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6/08/16

Observar a la gente supone conocer.

Ante un magnifico día de sol
Hay que saber hablar cuando nos corresponde hacerlo, también observar en silencio, desde una posición constructiva, de la realidad sociológica de nuestro entorno.
A partir esta visión aprenderemos cosas y entenderemos otras que tiene mucho que ver con nuestra idiosincrasia y dan respuesta a muchos comportamientos de nuestra sociedad.
Cuando observamos a la gente hay que hacerlo de manera que nos permita tener una idea del ritmo de la comunidad que nos rodea, para ello debemos posicionarnos de manera relajada, tranquila y con la sana intención de conocer de manera parcial a personas que están compartiendo un momento puntual de su vida. Se trata de tener capacidad de observación, para adivinar las historias de otras personas. Únicamente desde una observación que nos permita analizan los discursos desde el leguaje verbal, la acción, la interacción y el lenguaje corporal, observar  no debe ser voyerismo, debe suponer siempre una manera de conocer nuestro entorno sociológico para que nos ayude a comprender algunas cosas que tienen que ver con el comportamiento de las personas; por eso no se debe faltar al respeto por la privacidad de nadie o haciendo algo irreflexivo, como hablar, de ello, despectivamente.
La observación de cómo otras personas viven y se comportan, nos permite conocer sus motivaciones de vida. Es fundamental observar a la gente no sintiéndote superior, sin formarse juicios de valor, siendo  observador sin prejuicios y con una visión constructiva y critica con nosotros mismos. Es relajante ver cómo otras personas se divierten, se visten, interpretan sus actividades diarias. Mientras lo observas, piensa en qué tipo de persona podría ser: Formúlarte preguntas sobre de cada persona que elijas: ¿Por qué está aquí? ¿Está contento? ¿Nervioso? ¿Irritable? ¿Por qué? ¿Qué dice su lenguaje corporal sobre ellos? ¿Qué pasa con su forma de hablar? Observa su ropa: ¿Qué sugieren su ropa? …
Es martes, son las 13 horas, estuve sentado, en la plaza del pueblo, tomando una cerveza, justamente enfrente del ayuntamiento. A mi lado una pareja de varones, con una edad similar a la mía, que había llegado conduciendo un coche descapotable, estaban vestidos de manera campera, como si llegaran de haber arreglado el jardín de su casa, pidieron unas cañas de cerveza y  tortilla. Después de un prolongado silencio, uno de los interlocutores, comienzo haciendo unas disquisiciones sobre el coche que conducía, argumentando su magnífico comportamiento en la carretera; su contertulio asiente mientras que colocan sobre su mesa las cervezas y el aperitivo de tortilla al que no perdían el ojo. Nuevamente, un nuevo silencio,… para terminar hablando de futbol. A mi espalda sentadas unas señoras acompañadas de un niño pequeño recien salido del cole, una abuela ejerciente en plena tarea profesional no remunerada, ambas comentaban la presencia del buen tiempo del calor primaveral. Algunos paseantes saludan al niño a su abuela y acompañante, uno de los cuales se acomodó en la mesa para departir sobre un asunto de su vivienda y lo malamente que habían gestionado un asunto en las oficinas del ayuntamiento y el abuso de los políticos,… rápidamente bajaron la voz, ante la presencia del actual concejal de urbanismo que entraba en el bar para tomar un receso.
El sol comenzaba a molestar a pesar de las sombrillas dispuestas para evitarlo. Decidí pedir mi cuenta y marcharme hasta otro día.

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