El dominio del dinero

Los bancos y el empleo

Los bancos ya no prestan para que la gente compre lo que necesita o para que se hagan investigaciones que supongan el avance de la sociedad. Los bancos viven de la compra y venta de papeles. Cuando anuncian al final de cada día el capital que han movido en la bolsa de valores, no se ha producido ni un solo bien social, ni tampoco ha generado un solo empleo.

Sin palabras

Los bancos nacieron para apoyar a la agricultura, su objetivo consistía en adelantar capital para recuperarlo después de la cosecha. Hoy ese capital pertenece al sector hegemónico de la economía y ha pasado a ser un fin en sí mismo, jamás un medio que favorezca la riqueza del pueblo en su conjunto

Como decía Karl Marx, el capital no está hecho para producir, sino para acumular cantidades gigantescas, para que finalmente donde se gana más se pagan menos impuestos con liquidez total. El capital solo vende y compran papeles, nutriéndose del endeudamiento, se alimenta de deudas y fomenta dichas deudas.

Cuando empezó esta crisis, en el centro del capitalismo más duro, se solía decir que había que salvar a los bancos para que no cayeran sobre nosotros, eso fue otra gran mentira y así fue como se salvaron los bancos, lo hicieron en claro detrimento de los ciudadanos que fueron y siguen siendo los grandes damnificados de la economía de la sinrazón.

Permanecemos en un mundo absurdo dominado por el dinero, en donde la política ha dejado de ser el primer espacio de decisión de las personas sobre su destino, es el capital quien marca la pauta de los regímenes políticos, en donde cualquier gobernante que se separe de los intereses económicos del capital, es neutralizado inmediatamente. Y donde la lógica del capitalismo liberal controla los intereses del capitalismo financiero.

Hacer política es construir alternativas que privilegien las políticas sociales y no los ajustes fiscales, los procesos de integración regional y no los Tratados de Libre Comercio, que recuperen la capacidad de acción y de hacer política de los Estados y de los gobiernos.

Actuar en esa dirección es estar condenado por los organismos financieros internacionales, por los grandes medios, por los partidos tradicionales. Pero es la única forma de preservar el derecho de la gente de escoger su destino, en contra del destino definido por el dinero y los bancos. Hay que buscar nuevas formas de democracia real, para que todos los ciudadanos seamos partes activas en las decisiones sobre las cosas del pueblo.