Las mujeres musulmanas que viven entre nosotros.
El mestizaje, seña de identidad de un mundo desarrollado.
Deberíamos ser conscientes que
vivimos inmersos en una sociedad en constante evolución. En Valdemorillo
convivimos dentro de un entorno sociológico en el cual la presencia del mundo
musulmán configura una parte de nuestro paisaje social y donde el respeto a las
minorías debe constituir nuestras señas de identidad, dentro de una naturaleza
tolerante y desarrollada.
Hoy
me apetece traer nuevamente a mi blog todo un debate abierto dentro de la
sociedad valdemorillense, que como sociólogo me permito analizar siempre desde
el profundo respeto a cualquiera convicción ideológica.
Las
mujeres moras en Valdemorillo, lo mismo que en otros lugares europeos, constituyen
un grupo social vulnerable a la hora de representar el mundo musulmán. La
imagen mediática occidental de la mujer islámica responde a un estereotipo que
quiere ver dos modelos sociales antagónicos: uno retrasado, otro moderno. Un
número nutrido de jóvenes musulmanas Aseguran haberse casado por amor, no
mediante matrimonios concertados, y entienden el divorcio como una posibilidad,
aunque no sea la ideal. Consideran no sentirse sometidas a sus maridos, aunque
esto implique hacerse cargo de las tareas domésticas del hogar y de los hijos,
y, por supuesto, llevar el velo puesto.
Las
mujeres musulmanas que viven entre nosotros, defienden su derecho a mantener
sus símbolos religiosos y sus convicciones sin que implique renunciar a otras
oportunidades. Ellas, sufren con intensidad el choque cultural que implica su
integración en una sociedad diferente en la que perviven viejos estereotipos
frente al islam. Defienden la idea de llegar vírgenes al matrimonio, tanto las
jóvenes como las adultas. Porque, prevalece la idea de que la que no conserve
la candidez, es una perdida y dentro de la comunidad musulmana. Por eso las
madres se preocupan y van a los centros de salud a que les hagan pruebas a sus
hijas sin que los médicos españoles lo entiendan.
El
integrismo islámico, está haciendo más profundo el abismo que ya separaba al
mundo musulmán del español. El temor, a un rechazo de la sociedad española hizo
que muchas otras mujeres árabes se refugiasen aún más en su religión con el
correspondiente efecto rebote de reafirmación y dignidad. La inmensa mayoría de
estas mujeres comenzaron a llevar el hijab
o velo que antes no habían vestido.
En
contra de nuestra apreciación occidental, las musulmanas no se perciben a sí
mismas como oprimidas por su religión o su cultura. La mujer musulmana se
siente libre en su casa. Tienen responsabilidades y son dueñas de sus vidas.
Claro, las que dependen del marido, pero eso como en cualquier otra cultura, La
identidad musulmana no se vive como una identidad en conflicto con el
desarrollo y emancipación de las mujeres, sino que ambos elementos parecen
integrarse armónicamente.
La religión
Islámica tiene una idea de la belleza natural, que debe manejarse de forma que
no hiera a los demás. Por eso, el Islam está en contra de mostrar la belleza de
una forma en la que se disminuya la dignidad de la mujer al revelar su cuerpo
en exposición que no vale nada porque no hay que hacer nada para conseguir ver
esa belleza.
Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos
de las Naciones Unidas, existe el principio de igualdad y de no discriminación
por razón de sexo, como una obligación de derecho internacional que vincula a
todas las naciones, estableciéndose como un principio que debe inspirar el
resto de los derechos fundamentales. También el Corán, confiere la equidad al
hombre y a la mujer, idénticos derechos, virtudes y obligaciones. Pero en casi
todos los países musulmanes, la mujer sufre una fuerte discriminación, se le
prohíbe: la libertad de expresión y pensamiento, sometiéndolas al control del
hombre. Visten como indica su religión, o maridos y viven totalmente
condicionadas e infravaloradas.
