El "pelaje" y la vestimenta de los nuevos diputados.
El hábito no hace al monje.
El viejo refrán sacado de la Lozana
Andaluza de Cervantes: “donde fueres, haz lo que vieres”, como
manera de adaptabilidad, que a los más veteranos nos enseñaron en nuestra tierna
infancia. Que recomienda, por educación, acomodarse a la costumbre en el lugar en
el que uno se encuentra, al tiempo que aconseja no singularizarse saliendo de
los modos y usos establecidos en cada lugar para evitar conflictos.
A
propósito de lo vivido durante ayer en el Congreso de los diputados por la toma
de posesión de los nuevos puestos. Se me ocurre otra reflexión que tiene que
ver con la manera de presentarse, vestir y comportarse de algunos nuevos representantes,
que usaron de su vestimenta y toque personal para intentar ser mas "guay" que el
resto.
El vestuario de las personas es un
disfraz cambiante conforme a nuestra personalidad y lo que verdaderamente importa
son las ideas capaces de expresar con su forma de pensar y su manera
de ser. Cada persona se viste con la ropa que desea. Los
criterios para elegirla pudieran ser estéticos, prácticos en busca la comodidad,
social para transmitir un mensaje a los demás o simplemente de acuerdo con
nuestro estado anímico. Por esa razón resulta
absurdo suponer a priori que un atuendo casual es más natural o espontáneo que
otro más formal, cuando pudiera ser tan artificial el uno como el otro.
Cuando
un diputado acude a la sesión de constitución del Congreso con jersey, rastas,
vaqueros y botas, está dando un mensaje. El que va con traje y corbata,
también lo está dando, pero mucho menos estridente, porque pasa más
desapercibido entre una mayoría que se viste de forma similar. Me parece muy
bien que en el Congreso no exista normativa alguna en cuanto a atuendo. Lo ridículo
es suponer que alguien es más "guay" porque su aspecto sea más
informal; desde luego no es ni natural ni espontáneo, sino más bien lo
contrario.
El que acude con traje, también está dando un
mensaje, pero mucho menos estridente, porque pasa más desapercibido entre una
mayoría que se viste de forma similar. La forma de vestir no es
cuestión de mayorías o minorías, es cuestión de gustos personales y creo que
cada cual debe vestir como le plazca y como se sienta mejor. Lo que digo es que
vestir informal es tan artificioso como lo contrario, y en determinadas
circunstancias, aún más y que lo que resulta socialmente importante es estar
debidamente limpio para evitar que la presencia de “humanidad” resulte incómoda
para los contertulios.
Totalmente de acuerdo contigo! :)
ResponderEliminarCreo que es un error confundir limpieza con las corbatas, trajes o rastas. Evidentemente, un pobre, en la calle, irá más de "casual" que de traje, y por sus tristes circunstancias, probablemente su higiene personal no sea la óptima. Pero de ahí a identificar la falta de higiene con la vestimenta "casual" va un abismo. Esa frase de "cuidadosamente descuidado" va mucho con la gente a la que le gusta llevar el pelo largo, rastas, barbas hipster, etc: probablemente dedican mucho más tiempo al cuidado de su imagen de lo que dedica el que salta de la cama y se embute en su disfraz de "hombre sensato".
ResponderEliminarNo me parece mal que el que quiera ir de traje y corbata lo haga, lo que me parece fatal es que alguien pueda escandalizarse porque un diputado no quiera "disfrazarse". A fin de cuentas, es una forma también de visualizar el cambio, de acercar al político a la calle, a la gente normal. Pensemos que muchas de las cosas que tiene el protocolo (el traje, la levita, la forma de colocar los cubiertos y las copas en una mesa, etc) son formas de blindarse, de hacerse superiores, de marcar las diferencias con los pobres.
Me quedo con el político honesto y trabajador, con el traje que más le guste.
Bueno, Sr. Bayarri.
EliminarDe sus comentarios deduzco que jamás en su corta existencia ha padecido privaciones de ningún tipo. Y esto no es una crítica. Simplemente constato un hecho.
Un pobre no luce una indumentaria "casual". Simplemente viste como puede.
La vestimenta "cuidadosamente descuidada" es tan protocolaria como el traje, camisa y corbata y, por ello, totalmente apartada de la usada por el común de los mortales.
Por lo dicho, el que luce esa vestimenta "cuidadosamente descuidada" va tan disfrazada como el que viste de "hombre sensato" (el entrecomillado es suyo).
Y, por último, la vestimenta utilizada no proporciona sensatez pero, en cambio, si puede denotar un afán de notoriedad y de blindarse y, en definitiva, de marcar diferencias con respecto a los demás (vistan como vistan y sean pobres o no)
Sr. Porras, estamos hablando de otros, personajes públicos. No me parece apropiado ni hablar de la vida personal de los que intentamos enriquecer el debate ciudadano con nuestras opiniones ni mucho menos verter deducciones que obligan al mentado a entrar a aclararlas. Procedo de una familia numerosa de honor. No voy a hablar de mis privaciones por pudor, pero puedo asegurarle que sé lo que es heredar la ropa de los mayores con mil trabajos de una madre trasnochando para ajustárnosla.
