Mujeres musulmanas que viven aquí
¿Libertad o sometimiento?
En la cola del pescado de Mercadona, he visto un grupo de mujeres musulmanas
muy jóvenes con niños pequeños y con su atuendo tradicional. La mujer “mora” en
Valdemorillo no pasa desapercibida, su vestimenta la delata.
Ante este panorama me he formulado la pregunta:
¿libertad o sometimiento al marido y a su clan? Junto a estas jóvenes musulmanas
estaba otra joven de similar edad, con pantalón corto y luciendo su figura, también
me he formulado la pregunta: ¿libertad, presión social o simplemente comodidad?
Para empezar, los moros permanecieron ocho siglos
en España y nos dejaron un legado que va desde los monumentos de Al Ándalus a
miles de palabras que utilizamos a diario. Más allá de esta herencia, ¿qué
sabemos de ellos? La influencia de la cultura y la sociedad de los 280 millones
de personas que comparten esta lengua traspasan sus fronteras con el dinamismo
de las revueltas árabes.
Las mujeres musulmanas que viven entre nosotros,
defienden su derecho a mantener sus símbolos religiosos y sus convicciones sin
que implique renunciar a otras oportunidades. Sufren con intensidad el choque
cultural que implica su integración en una sociedad dispareja en la que
perviven viejos estereotipos frente al islam. Defienden la idea de llegar
vírgenes al matrimonio, porque, prevalece la idea de que la que no conserve la
candidez, es una perdida y dentro de su comunidad. Por eso las madres se
preocupan y van a los centros de salud a que les hagan pruebas a sus hijas sin
que los médicos españoles lo entiendan. El integrismo islámico, está haciendo más profundo el
abismo que ya separaba al mundo musulmán del nuestro. El temor, a un rechazo de
la sociedad española hizo que muchas mujeres moras se refugiasen aún más en su
religión con el correspondiente efecto rebote de reafirmación y dignidad. La
inmensa mayoría de estas mujeres comenzaron a llevar el hijab que antes no habían vestido.
En contra de nuestra apreciación, las moras no se
perciben a sí mismas como oprimidas por su religión o su cultura, se siente
libre en su casa. Tienen responsabilidades y son dueñas de sus vidas. Claro,
las que dependen del marido, pero eso como en cualquier otra cultura, La
identidad musulmana no se vive como una identidad en conflicto con el
desarrollo y emancipación de las mujeres, sino que ambos elementos parecen
integrarse armónicamente.
La religión Islámica tiene una idea de la belleza
natural, que merece su respeto, su cuerpo debe manejarse de forma que no hiera
a los demás. Por eso, el Islam está en contra de mostrar la belleza de una
forma en la que se disminuya la dignidad de la mujer al revelar su cuerpo en
exposición que no vale nada porque no hay que hacer nada para conseguir ver esa
belleza.
El Corán, confiere la equidad al hombre y a la mujer,
idénticos derechos, virtudes y obligaciones. Pero en casi todos los países de religión
musulmana, la mujer sufre discriminación, se le prohíbe: la libertad de
expresión y pensamiento, sometida al control del hombre. Visten como indica su devoción,
o sus maridos y viven condicionadas e infravaloradas. Se las limita el libre
paseo con amigas, o sentarse en una cafetería a charlar reuniéndose en grupo
públicamente.
