El camino es siempre mejor que la posada.



En el aniversario del abandono de las aulas,
Cuando mi cuerpo no supo ponerse de acuerdo con mi mente y la sociedad en su conjunto eligió una edad y un punto de inflexión para abandonar la docencia. 

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El escritor irlandés Jonathan Swift autor de los viajes de Gulliver decía: Todo el mundo quiere vivir mucho tiempo pero nadie quiere llegar a viejo. El término "viejo" resulta desagradable. Se ha empleado muchas veces con carácter peyorativo, incluso como insulto. Un claro ejemplo lo tenemos en Fernández de Avellaneda, el autor del Quijote Apócrifo, que llamó a Cervantes viejo y manco. La vejez es un estado que se alcanza si uno vive lo suficiente porque, como decía el mismo Cervantes, nadie puede detener el tiempo. Hoy tratamos de disimular esta expresión con el término miembro de la tercera edad. El profesor Cajal decía que se es verdaderamente anciano cuando se pierde la curiosidad intelectual.
Con la sabiduría de Cervantes podríamos decir que: La docencia no se ejerce con las canas sino con el entendimiento y este suele mejorar con los años. La tradición sostiene que Hipócrates compuso los Aforismos a edad avanzada como una especie de resumen de su vasta experiencia.  El primer aforismo dice: La vida es breve, la ciencia extensa, la ocasión fugaz, la experiencia insegura y el juicio difícil. La jubilación es una época de descanso lo cual es lícito y respetable, sin embargo yo hubiera preferido seguir el consejo de Cervantes expresado en la frase: El camino es siempre mejor que la posada.
Para mí fue un placer y un orgullo ser un funcionario público y trabajar para la Universidad Politécnica de Madrid que me dio la oportunidad de ser hacer lo que realmente deseaba, ser profesor titular y me permitió un desarrollo personal y profesional. El contacto con el aula y la necesidad de superarme profesionalmente, admitieron situarme en una posición magnifica de crecimiento intelectual y humano y desarrollarme como persona al servicio de los demás y el contacto con otros profesores y especialmente con los jóvenes alumnos me permitieron conocer una realidad social que ahora permanece en mi comportamiento como persona.

Sin embargo llegado este momento de la jubilación, no nos queda más remedio que mirar reflexivamente hacia el pasado, echar un vistazo hacia atrás y pasar en una especie de rápida instantánea como han sido estos 40 años de travesía por la docencia universitaria. Decía Cicerón que la gratitud no sólo es la más grande de las virtudes, sino que engendra todas las demás, de tal modo que Yo de la Universidad sólo podía despedirme con tres palabras, GRACIAS Y HASTA SIEMPRE.

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