EliminarCuando digo que un pobre viste "de casual" estoy hablando de que se pone lo que buenamente puede, evidentemente. Y en ese atuendo no suele acompañar la corbata, como tampoco el frac o el chaqué.
La vestimenta"cuidadosamente descuidada" es tan legítima como la clásica, a mí me parece que cada uno debe vestir como más le guste respetando siempre cómo lo hagan los demás.
Y si queremos elevar un poco el sentido de lo que hablamos, insisto, lo que me preocupa es el corazón que hay detrás de esa chaqueta o chubasquero. Y "por sus actos les conoceréis"
Sr. Bayarri: Ya veo que insiste en creer que los pobres visten "casual". Pues nada. En este país hay libertad de expresión y opinión.
EliminarEn cuanto a lo que "hay detrás" (de las vestimentas quiero decir) el tiempo lo dirá, pero la pataleta de Iglesias no parece presagiar nada brillante.
Bueno, Jesús.
ResponderEliminarNo me ha dado tiempo a participar en el anterior debate que planteabas y que me parecía interesante.
Así que, si no te importa, hablaré de ambos temas (el anterior y el actual) en riguroso orden de planteamiento.
Lo sucedido en Colonia me ha dejado estupefacto, pero como aún no conozco todos los datos sobre esos sucesos, me limitaré a esbozar algunas reflexiones cortas.
Las agresiones sufridas por las mujeres en Colonia me parecen repugnantes y me da lo mismo que los agresores fuesen europeos con pedigrí o inmigrantes del Tubuctú (si es que alguno lo era) y, por lo tanto, espero que sean identificados y caiga sobre ellos el peso de la justicia. Más grave me parece la actuación de la policía alemana por su pasividad y que podría llegar a hacer pensar en una estrategia premeditada para despertar la fiera xenófoba que todos llevamos dentro más o menos controlada.
El juicio contra la infanta Elena y el tontolhaba de su marido (lo siento por el exabrupto. Si lo deseas lo puedes eliminar) seguirá adelante y creo sinceramente que tendrán que enfrentarse ambos a las penas que dicte el tribunal si los encuentra culpables (y todo parece indicar que así será). El fiscal y el abogado del estado alegan fundamentos legales a considerar, pero creo que serán desestimados.
Podemos está atrapado por las delirantes promesas hechas a los grupos nacionalistas con los que ha acudido a las elecciones y no puede llegar a ningún tipo de coalición con el PSOE principalmente por su torpeza . Parece que, en efecto, los más racional es que se llegue a algún acuerdo entre PP, Ciudadanos y PSOE para formar gobierno y no tanto porque sea el deseo del PODER como porque entre los tres suman más del 70 % del hemiciclo y no hay que olvidar los votos cosechados por dichos partidos son tan válidos como los cosechados por Podemos.
Y en cuanto al tema de Cataluña, ya he expresado en otras ocasiones mi opinión sobre las pretensiones de los soberanistas y, en esta ocasión, tan sólo añadiré que los soberanistas han tenido el acierto de convencer a los catalanes (y algunos otros), de que España es una especie de república bananera y que, por lo tanto, las pretensiones separatistas son bien vistas por el resto de los países europeos, y me temo que no es así. España es un país con un estado democrático reconocido y considerado similar a los del resto de Europa occidental, miembro de pleno derecho de la Unión europea, miembro de la OTAN y demás organizaciones internacionales. Por ello creo que las pretensiones de estos soberanistas serán recibidas bien con rechifla, bien con indiferencia absoluta
En cuanto al tema que planteas ahora.
Bueno, la indumentaria de que han hecho gala (y que mantendrán según parece) los miembros de Podemos y grupos afines, me parece simplemente algo ridícula y producto de la ignorancia supina que reina entre sus parlamentarios (la higiene personal se les supone)
Si ellos creen que disfrazándose de “sans culottes” de diseño se acercan más al “pueblo”, pues allá ellos. Se trata de un proceso de aprendizaje.
Más preocupante me parece la pataleta de Pablo Iglesias ante el pacto alcanzado entre PP, PSOE y Ciudadanos para formar la mesa del Congreso y ante la lógica negativa a su pretensión de contar con cuatro grupos parlamentarios. Dicha pataleta, junto a la actitud gesticulante de Errejóm y el “postureo” de Bescansa” parecen poco adecuados para esos profesores universitarios que, en opinión de alguno de los contertulios, “hacen honor a la dignidad de la Universidad como centro del saber” y “demuestran con creces su superioridad intelectual.