Grecia. Escribir su Historia.

Ahora, hay que meter Marcuse en el frigorífico por el calor.

La posibilidad de escribir su Historia

Anoche me resultaba imposible dormir, el calor me obligaba a beber y beber agua, decidí levantarme salir al jardín y cogerme el primer libro que encontré, que resultó ser, El hombre unidimensional de Herbert Marcuse. Este libro ya lo había leído en mi época lozana cuando estas lecturas me ayudaron a adoptar una postura crítica ante la vida. Recuerdo que entonces, a finales de los sesenta, se decía que “de Marcuse no se abuse” efectivamente lanzaba dardos envenenados a la sociedad capitalista, especialmente en su síntesis de Marx y Freud.

Cuando me rindió el sueño, ya de madrugada, sufrí una pesadilla, que os sintetizo brevemente: Las guerras tenían un ciclo temporal y ese ciclo se había sobrepasado. Los países del norte de Europa, con Alemania a la cabeza, pretendían someter a los europeos del sur para obtener mano de obra competitiva ante el mercado asiático, para ello tenían que ejercer el control económico. Absolutamente pretendían que los países sometidos no tuvieran otros ingresos que los servicios para los habitantes del norte de Europa. Bien es cierto que la experiencia griega y su referencia me dejó algo tocado emocionalmente ya que consideraba que el acontecimiento podría ser un hito histórico sin precedentes.

Ahora, fuera del sueño, me sumerjo en la realidad para

“De Marcuse no se abuse”

reflexionar en voz alta que los gobiernos de esta Europa capitalista tienen la fea costumbre de olvidar al pueblo soberano a la hora de establecer criterios macroeconométricos. Todo estaba bajo control hasta que la mayoría griega respaldó una propuesta política diferente a la dictada por la poderosa Troika, de la misma manera que ha irrumpido el fenómeno Podemos en España. La democracia que depende de la voluntad del pueblo, ha permitido que a un país de la periferia europea de unos 11 millones de habitantes, se le haya ocurrido la idea de consultar a su ciudadanía el camino a seguir ante una situación insostenible, y los ciudadanos han vuelto a dar su espalda a la Troika y apoyan a su gobierno. La decisión era elegir entre seguir con lo que se ha venido haciendo por parte de los gobiernos anteriores que ocasionó la caída del 25 % del PIB, 26% de desempleo, 52% de desempleo juvenil, 45% de pensionistas pobres y 40% de los niños bajo el umbral de la pobreza; o plantear alternativas con el apoyo del pueblo, El pueblo griego ha decidido que más vale lo desconocido que lo malo conocido, sin embargo, este hecho ha sorprendido a propios y extraños porque en casi 70 años del FMI, ningún país del primer mundo había llegado al impago del crédito. La periferia europea se revela así contra su centro de gravedad de la zona euro.

Algo está irrumpiendo ahora en Europa donde el capitalismo mundial deja demasiadas heridas abiertas. Grecia ocupa desde las resistencias subterráneas negándose a seguir bajo el mandato de lo que determina Alemania. Pero pronto podría ser España o Italia... Lo que antes era objeto de obediencia con cabeza cabizbaja, hoy se cuestiona con dignidad. Grecia plantea un serio problema en las entrañas de la Unión Europea y no por fuera. Pero son muchos los países que en este siglo se han unido sucesivamente a ese otro espacio económico-político no controlado desde el norte. Esa nueva zona geoeconómica sigue sumando socios que progresivamente van tejiendo nuevas alianzas por fuera de la hegemonía y de sus anillos centrípetos. Esa suerte de gran periferia conforma en la actualidad nuevos polos constituyentes de otros pivotes geopolíticos no tradicionales.

En el siglo XXI, el país Aristóteles y Platón, tiene en su mano, al igual que otros países del Sur de Europa, la posibilidad de escribir su Historia.