Los enemigos del hombre y nuestras miserias
El catecismo Ripalda
Siendo niño, hace muchos años, aprendíamos
de memoria en la escuela el catecismo Ripalda. Íbamos a un colegio segregado
por sexos y bajo el manto protector de franquismo, como no podía ser de otra
forma priorizaban tanto el espíritu sobre el cuerpo.
Los
niños de entonces nos preguntábamos qué significaba eso de que los enemigos del
hombre eran, "mundo, demonio y carne", ya que nuestro 'mundo' se
ceñía a ir desde la escuela a la iglesia adyacente con miedo metido en nuestras
entretelas por las posibles penas del infierno como preparación a nuestra "primera
comunión".
El Demonio era el culpable de todas nuestras miserias. Eso de la carne no lo entendíamos
demasiado ya que apenas comíamos en aquellos años de penumbra y hambre, y tan
solo estaba reservada para el día de Nochebuena que mi abuela mataba una gallina
de su corral. Los huevos fritos con patatas, la sopa de ajo y el pisto eran la
comida de moda.
Aprendíamos
de memorieta el Ripalda que, como otras cosas, impedía nuestro desarrollo intelectual para
convertirnos en baladoras ovejitas obedientes que nos permite ahora que podamos
extrapolarlo y conocer los P. Capitales dentro de nuestro entorno sociológico: Contra la gula, la templanza;
paradigma de saludable virtud y usual debido a las cartillas de racionamiento y
de faltarnos veinticinco céntimos para tener un real. Contra la avaricia,
largueza o generosidad; virtudes ambas que adornan a muchos de nuestros
próceres que nada de lo que tienen es suyo, pues ha sido previamente afanado.
Además de asegurarse una jubilación dorada con sueldecillos de seis cifras.
Paradigma de esta virtud hay a manojitos, pero los más conspicuos serían “el
Rato” y “el Blesa”, verdaderos adalides de esta austera virtud. Contra la
pereza, diligencia. Éste es uno de los vicios que parecen más veniales; prueba
de ello es que lo practica a diario nuestro Presidente Don Mariano y tan
ricamente que le va al hombre. La diligencia la practica también a diario;
pocos españoles le ganamos a leer el periódico a primeras horas de la mañana.
Se podría decir que es su libro de cabecera. Contra la ira, esa sí que es mala,
paciencia; virtud cuyo más sobresaliente practicante no es otro que doña EX. Santa
mujer, que soporta pacientemente la cruz de sus ataques de ira con la
proverbial paciencia que Dios le ha dado. Contra la envidia, caridad; virtud
ésta que cuenta con centenares de miles de practicantes entre lo más granado de
nuestra fuerzas vivas y cónyuges que, varias veces al año, dejan sus ostentosas
mansiones para practicar la caridad entre los más necesitados. Claro está que
callan sobre la conveniencia de solucionar los problemas de los indigentes con
una virtud superior a la caridad; esto es, con justicia. Contra la soberbia,
humildad; virtud cuyo primer practicante no fue otro que Jesús de Nazaret que
pudiendo haber nacido en un chalé de Puerta de Hierro le dio por nacer en una
aldea tan insignificante como Belén. Aquí tengo dudas sobre a qué individuo
otorgar la medalla de oro de la humildad. Tengan por seguro mis lectores que
intentare encontrar algún candidato de aquí en unos días.
Comentarios
Publicar un comentario