Este verano, he vuelto a releer un libro de bolsillo
que es capaz de desmontar muchos tabúes, está escrito por la socióloga (Marruecos,
1979) asentada en Paris: Saphia Azzeddine. El título del libro es: Confesiones a Alá. Texto de
fácil lectura constituye un testimonio en primera persona. Sin pelos en la
lengua, el haber nacido a caballo entre dos culturas tan diferentes, le ha
hecho percibir la realidad de una forma más lúcida que los demás. Y en ella se apoya. Sus libros
han causado furor, una tormenta transmitida a los lectores gracias al boca a
boca. Jbara,
la protagonista de Confesiones
a Alá, su voz no es solo su voz, sino también la de todas aquellas mujeres
árabes, pobres y oprimidas que no han conocido más patria que la miseria. Su
grito por la dignidad salta las cadenas montañosas de Marruecos
El hecho de que cubran su cabeza tiene que ver con su
forma de pensar y la de la sociedad en la que viven. Muchos argumentan que
lejos de someter a la mujer, esta idea del velo la hace más valiosa, más
importante, algo que no está al alcance de la mano y aumenta la dignidad y el
respeto hacia las mujeres. Algunas lo hacen porque su creencia en la religión
es tan fuerte que para ellas usarlo es una obligación inquebrantable, otras lo
hacen porque sienten la presión de la sociedad a usarlo o porque sus maridos
las obligan a cubrirse porque no quieren que otros hombres admiren lo que es de
su posesión.
El autor de artículo es sociólogo y Master en Igualdad
de Género por la UCM.
Veo tu artículo algo desaliñado y confuso, quizás por haber querido abarcar demasiados temas.
ResponderEliminarMe ha extrañado el uso del término "moro" para designar a los musulmanes, un término que, en el mejor de los casos, podría utilizarse para designar a los procedentes de la antigua Mauritania y que excluye a los procedentes de otros países de confesión musulmana.
Pero dejando a un lado estas disquisiciones que podrían ser consideradas demasiado académicas, pasemos al fondo de la cuestión, es decir, a la situación de la mujer dentro de la sociedad musulmana.
Dicen que la mujer musulmana está de acuerdo con el uso de cubrirse (más o menos extensamente). Quizás sea así, pero no se si en una encuesta libre (es decir, anónima y hecha sin la presencia de los varones de la familia) ofrecería resultados acordes con tal afirmación.
Sin embargo, la pretensión de la preservación de la virginidad por parte de la mujer me indica un grado de subordinación de la mujer con respecto al hombre que no parece estar de acuerdo con esa pretendida desarrollo y emancipación de esas mujeres.
En cuanto a los preceptos coranicos (como los de la Biblia) y sus múltiples interpretaciones, siempre estarán por debajo de lo dicho en la Constitución y/o los diferentes códigos de leyes por los que nos regimos.
Respecto al supuesto dinamismo de las revueltas árabes, aunque no soy un experto, por lo que se, dichas revueltas no son más que el resultado de enfrentamientos entre clanes hábilmente azulados por el mundo occidental.
Lamento que mi trabajo te haya parecido confuso. Resulta elemental afirmar que cuando se escribe, lo que se pretende es intentar establecer una hipótesis para que se pueda seguir desarrollando como tesis. Algún artículo también trate sobre este asunto hace más o menos un año.
EliminarTodo el razonamiento de este trabajo de fin de semana coincidió al ver a una joven musulmana, no estoy seguro si de Mauritania, que a pesar de su hijab ofrecía unos ojos bonitos y mucha dulzura en la cara. Me acorde de Jbara la protagonista del libro de Confesiones a Alá de Saphia Azzeddine (aconsejo su lectura para comprender mejor mi texto.
La religión Islámica tiene una idea de la belleza natural, que merece su respeto, su cuerpo debe manejarse de forma que no hiera a los demás. Por eso, el Islam está en contra de mostrar la belleza de una forma en la que se disminuya la dignidad de la mujer al revelar su cuerpo en exposición.
Juan, procurare seguir mejorando, para que lo que escribo sea leído por el mayor número posible de personas.
Por ello gracias por tú valoración.
Efectivamente, yo vi en el teatro Lara la representación de la obra Confesiones a Alá y me pareció magnifica, pero el libro me parecio fabuloso todauna enseñanza de la realidad.
