Nuestra economía necesita que el Estado adelgace y sea más eficaz.



Los cesantes
Como en los tiempos de la Restauración, después de las próximas elecciones, saldrán miles de políticos y asesores del poder y entrarán otros cuantos. Una constante en España desde el siglo XIX. ¿No podría evitarse tanto trasiego?
"El cesante. Uno de estos tipos peculiares de nuestra época, y tan frecuentes en ella como desconocidos fueron de nuestros padres es, sin duda alguna,  el hombre público reducido a esta especie de muerte civil, conocida en el diccionario moderno bajo el nombre de cesantía, y ocasionada, no por la notoria incapacidad del sujeto, no por la necesidad de su reposo, no, en fin, por los delitos o faltas cometidos en el desempeño de su destino, sino por un capricho de la fortuna o más bien de los que mandan a la fortuna, por un vaivén político, por un fiat ministerial, por aquella ley, en fin, de la física que no permite a dos cuerpos ocupar simultáneamente el mismo espacio."
Mesonero Romanos
Para todos aquellos que vivimos desde la capital del Estado todos los efectos de posguerra, que de una manera u otra se prolongó durante la primera mitad del siglo XX. Hemos podido comprobar que durante décadas, en los “madriles”; y posiblemente en otras capitales de provincias, que se decía entonces, abundaban los cesantes, funcionarios sin actividad alguna que conservaban, no obstante, parte de su salario. También les llamaban los paniaguados, porque a pan y agua estaban cuando su partido no tocaba el poder. Durante la Restauración, cuando liberales y conservadores se turnaban, los cesantes aguardaban el cambio de signo para recuperar sus puestos.
Como los que describe Mesoneros Romanos que ocurría en el XIX, vivían de la sopa boba, andaban por ahí ociosos, en cafés y tabernas taurinas, dedicados al mamoneo y se les atribuye buena parte de los rumores insidiosos e intrigas palaciegas que, en muchos casos, dieron origen a revueltas populares y pronunciamientos militares. Los cesantes, no daban palo al agua, pero eran capaces de mantener a todo el país en vilo; tal era el tiempo libre del que disponían.
Esos cesantes fueron los precursores de los actuales políticos de puertas giratorias, de senados fantasmagóricos, maulas del clientelismo más ordinario. Lejos de apartarnos del siglo XIX, el golpe militar de Franco, la Guerra Civil y su posterior dictadura, ahondaron en los paniaguados, la cultura estamental, el sentimiento de fatalidad del pueblo llano, la beatería armada de la "buena gente de derechas", el refocile de estafadores, trincones y saduceos y la manada de cesantes. Ahora se le llama alternancia democrática, que es más pomposo pero sigue dejando en la Administración los mismos efectos. Cada cual hace lo que le viene en gana: engordar la nómina de empleados públicos con los afectos o subcontratar servicios ninguneando la ley y dejando trabajo pendiente a los juzgados.
Nuestra economía necesita que el Estado adelgace y sea más eficaz. Y no basta con reformas legales, porque nuestra escopeta nacional sigue cargada de revanchismo, el criterio menos profesional. Y dispara siempre hacia los pasillos, allí donde matan las horas los cesantes mientras se cruzan con los que llegan.

Comentarios

  1. Una vez más, nos encontramos con un problema de difícil análisis por culpa de los datos manejados por políticos y medios. Y es que, en las cifras manejadas para analizar la situación de la Administración Pública en España, se utiliza (interesadamente) el término “empleados públicos” que mete en el mismo saco a los funcionarios de carrera y a los contratados laborales.
    Como es bien sabido, los funcionarios de carrera acceden a su puesto de trabajo mediante una oposición pública.
    El origen de los contratados laborales es más confuso. Generalmente acceden a su puesto de trabajo de forma un tanto discrecional, con un contrato para realizar una labor transitoria y definida que, tras su finalización, es denunciado ante los tribunales laborales de tal manera que, ese puesto provisional pasa a ser fijo por defecto de forma en el contrato.
    Las diferencias entre funcionarios de carrera y contratados laborales son numerosas.
    Los funcionarios de carrera ocupan, por concurso público, puestos de trabajo con tareas bien definidas y retribuciones acordes con el nivel asignado que se hacen públicas en los Boletines Oficiales
    Los contratados laborales ocupan puestos de trabajo que, en el caso de retribuciones altas, son creados “a medida” de los que acceden a ellos.
    Naturalmente, pueden darse casos de funcionarios incapaces que ocupan puestos de trabajo de nivel alto, pero es mucho más común que tal caso se dé entre los contratados laborales por razones evidentes.

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    1. Juan Porras, ha hecho un análisis perfecto de la función pública, se olvidó decir algo destacado que ocurre en algún Ayuntamiento. Los funcionarios de carrera si son titulados universitarios adquieren un nivel que generalmente se relaciona con el salario, siempre escaso para el mercado. Pues bien, algunos por el arte de birle biloque adquieren el máximo nivel posible de la función pública llegando incluso al 30, únicamente reservado a puestos políticos funcionariales. Igualmente todo un abuso. Esto también habría que analizarlo.

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  2. Últimamente el Prof. Se encuentra comedido en sus denuncias locales. Yo aprovecharía este articulo para destacar que todos los históricos que estuvieron años y años en el poder de Valdemorillo son unos paniaguados no trabajan en nada, unos se dedican a la oposición y otros en casa. El poder el dejo inútil para el trabajo, durante años se dedicaron a la mamandurria y ahora al paro.
    Es verdad que llevamos un lastre económico de mucho cuidado mientras otras personas no tienen trabajo y quieren trabajar. Los políticos no mueren nunca, parecen que están agazapados esperando otra oportunidad. En el caso de Valdemorillo esperando quiebras de incompetencia para intentar pactar con el mas sinvergüenza. Jesús la crisis del pueblo no ha terminado sigue existiendo y todavía los ocupantes del nuevo gobierno no han cumplido compromiso alguno, parece como si las fiestas de septiembre hubieran paralizado su trabajo y no les permitiera pensar.
    Empiece con sus comentarios para espabilar a esta gente nueva que parece dormida y no hace nada de lo prometido.

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    1. Sr. Arango, un poco de paciencia. Estos nuevos concejales deben todavía asentarse en sus puestos; yo confió en los más jóvenes, que tienen verdadero interés para que las cosan cojan el buen camino, y posiblemente a finales de año encontremos algunos frutos. Es verdad que algunas concejalías clave funcionan regularmente, pero también necesitan algún ajuste. Vamos a seguir confiando en que puedan remontar y esperemos hasta fin de año.

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  3. NO MÁS CARGA SOCIAL PARA EL MUNICIPIO
    Me he enterado, por radio macuto de Valdemorillo, que de fuentes generalmente bien informadas algunas concejalías, las más flojitas, pretenden reforzarse con personal como si no fuera poco la nómina social del ayuntamiento.
    Utilicen los mimbres que tienen con el personal existente tanto funcionarial como contratado hagan trabajar más al personal y trabajen ustedes también que cobran su buen sueldo.

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    1. Radio macuto y las fuentes generalmente bien informadas suelen tener una cosa en común: Estar totalmente desinformadas

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    2. Desgraciadamente, la información de la calle, en demasiadas ocasiones nada tiene que ver con la realidad. Yo no me creo que se intente contratar a nadie en el ayuntamiento teniendo en cuenta la realidad económica que tiene.
      El ciudadano debe informarse directamente de las fuentes y estas deben estar permanentemente dispuestas a informar correctamente sin rodeos y sin mentiras.

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