Del déficit al tratamiento de la hepatitis C.
EL PODER DETERMINA LA REALIDAD DEL PACTO.
La penosa
imagen que nos dan nuestros políticos, afecta a la esencia de nuestro estado democrático.
La soberbia, la mentira y los personalismos presentes en las negociaciones, propician
un daño irreparable en la conciencia ciudadana.
Como en ya
conté hace unos meses, en el Artículo 6 de nuestro Texto
Constitucional se dice que: Los partidos políticos
expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la
voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política…
que su estructura interna y funcionamiento deberían ser democráticos. Basta
analizar la práctica para ver que no resulta sencillo desmontar este carácter tan
separado de lo reclamado por la sociedad.
En España,
desgraciadamente, estamos acostumbrados al fraude institucional, a ocultar y
utilizar la mentira y “apretarnos el cinturón” mientras que una buena parte de políticos
se apropiaron de un dinero imprescindible y dicen que el déficit
se debe al tratamiento de la hepatitis C. Nos vienen engañando hablando de una
recuperación de España, cuando la Comisión Europea veía serios riesgos de
incumplir las metas de déficit y deberíamos continuar con nuestra penuria. Al tiempo, nos vamos enterando de un rosario de escándalos afectan a nuestros
directos intereses y seguimos votando al partido político que ha protagonizando
el mayor escándalo de nuestra democracia, como si no hubiese ocurrido
nada, mirando para otro lado.
Son numerosos
los políticos que han batido varias veces sus récords de imposturas, engaños,
invenciones y calumnias con las que que ganaron votos de
ciudadanos crédulos. Parecen ignorar que la misma tecnología que hoy les
permite multiplicar ese bombardeo de embustes.
Lo peor es que según el
principio de Goebbels “Si una mentira se
repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad”. Pero Goebbels, no
contaba con las redes sociales, y ese nuevo universo interinatico está
cambiando el mundo de la falsificación política. Sin embargo algunos
profesionales de los medios de comunicación no se sonrojan cuando se demuestra una y otra vez que muchos
titulares fueron falsos y continúan empeñados en hacernos ver las cosas de una
manera diferente.
Esta conciencia de engaño sistemático y el estío
de un sector muy importante de la opinión publica siguen permitiendo que muchos
de los ardides políticos que estuvieron y se están propiciando, hayan creado bolsas
de pobreza en España, que no sean reconocidas y no sean juzgadas.
Hace 15 años, que aún no existía este tratamiento, mi hermana murió por culpa de esta enfermedad. No sólo es cruel y dolorosa para las familias, es que si cualquiera que la "hemos padecido" hubiéramos poder siquiera pagado por un tratamiento, nos habríamos hipotecado por ello. El problema es que ahora mismo ni siquiera existe esa opción para quien pueda y reclamarlo después. Es muy injusto.
ResponderEliminarMucho me temo que tu fe en las redes sociales es excesiva. Miedo me da solo imaginar lo que hubiese conseguido Goebbels si hubiese contado semejante herramienta.
ResponderEliminarLa definición de "un buen político" no ha variado apenas desde la antigua Grecia: el gobernante justo debe ser honesto y tener una vocación de servicio a la comunidad que le elige y a su patria. Sin embargo en los últimos tiempos hay muy pocos responsables políticos que se ajusten a esa definición. Hoy gran parte de los españoles ven a sus representantes casi como una casta parasitaria. Pero, ¿se puede reconciliar la ciudadanía con sus mandatarios? ¿Cómo puede trabajar la clase política para limpiar su reputación?
ResponderEliminarIneficaces, corruptos y proclives a enredarse en luchas cainitas. Así ven muchos españoles a los miembros de la clase política. No importa si mandan a nivel nacional o local; si son gobierno u oposición. Las encuestas del CIS los han señalado como el tercer problema más preocupante para los españoles, sólo por detrás de la economía y el paro.
Los políticos de hoy lo son “de forma profesional”. No logran sus puestos por sus méritos objetivos y pocos han tenido un contacto prolongado con la vida civil, a la que les resulta muy difícil incorporarse tras perder unas elecciones, dimitir o ser destituidos. El gran problema, no obstante, es la corrupción, un concepto que parece asociado indefectiblemente al estamento político.
España pasó una etapa negra de su historia con la guerra civil y posteriores desastres de hambruna y muertes que sembraron la tierra que ahora pisamos. Eran otros tiempos, hoy no es admisible que ocurran las cosas que nos mantienen tan alejados de un progreso digno de los tiempos y de las personas que lo contemporizamos. Si bien en los tiempos aquellos se daban por hecho que no había libertad, justicia, derechos, hoy no es admisible que ocurra lo mismo, sobre todo cuando hemos decidido vivir en Democracia. Aquello era inherente por la imposición de la fuerza militar y policial, por el miedo inducido e implantado. Pero a día de hoy, no. Si hemos decidido vivir en un sistema que se caracteriza por libertades, derechos, justicia, igualdad y oportunidades, si hemos aprobado una Constitución que lo recoge todo, no debemos permitir que la situación sea más próxima a aquella etapa de nuestra historia que a la que corresponde con los tiempos que vivimos.
ResponderEliminarPor esa razón, no creo que sea conveniente olvidar, por muchas maniobras de distracción que nos pongan para invitarnos a desviar la atención de los asuntos importantes que están machacando a este país. Por muchos mensajes subliminales que nos lancen con la intención de alienarnos, de conducirnos, no debemos caer en la tentación. Todo está hecho para eso, para distraer, para que desviemos la atención, para que nos fijemos en banalidades, en nimiedades o en simplezas. Debemos preocuparnos de que así sea. Si nos despistamos, es muy probable que volvamos a tiempos pasados, y no tan pasados. Debemos superar esta transición de desgracias y desmanes. Recordemos que los últimos cuatro años y pico que hemos sufrido, no deben volver a acontecer. Sería nuestra perdición y sería la tumba definitiva para la Democracia que hemos intentado defender y conseguir. Llegó el momento de tomar decisiones importantes, definitivas, y debemos hacerlo con determinación, con decisión y con valentía. Con osadía, si llegara el caso. El espíritu intrépido que siempre caracterizó a los españoles, de momento desapareció. El miedo, la represión, el cansancio, el hastío y el aburrimiento, han hecho mella en nosotros. Ahora toca ser insolentes, valientes, audaces y debemos sacar todo nuestro arrojo, incluso podemos llegar hasta la imprudencia. La meta que debemos perseguir, para que no pasemos a ser dominados por los obscenos, los indecentes, los zafios y los criminales austericidas y mentirosos, así lo requerirán. Otra solución no cabe. La hipocresía, el cinismo, la mediocridad y al aburguesamiento inadecuado e inoportuno solo conseguirán que seamos más vulnerables y nos hagamos más manipulables. Así, los corruptos, los delincuentes de lo común, los bocazas de la política, pasarán por encima nuestra, nos harán sufrir con sus tropelías impunes y conseguirán que, de nuevo, volvamos a caer en lo que ya hemos caído en demasía.