ResponderEliminarUna joven marroquí vive en las montañas con sus padres y muchos hermanos. Su vida es dura, difícil, gastada por repetida. En su soledad, habla con Alá, su único compañero, y su relato se vuelve agrio para su confesor. "Solo digo que el yogurt Raïbi Jamila me deja un sabor dulce en la boca mientras que Alá, hasta ahora, no me ha dejado nada de nada", Sus palabras golpean fuerte. "La miseria huele mal", dice, mientras relata los problemas de su familia, ignorante y sin recursos: "Mi madre pela cebolla todos los días para poder llorar en paz.
Hasta ahora no conozco ningún país árabe donde se respete a la MUJER y se la honre. Tenemos sin ir más lejos el caso de la niña MALALA ,que fue atacada a balazos por el simple hecho de asistir a una escuela en Pakistan. Estoy harta de ver mujeres portando sus cabezas tapadas, sus cárceles de tela. Cuando su Islam construya escuelas y Universidades para que toda niña, toda mujer que desee cursar en sus aulas pueda hacerlo con total libertad, ese día, seguramente voy a cambiar de opinión. Por ahora, el Islam es solo una secta de las peores que existen sobre la faz de la Tierra. Por favor trasmita mis palabras a sus imanes o quienes tengan el cargo de oficiantes de sus cultos.
En estos días, este tema es delicado de tocar. Las creencias de cada uno, normalmente han sido mamadas y luego regadas en la escuela y si son religiosas cada uno en su "parroquia", "mezquita", "templo", "sinagoga" o "lo que sea". A medida que vamos viviendo, sufrimos la influencia de todo lo que nos rodea, y, yo digo gracias a Dios, nuestro "libre albedrío" nos permite ir decidiendo sobre muchas cosas. Lo que yo veo es que, en general y salvo contadas excepciones, tendemos a dejarnos llevar por el camino más fácil. Dicho de otra forma "arrimamos el ascua a nuestra sardina".
ResponderEliminarYo no me puedo creer que las mujeres musulmanas, que viven entre nosotros, sientan la necesidad moral de llevar velo. De hecho conozco a algunas que no lo llevan y respetan no beber alcohol y no comer carne de cerdo. De la misma manera que muchos católicos no vamos a Misa de forma habitual. Recuerdo que hace sesenta años, las mujeres iban a Misa con un velo negro; en el pueblo de mi padre, las mujeres se sentaban delante y los hombre en las filas de atrás.
Con el tiempo las mujeres musulmanas llegarán a ser libres, más o menos, en este mundo muy poquitos son libres. El resto de las mujeres del mundo han conseguido ciertos derechos a base de pelearlo y con mucho sufrimiento infinidad de veces.
Cuando estas musulmanas lleven a sus hijos a la playa y estos vean que está todo el mundo medio en cueros, esos niños acabarán viéndolo normal y querrán bañarse como los otros. ¿Que pasó aquí con la movida o los divorcios? Ahora parece que el que no ha tomado droga es tonto o parecido. Los matrimonios se rompen por menos de nada. Como le oía hace nada a una Señora musulmana: Les llevamos quinientos años de historia, viven en la edad media y nosotros en el siglo XXI. Esto solo lo cura el tiempo. La Señora no era creyente, de hecho uno de los que estaban con ella la llamaba hereje y la decía que no se podía discutir con ella.
Virginidad. Sinceramente creo que esto es una virtud, pero si solo es para las mujeres, entonces diré que es un atropello, igual que el velo o el que las mujeres caminen detrás de los hombres.
Llevo fatal que, aquellos que vienen a vivir con nosotros, no se integren en nuestra sociedad. Realmente, lo que llevo mal es que nos quieran convertir a nosotros y mucho peor que nos exijan cosas que en sus países de origen a nosotros nos son negadas, como el construir iglesias o que sus hijos tengan derecho a libros y becas de comedor y mis nietos no lo tengan.
Creo que estamos sufriendo una marcha verde en toda regla y ya sabemos las consecuencias.
Creo que no soy racista, pero estoy cansado de poner una mejilla detrás de la otra.
Pasadlo bien. Andrés