Puñetazo a Rajoy



Representa democráticamente a una mayoría de españoles. 
La violencia, sea del tipo que sea, no tiene justificación, no debe tener cabida dentro de una estructura civilizada que busca la paz y la concordia entre los hombres y mujeres de buena voluntad.
Mariano Rajoy representa a una mayoría de españoles que lo votaron democráticamente, podrá gustar más menos su política, pero para cambiarla hay elecciones el domingo. La agresión contra el candidato del Partido Popular nos debería llevar a reflexionar sobre la violencia política. Ahora todos nos escandalizamos por un puñetazo, pero también deberíamos perturbar por un desahucio. O una reforma laboral que deja inermes a los trabajadores, también con la supresión de ayudas a personas físicamente dependientes. El puñetazo es condenable, pero también lo es éstos y tantos otros casos de violencia política real que admitimos con indiferencia.
A estas alturas de la vida, considero evidente que el valor supremo de la política, su objetivo principal, su razón de ser, es la convivencia; es la libertad, la justicia, la seguridad, y bastantes otras cosas, como ingredientes necesarios para cocinar esa complicada receta: la coexistencia pacífica. ...Olvidamos con frecuencia que al desastre social suele llegarse de forma casi inconsciente. Perdemos de vista que la vida en común se construye con materiales muy simples. Como la dignidad, es decir, el respeto por uno mismo. Como los buenos modales, el respeto por los demás"
Pero por desgracia para una parte de la sociedad que pretendemos vivir la vida con sosiego y tranquilidad, la violencia forma parte del paisaje, comenzando por la violencia del racismo. La violencia mundial es constante. La capacidad de agresión y de destrucción llega a límites aterradores que consideramos necesarios. La industria de guerra es de las más florecientes y poderosas. Vivimos en un mundo en que el que tiene la fuerza tiene la razón y, consecuentemente, la legalidad. La Historia de las naciones, incluida España, no es sino una sucesión de sangrientas violencias.
Pero también es violento atender día sí, día también a mujeres y hombres desesperados, por el desahucio vital al que les han condenado, también es violento asistir a tantos enfermos crónicos en condiciones de no-salud desastrosa porque tienen que elegir entre comer o pagar su medicación. También decirles a un buen hombre y a su familia que va a morir en pocas horas por falta de fondo se han agotado las existencias de “muellecitos” para reparar su aneurisma de aorta. O ver a tantas y tantas personas a merced de la caridad voluntaria de otros.
Rajoy debería recapacitar si su política ha sido un éxito o un fracaso, y qué propone si vuelve a ser elegido. Y no sé yo si esa repulsa unánime habría sido la misma si el agredido hubiera sido otro candidato. Proclamamos que la violencia no cabe en democracia, pero la practicamos a diario y con mayor alevosía que un puñetazo indefendible. El mundo es violento y no vamos camino de mitigarlo. Solo utilizamos la incultura de la represión, y no la de la educación.

Comentarios

  1. Mi percepción de la agresión sufrida por Mariano Rajoy a manos de un perturbado mental es sensiblemente diferente.
    Y es que resulta que el agredido resulta ser, además de candidato a las próximas elecciones del 20D, el jefe de gobierno del estado español.
    Sin duda, vivimos en una España en la que la injusticia social sigue siendo una lacra que, a pesar de los avances conseguidos en los últimos 40 años, sigue golpeando a un segmento significativo de la población.
    Esta realidad no nos debe hacer perder la perspectiva.
    La "acción directa" tan querida por algunos colectivos debe ser rechazada de plano, sin matizaciones de ningún tipo ya que lo contrario significa abrir la puerta a justificaciones que nos pueden llevar a situaciones poco deseables.
    Tengo sobradas razones para afirmar que la agresión a cualquier otro candidato, sea cual sea su ideología, habría despertado un rechazo similar a la que ha despertado esta que nos ocupa, pero es que se da la casualidad de que, insisto, se ha agredido al jefe de gobierno del estado.
    En definitiva, lo único que se desprende de este desdichado asunto es que un joven se ha arruinado la vida posiblemente para siempre jamás.

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    1. Esencialmente conforme con el razonamiento y conclusiones, sin olvidad la violencia institucional.

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    2. En el caso de un estado de derecho como resulta ser aquel en el que vivimos, los casos de violencia institucional, cuando se dan, se resuelven siguiendo los cauces legales que proporciona el propio estado.
      En cualquier caso, el término "violencia institucional" puede ser utilizado de forma un tanto capciosa. Y me explico.
      Las "leyes de Nuremberg" son un claro ejemplo de ese tipo de violencia. La denegación de permiso de una manifestación convocada en apoyo de las "leyes de Nuremberg" no es "violencia institucional".

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