En el Ayuntamiento
Un encuentro
solidario muy agradable y positivo
Ante la
necesidad de buscar la felicidad, las personas necesitamos sentirnos en armonía
con nuestro entorno y notar, de verdad, que la aportación al mundo que nos
rodea está sirviendo para algo.
Tal vez por eso necesitamos creernos solidarios con un
sentimiento basado en metas o intereses comunes que nos permitan sentirnos coparticipes, con otros, de las mismas
obligaciones, utilidades e ideales y conformando un hito fundamental sobre los que se debe asentar la
ética moderna.
Ayer tarde asistí a un encuentro que se había promovido
desde nuestro Ayuntamiento para establecer un primer contacto solidario con los
refugiados sirios. No era una hora demasiado buena, las seis de la tarde, y sin
embargo esta convocatoria congregó a un número de vecinos lo suficientemente
preparados para que el encuentro discurriera por unos cauces participativos y
de interés que me sorprendieron de manera muy positiva. En el encuentro confluían:
cooperantes, emigrantes, sensibles a esta realidad social con el denominador común
de ser todos vecinos de Valdemorillo, todos estaban motivados por el tema y
todos querían colaborar en la medida de sus posibilidades.
Termine la reunión con una sensación positiva con mi
entorno, esta sensación que nos ayuda a afrontar con garra nuestra realidad
inmediata para descubrir otro mundo diferente al que vemos frecuentemente en la
televisión. Un mundo que no sea: hostil, egoísta, banal e insolidario, que nos
muestre que lo que ocurre en el mundo es una película desagradable ajena a nuestra
realidad inmediata, que nuestra inmediatez no pasa sólo por, el consumo, el
poder, el futbol, los culebrones….Cuando en el fondo nuestra sociedad quiere crecer
y desarrollarse
en armonía y paz
Debemos tomar conciencia de que nos está tocando vivir en un tiempo especialmente
convulso, en el cual ha estallado la “3ª Guerra Mundial”, una guerra con matices
bien diferentes a las dos anteriores pero que su capacidad de destrucción es igual
o peor, una guerra que nos coge dentro de una quiebra de valores morales, en
donde las antiguas Creencias han ido cayendo como la fruta madura. Tampoco
hacemos mucho por procurar buscar recambios que nos permitieran sentirnos partícipes
de nuestra propia historia y responsable de la herencia que debemos dejar a nuestros
hijos y nietos.
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