tortuga.
    Por decir algo:
    No todos los políticos son iguales ni en honradez, ni en valía personal, ni profesional, ni...
    En España sobran la mitad, más o menos, solo hay que verlos en los plenos, sean del Congreso, de la Asamblea o de cualquier ayuntamiento.
    Cada hombre un voto, que nadie lo entienda mal, cada persona un voto y todos los votos iguales y del mismo peso.
    Las consultas al pueblo... con cuidado.
    Democracia en los partidos políticos... relativa. Si no te gusta, siempre te puedes ir, si encuentras algo mejor, si no ¿Para qué?
    Los corruptos a la cárcel hasta que devuelvan lo robado.
    Los experimentos con gaseosa, no con aeropuertos y similares.
    No entiendo lo de la España federal, ni confederal, ni de naciones. Estaría muy bien como está, si todas las autonomías tuvieran las mismas atribuciones, sin educación, sin sanidad y sin justicia, que debieran haber permanecido siempre en el Estado. No entiendo que tengan estatutos diferentes. Lo siento por Navarra, el País Vasco y Cataluña.
    Las minorías deben ser atendidas, pero nunca se les debe permitir manejar un país de la manera que lo han hecho aquí los nacionalistas, por ejemplo.
    Y... Hay para dar y tomar.
    Pasadlo bien. Andrés

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