Por el voto consciente.

Llamada a la conciencia responsable de la ciudadanía.

Hay demasiados políticos que dejaron de representarnos al distanciarse de su verdadero objetivo y aprovechando su responsabilidad de poder para enriquecerse. Este comportamiento afecta a la esencia democrática y resulta tan preocupante como urgente su solución.

La corrupción propicia desconfianza e indignación, pero no es más que el reflejo de una realidad que nos afecta a todos y que de alguna manera hemos justificado para intentar evidenciar un fin de autocomplacencia. Todos hemos sido culpables de este desaguisado político corrupto y columna vertebral de nuestra crisis económica ahora. Pero lo más lamentable es que, para muchos esta experiencia infecta no supone implícita una reconversión ética y continúan aferrándose a las siglas que se sabe, ampararon durante años la injusticia y la corrupción. Argumentando que todos los políticos son iguales de corruptos, cuando la corrupción ha calado en todo el entretejido del poder político como ocurrió en Valencia o en Madrid  y que nos deben hacer saltar todas las alarmas.

Muchos ciudadanos sentimos secuestrados nuestros derechos por unas organizaciones que monopolizan el poder. Esta situación limita la instrucción real de la democracia y la participación del pueblo en la cosa pública, al disponer de poco margen para decidir sobre la marcha de la sociedad. Tal vez por eso se hace necesario un mayor equilibrio entre los partidos políticos y el resto del pueblo para que la realidad corrupta de algunos de nuestros gobernantes propicie otra manera nueva de organización social. Los ciudadanos estamos de acuerdo con acabar con la corrupción, las puertas giratorias, la cruel realidad de los desahucios y la imposibilidad de la dación en pago  También otra manera de gestión pública de sanidad, educación y libre mercado.

La juventud “pensante” de este país, que deberia ser el futuro del horizonte sociopolítico, está harta de todo lo vivido en estos últimos tiempos y por eso de manera abrumadoramente mayoritaria: pasan de la política y del sistema de vida montado por todos nosotros, o votan a Podemos como contra partida que justifica su rebeldía por la ausencia de futuro.

¿Se debe esperar que la sociedad española tenga memoria y recuerde todo esto a la hora de enfrentarse a las urnas?, Mucho me temo que no, al menos en la medida necesaria. Porque sí de esta experiencia no hemos aprendido nada, tampoco estamos dispuestos a cambiar nada,… nos mereceremos lo peor. Que en España, haya millones de personas, que con sus votos aparentan defender este estado de corrupción, ciertamente es fuerte y sí se analiza esta situación, no cabe casi ninguna duda de que casi siete millones de españoles protegen este estado de cosas y las urnas lo confirmaron. Por unas causas o por otras, se puede deducir también que esa cantidad de personas son cómplices de corruptos o, sencillamente, protegen a los corruptos con su silencio y su voto.

Ahora quiero hacer una nueva reflexión: Partiendo de la base que la sociedad española representa, de forma mayoritaria, el espíritu católico del perdón, en donde, con el simple acto de la confesión nuestras faltas eran absueltas. A diferencia de luteranos y calvinistas, protestantes en general, que exigían, además, la restitución. Todos los “chorizos” que van saliendo de prisión conservan su botín casi intacto y algunos pretenden hacerlo mayor, organizando nuevos experimentos insolidarios como Mario Conde.

Además de padecer falta de libertad judicial y el sometimiento de la fiscalía y la policía a los interesas partidistas en el poder, tanto la forma de elección de los órganos del poder judicial como las investigaciones están marcadas desde el poder y las sentencias dependen del valor de algunos jueces que no quieren poner en riesgo su carrera. Atreverse con las corrupciones, ha significado expulsión de los más osados o perder la posibilidad de los ascensos. Según el último Barómetro del CIS la corrupción es el segundo motivo de preocupación de los españoles, y los políticos y los partidos alcanzan asimismo una destacada cuarta posición en el ranking, y con una clara tendencia al alza. Por otra parte, en el último Índice de Percepción de la Corrupción publicado por Transparencia Internacional, España ha sido el segundo país del mundo que más ha empeorado en su valoración relativa a la corrupción.