"Aquel que teniendo menos es más feliz".
¿De qué sirve ganar la tierra si he perdido mi propia dignidad para
conseguirlo?
Son muchos y muchas, los que después de haber estado durante algún tiempo
moviendo los hilos del poder terminan sucumbiendo ante la sutil trampa de la
codicia. Son muchos y muchas los que deberían haber sido imputados por apoderarse
de lo que no les pertenecía, de aprovecharse de su cargo, de abusar del poder
para tomar aquello que era de todos.

La política
no deberia ejercerse para “forrarse”, quien quiera ganar mucho dinero deberia
dedicarse a negocios como la Banca…, nunca a la política. A la política se
deberia entrar con vocación de servicio y teniendo muy en cuenta que hay muchos
hombres y mujeres que están siendo víctimas directas de una mala gestión política
y una corrupción institucional marcada por una línea de conducta unida al poder
político.
Sufrimos paro
de seis millones de personas, mucha gente pasa necesidades por no tener dinero
suficiente para acabar el mes, sin embargo tenemos políticos en nuestro entorno
inmediato, que además de buenos sueldos, se quedan con una parte importante de
nuestro dinero y están “mareando la
perdiz comiendo la sopa boba “. Pero no toda la culpa es de ellos, también
los ciudadanos tenemos nuestra responsabilidad. Causa perplejidad contemplar
imágenes en que políticos sospechosos de delitos de corrupción que salen de los
juzgados con vítores de algunos de los directamente estafados, con frases como:
¡¡roba pero hace cosas!¡. Así resulta imposible enderezar esta nave. Es claro
que lo primero que hay que exigir a un político es la honradez,…. Luego, que al
menos, que no sea tonto.
Debemos
vivir en un mundo más habitable, en donde el éxito no consista solo en
almacenar dinero y poder. Es legítimo, casi es obligado que nos empeñemos en
luchar por nuestra propia dignidad. Tenemos que reconciliarnos con nuestro
mundo, no merece la pena venderse con tanta indignidad, la felicidad es mucho
más barata. Debemos desterrar la envidia y no tener como referencia a los poderosos,
sino de aquel que teniendo menos es más feliz.
¿Qué
pensarán algunos de los hombres mujeres más ricos del mundo cuando les
comunican que les quedan sólo unos días de vida? Seguro que si conservan un
mínimo de lucidez, la amargura y el cabreo de dejar este orbe les tiene que
fastidiar un montón. ¿De qué sirve ganar la tierra
si he perdido mi propia dignidad para conseguirlo?
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