A las
mujeres se las limita el libre paseo con amigas, o sentarse en una cafetería a
charlar reuniéndose en grupo públicamente. Durante la menstruación no pueden
entrar en las mezquitas, orar, mantener relaciones sexuales o leer el Corán y
la ropa manchada con la menstruación es impura. Sobre el particular yo aconsejo
la lectura del libro de Saphia Azzeddine: Confesiones
a Alá que constituye un testimonio en primera persona de Saphia Azzedine (Marruecos, 1979) es
tan bella como osada a la hora de escribir. Sin pelos en la lengua, el haber
nacido a caballo entre dos culturas tan diferentes, le ha hecho percibir la
realidad de una forma más lúcida que los demás. Y en ella
se apoya. Sus libros han causado furor, una tormenta transmitida a los lectores
gracias al boca a boca.
El hecho de que cubran su cabeza tiene que ver con su
forma de pensar y la de la sociedad en la que viven. Muchos argumentan que
lejos de someter a la mujer, esta idea del velo la hace más valiosa, más
importante, algo que no está al alcance de la mano y aumenta la dignidad y el
respeto hacia las mujeres. Algunas lo hacen porque su creencia en la religión
es tan fuerte que para ellas usarlo es una obligación inquebrantable, otras lo
hacen porque sienten la presión de la sociedad a usarlo o porque sus maridos
las obligan a cubrirse porque no quieren que otros hombres admiren lo que es de
su posesión.
Los que somos parte de la sociedad occidental, no
podemos concebir el tipo de opresión a la que se someten estas mujeres, y si
bien hay muchas que han logrado obtener derechos importantes ante los hombres,
la misma cultura en la que nacieron las hace pensar en la figura del hombre
como autoridad. Incluso, según el Corán, las mujeres deben guardar
modestia y mantener la pureza al no mostrar su belleza con un velo por arriba
del pecho porque esa belleza solo puede verla su marido. Las mayoría de las
musulmanas que viven en occidente, argumentan que prefieren usar velo porque no
quieren ser vistas como un objeto de belleza, ser juzgadas por cuán bonitas son
o no, por cuánto mide su cuerpo o no; interesante apreciación que quizás las
mujeres que se educa en otra cultura muchas veces no hemos sabido ver. No
quiere ser juzgada por su apariencia física sino por su inteligencia y
capacidades, esto último no deja de ser un argumento con muchos quilates.
Soy ateo. Los cristianos, a su casa. Los moros, a su casa. Me ofende su atuendo cuando paseo por Valdemorillo, claro que el nombre ya lo indica valde-Morillo. Que aprendan un poquito de Mohamed V
ResponderEliminarhttp://www.elmundo.es/loc/2017/01/12/5876629fe2704e2b508b45f6.html
¿Por qué no se van a su país y nos dejan en paz? Ya tenemos bastante con nuestros cristianos de toda la vida. Señor, baja del Cielo y pon un poquito de orden. Una Nueva Cruzada es justa y necesaria. Amén.
Desde el respeto a cualquier convicción ya sea religiosa política. Es muy importante respetar y ser respetado en una sociedad plural.
ResponderEliminarPero por otra parte existe una condición imprescindible y es que cada cual debe acostumbrarse a vivir en el entorno que le ha tocado habituarse a sus costumbres a sus tradiciones ya su forma de entender la vida. No cabe la menor duda que nuestro amigo Mateo tiene una forma fascistoide de ver la vida con poca flexibilidad con nada de tolerancia. Las cosas no son blancas o negras hay un sinfín de matices grises que sitúan las experiencias de cada cual en el lugar qué les corresponde.
¿Has vivido y/otrabajado en países musulmanes? Vete y cuando regreses me lo cuentas, más en tu caso siendo María. Reciprocidad en el trato.
EliminarParece evidente que las culturas, el tratamiento que reciben son totalmente asimétricas. Cuando uno entra en un pais como inmigrante lo minimo que se debe hacer es aceptar las costumbres del lugar y no intentar imponer las propias. Me refiero que si hay un uniforme escolar todo el mundo debe ir con ese uniforme (Recordar el caso del SalN Lorenzo de El Escorial). Si a la piscina deeben ir los dos generos mezclados nadie debe imponer que, ni siquiera intentarlo, como mi religión me prohibe mezclar los dos generos, mi hija debe recibir clases de natación por separado (recordar el caso reciente de Suiza).
ResponderEliminarRepito si se viene como inmigrante deben aceptar las costumbres del lugar, intentar imponer las suyas tiene otro nombre, colonizar, y como tal hay que tratarlo.